lunes, 20 de diciembre de 2010

Energúmenos



Joder, aún me dura el susto en el cuerpo... Y eso que la cosa no iba conmigo.

Lunes, 20 de diciembre. Hora, más o menos, las once y veinte de la mañana. Estoy de guardia y me encuentro en el vestíbulo del instituto, junto a la directora, a las conserjes y a un compañero del departamento de Ciencias Sociales, echando una mano para preparar una exposición de instrumentos musicales manufacturados por los alumnos de 1º de ESO. De repente, aparece por la puerta el ejemplar de homínido más parecido al Neanderthal que he visto en mi vida. Cejijunto, bajito, con la cara arrebolada y coloradota que presentan a menudo los borrachines. Y me digo: "Jodo petaca, éste viene a por juerga, seguro".

Los modos acompañan a las formas: "¡Haber, bengo a que me digan quién es el invécil que le tiene manía a mi niña!" (escribo con las faltas de ortografía que le imagino al ejemplar de orangután que ha pronunciado la amable frase). Le acompaña la hembra de su manada, una señora regordeta y bajita que, al menos, tiene la decencia de permanecer discretamente en silencio. Al menos, de momento.

Los profesores presentes al edificante acto nos miramos con preocupación, como preguntándonos de qué circo se ha escapado el ejemplar y calibrando con preocupado semblante los daños físicos que pudieran producirse en los siguientes minutos. Porque está claro que a esa fiera o le calmamos los ánimos o la emprende a bofetadas con alguien. El energúmeno continúa argumentando con sabias razones: "¡Haber, benga, que me lo hechen, que parece que a mi niña en este sitio le tienen manía todos". Mientras una profesora se acerca cautelosa a la fiera y empieza a hablarle con calma y paciencia, como quien se aproxima a un gorila asustado con un plátano en la mano para que se calme, yo me retiro discretamente a la sala de profesores. Conozco a la cría del primate, es alumna mía (¡nunca me he felicitado tanto de NO ser tutor de ningún grupo este año!), ha sido expulsada por mal comportamiento (la nena, desde luego, es de las que hay que echar de comer aparte, y vistos los progenitores se entiende la descendencia) y voy a poner al corriente a la tutora de la que se le viene encima.

Mientras la pobre chica palidece y se arma de valor me doy cuenta de que no se escuchan ruidos de golpes ni forcejeos en el vestíbulo. Buena señal, la fiera no ha estallado, al menos todavía. Sólo se oyen vagos mugidos que farfullan algo de que "¡Haber quién le ha dao a mi niña con una puerta en la cara, que se la hago comer!". Como un Manolete que se enfrenta a Islero en la plaza de Zuera, la tutora sale al ruedo armada con un triste bolígrafo y una carpeta. Pero el energúmeno está bien amarrao: frente a él están la jefa de estudios, la directora, la conserje y todo el profesorado que ha podido reunirse para calmar a la fiera.

En un momento determinado, la tutora sale del centro a buscar a la nena que se encuentra en el edificio de arriba, asistiendo -con gran interés, supongo- a una conferencia sobre acoso en los centros educativos. Salgo con ella y me cuenta que el primate ha soltado un par de perlas dignas de su condición...

A la jefa de estudios, con infinito desprecio: "Amás, yo no tengo nada que hablar con usté, ques una mujer, a mí que me echen a un hombre que me entiendo con él como haiga falta"

A un compañero que intentaba razonar infructuosamente con semejante bestia parda: "Ustez quítese la chaqueta y benga fuera conmigo si tiene cojones".

Ya ha terminado mi guardia y decido marcharme a casa. Tengo que dejar constancia escrita de lo que acabo de presenciar. Y me planteo un par de cuestiones. La primera, que con esos mimbres, así va a salir el cesto. Y la segunda, que estoy anonadado de comprobar cuánto pedagogo de jaula hay rondando por esos mundos de Dios, todos ellos empeñados en que su nene (o su nena) son diferentes de los demás, todo el mundo les tiene manía y los docentes no tenemos ni idea de cómo se educa a la juventud. Hay que tratar con los inútiles de los profesores a hostias, hombre, que es la única manera de que entremos en vereda.

¿Reducirnos el sueldo? ¡Gratis, tendríamos que trabajar, para que aprendamos!

domingo, 19 de diciembre de 2010

Feliz Navidad


Tengo un pequeño problema...

Hace ya bastantes años que comienzo "estas fechas tan entrañables" con un profundo sentimiento de desesperanza. Las palabras "Feliz Navidad" me suenan vacías de contenido a pesar de que las veo escritas, pronunciadas y anunciadas con profusión de neones, brillantinas y guirnaldas allá donde voy, desde la caja tonta hasta el más pequeño economato de barrio de "Cuéntame"...

Gracias a los periódicos y a Arturo Pérez-Reverte sé que hoy Belén es una población ocupada por el ejército israelí donde delante de la gruta del Nacimiento de Cristo hay más probabilidades de ver un carro de combate "Merkava" y media docena de vigilantes soldados armados con M-16 que a un grupo de pastorcillos llevándole sus ovejicas al niño Dios. Y también sé que este paréntesis de paz, amor y buenos deseos no es más que eso... un paréntesis en el que hay que ser buenos por tradición consuetudinaria, un simulacro que acaba exactamente el día 7 de enero, cuando las huellas de los camellos de los Reyes Magos se pierden en las arenas del desierto iraní perseguidos por los Abrams M-1 del ejército norteamericano.

Hace ya más de un mes que "el Árbol", "Mercadona", el "Symply" y el "Alcampo" tienen expuestos en sus góndolas los mil y un reclamos navideños para que no se nos ocurra olvidar que "estas fechas tan entrañables" son un inmenso altar construido a la mayor Gloria del Consumismo y de la Economía de Mercado y estoy harto de ver en TV las consabidas advertencias de que "este año los españoles gastaremos un 10% menos en nuestras compras navideñas debido a la crisis económica" (aunque he de decir que esto lo llevo yo oyendo TODOS los inviernos desde que el mundo es mundo, tanto es así que creo que de tanto reducirse dicho gasto cada año, inexorablemente, llegará el momento en que no nos podamos gastar un céntimo de euro... Y entonces veréis qué risas, porque ESO SÍ será una crisis económica con todas sus letras). Y sí, también este año me había propuesto no caer en la trampa, aprovechar la reducción de salario y el mordisco en la paga extra de Navidad a los funcionarios para decir ¡basta ya! y anunciar a bombo y platillo que ya está bien de chorradas y que este año no hay regalos para nadie, que no está el horno para bollos.

Efectivamente, lo habéis adivinado, sabios cachorros. De eso nada.

El sábado por la mañana me llamó mi hermana para decirme lo que le gustaría a mi sobrino Leonardo que le trajesen los Reyes Magos. Y también a Miguel Ángel. Y a Rafael. Y a Raquelita... Y no me quedó más remedio que ir de tiendas a encargar regalos. Y debo dinero a bastante gente (no demasiado, pero lo debo), y me van a pagar una extra de Navidad que será para descojonarse de risa (válvula de escape para evitar coger una escopeta de cañones recortados y plantarme en la Delegación de Educación y Cultura para reclamar una paga extraordinaria digna de tal nombre) pero ahí estaba yo, en "Imaginarium", pagando a crédito. Como todos los miles de gilipollas que año tras año caemos en la misma espiral...

Pero chicos, no sé...

Por la tarde me dí un paseo por el belén de la plaza del Pilar... Impresionante. 90.000 euros muy bien gastados, sí señor. Y mientras me paseaba, charlando con unos desconocidos, a mi alrededor cientos de pequeñuelos miraban todo aquello boquiabiertos como si descubrieran un mundo nuevo. Me dió por pensar que, efectivamente, lo estaban descubriendo. Y dentro de ese mundo nuevo entran también los Reyes Magos en los que creen con tanta ilusión. Una ilusión contagiosa, que te embarga hasta hacerte pensar que perderla sería una verdadera lástima. Y me dije que, a pesar del Merkava en el portal de Belén, a pesar de la Economía de Mercado y sus malditas trampas conmemorativas, a pesar de que ese nacimiento del Niño Dios nada tiene que ver con el despliegue mediático que nos rodea... los pobres críos no tienen la culpa de que la Navidad se haya convertido en un copyright del Corte Inglés. Y sólo por ellos merece la pena pensar que un día, hace más de 2010 años, vino al mundo uno de ellos para dejar un mensaje al que nadie hace ni puñetero caso... salvo los que todavía son como él.

Así que eso: por ellos, por los niños, por sus sonrisas y sus descubrimientos...

FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO 2011 A TODOS

(a pesar del Merkava)

PD: Mi hermana Susana nos va a traer otro sobrinito para el verano. Si contamos a la pequeña Sofía (que nacerá en febrero), al año que viene serán seis... Santo Dios...

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Un homenaje a un gran sabio.


Hoy, queridos cachorros, quiero hablaros de un periodista...


Uno, en su ignorancia, tiene algunos referentes culturales que se han adquirido bien de oídas, bien de lecturas a lo largo de arduos años de trabajo y estudio. En la vida cotidiana, más o menos a menudo, oyes hablar de grandes personalidades de las Artes, las Ciencias y las Letras a través de diversas exposiciones, conmemoraciones de aniversarios, grandes eventos, presentaciones de libros, conferencias, ciclos, cursos y cursillos etc. Grandes hombres y mujeres cuya vida y obra a lo mejor ni conoces, y tal vez ni siquiera llegas a conocer nunca, pero sabes que son importantes, que merecen ser estudiados, aunque a ti tal vez no te interesan en absoluto. Está muy claro que no es necesario amar la Medicina para saber que Ramón y Cajal o Severo Ochoa son dos de los más ilustres médicos e investigadores que España ha dado a esta Ciencia. Y del mismo modo, no es necesario haber leído a García Márquez, a Miguel Hernández e incluso a los mismísimos Cervantes, Quevedo y Lope de Vega para, por lo menos, intuir su capital e insustituible aportación a esa jerga que ahora tan mal se acomoda a la mentecatez autonómica patria y que tiene el bello nombre de Lengua Española.

Hace ya años se añadió uno de estos grandes hombres a mi galería personal de referencias culturales, esta vez en lo que al campo de la Historia se refiere. En mi caso concreto ese cajón del archivo de mis devociones y mi memoria cuenta con las fichas de individuos como Herodoto, Tucídides, Jenofonte, Tácito, Polibio, Suetonio, Tito Livio, Vasari o, más recientemente, Robin G. Collingwood, Albert Soboul, Lucien Fevbre, Marc Bloch, Fernand Braudel, Georges Duby, Jacques Le Goff, Manuel Tuñón de Lara, Claudio Sánchez Albornoz, Américo Castro, Ramón Ménendez Pidal, Josep Fontana, Julián Casanova, Emilio Mitre, Julio Valdeón, Juan Pablo Fusi, Fernando García de Cortázar, Javier Tusell y un amplísimo etcétera. Ninguno de los mencionados ha dejado de aportar interesantes reflexiones y, a veces, testimonios realmente importantes y sorprendentes a la Historiografía. Sin embargo echaba en falta algo de lo que muchos de estos grandes historiadores adolecen: la capacidad de emocionar, de conectar con un público al que la Historia le resulta todavía una disciplina llena de fechas, de grandes nombres, de sangrientas batallas y de intragables estadísticas. Y fue entonces cuando lo encontré.

Se llamaba Indro Montanelli, era periodista y lo conocí a través de una de sus obras maestras: la Historia de Roma, publicada en 1957 a través del famoso diario milanés Corriere della Sera. Una sorprendente historia de Roma que hablaba de los ataques de colitis que casi hicieron a Augusto perder la batalla de Filippos o la vergüenza que Julio César sentía por su calvicie, de manera que se peinaba con el pelo hacia adelante para disimularla. Y todo ello basándose en la información que proporcionan individuos como Tácito, Tito Livio o Suetonio. Una información tan cachonda como la que contiene su posterior Historia de los griegos (1959), a la cual no quiso titular Historia de Grecia por la sensata razón de que Grecia no existió jamás como unidad política. Y por eso su historia es de los griegos: de Clístenes, Solón, Licurgo, Pericles, Alcibíades, Fidias, Policleto, Sócrates, Herodoto, Tucídides, Jenofonte y todos aquellos que construyeron, conjuntamente separados, la Historia de la Grecia Clásica.

Indro Montanelli no solo escribió estas dos magníficas obras, estas joyas encuadernadas (como las que ya llamé así en otra ocasión), sino que también publicó cientos de artículos y otros muchos libros. Sin embargo considero que sobre la primera de estas pequeñas maravillas merece la pena hacer algunas reflexiones. Esta obra, la Historia de Roma, levantó ampollas en los medios académicos italianos, primero, y luego mundiales. Por primera vez alguien, ¡un periodista!, se atrevía a perder el respeto a la sagrada civilización del Tíber y mostraba sus entresijos menos gloriosos pero infinitamente más interesantes. Los insufriblemente aburridos miembros de la comunidad universitaria de la Historia, acostumbrados a escribir crípticas páginas inteligibles sólo para su reducida camarilla (el honorable ámbito académico, que le llaman), pusieron a don Indro a parir, ante lo cual imagino al genial periodista partiéndose de risa ante el mosqueo del respetable.

No sé yo si captáis la gravedad del asunto. Ved, por ejemplo: Octavio Augusto, el gran Augusto, el primer emperador de Roma, hijo adoptivo del divino César, el artífice de la Pax Romana, el forjador de un Imperio... tenía continuas diarreas. ¡No veas el cachondeo! Imaginad la escena, en plena batalla de Filippos contra Casio y Bruto, los cesaricidas, esas turmae de caballería que cargan sin tregua contra las cohortes leales y ese Marco Vipsanio Agripa que llega echando los hígados a la tienda de Octavio a preguntar dónde coño se ha metido su jefe que no está cabalgando al frente de sus bravos:

-¡Los jinetes de Casio están haciendo una carnicería en nuestro flanco derecho, y Marco Antonio no logra contenerlos! ¿Dónde demonios está Octavio?

-Cagando. Tiene otro de sus ataques de colitis.

-¡Joder con los césares y con la madre que los parió!

Y ese César en un rincón, tembloroso, haciendo sus necesidades evacuatorias dentro de un casco de legionario que le han dejado ad hoc mientras se devana los sesos pensando cómo va a limpiarse su augusto culo para que no se le hagan ampollas al montar sobre el caballo, si es que antes no le hace picadillo la caballería enemiga...

Pues sí cachorros: ése, y no otro, era el divino Octavio Augusto, fundador de Mérida, Zaragoza, y tantas otras colonias, que expandió las fronteras del imperio romano hasta límites hasta entonces desconocidos, que supo organizar magistralmente todas esas provincias conquistadas, acaparando un poder insospechado y, atención, todo ello manteniéndose dentro y en nombre de la más estricta legalidad, de acuerdo con las leyes de la República, hacia las que Augusto siempre sintió un reverencial respeto. Un ilustre cagón reumático que a menudo tenía fortísimas cefaleas y problemas intestinales. Esto no lo cuenta así el periodista italiano, claro, pero todos hemos sufrido alguna vez esas humillantes urgencias y no es difícil imaginarlas. Lógicamente los medios académicos no iban a perdonar a Montanelli el haber desvelado al mundo, a la opinión pública, tan terriblemente prosaica realidad. No es de extrañar que pidieran para él poco menos que la crucifixión.

Sobrevivió a una condena a muerte en el año 1944, pero nada pudo impedir que a las 17.30 del domingo 22 de julio del año 2001, en la habitación 610 de la clínica Madonnina de Milán, se apagase el gran Indro Montanelli a sus ya 92 venerables años. Como ha querido recordar su último director, Ferruccio de Bortoli, en realidad con él acabó verdaderamente el Novecento italiano, el siglo de Indro. En su honor compré, leí de nuevo y disfruté de esa Historia de los griegos, esa Historia de Roma y la posterior Historia de la Edad Media (escrita en colaboración con su discípulo Roberto Gervaso), contadas maravillosamente, como yo siempre quise que me las contaran. Fue mi pequeño homenaje. Y os recomiendo vivamente que hagáis lo mismo. Os reconciliará con esa aburridísima Historia que, tal vez, os hicieron aprender en la juventud profesores tan plastas como los que tuve yo.

¡Salve, Indro!

martes, 7 de diciembre de 2010

De mayor quiero ser controlador aéreo...

Sí, señores, lo he decidido. Yo, de mayor, quiero ser controlador aéreo.


Y no, no os confundáis. No quiero serlo porque cobren un sueldo indecente para cualquier mileurista, y no digamos para los más de cuatro millones de parados que hay actualmente en este país.


Tampoco porque tengan un trabajo seguro con todos los privilegios habidos y por haber. Ni porque les paguen las horas extras a 1.500 €.



Tampoco les envidio los viajes gratis que pueden hacer ellos y sus allegados, ni las bajas por enfermedad en cuanto sueltan un estornudo, ni la exclusividad de que haya sólo 2300 controladores en todo el país.

Mi envidia es más siniestra, más oscura, más retorcida...

Me importan un carajo sus reivindicaciones, por mí les podrían echar a todos a la puta calle porque seguro que no faltarán candidatos que les puedan sustituir. Y también me importa un cojón de mico que el último chantaje -así, con todas las letras- que han protagonizado haya sido por culpa de la empresa AENA, del gobierno de ZP o del sindicato USCA. Me da absolutamente igual todo...

Lo que me ha fascinado, lo que me ha dejado de piedra, lo que me produce una envidia negra y terrible es que esos desgraciados decidiesen plantarse un día y abandonar sus puestos de trabajo... y todo un país quedase con el culo al aire, paralizado, con los aeropuertos cerrados, los vuelos en tierra, los cielos sobre España vacíos de aviones (la imagen del mapa de situación del tráfico aéreo europeo era sobrecogedora) y cientos de miles de pasajeros (¡en TODO el mundo!) durmiendo sobre sus maletas, con los niños llorando porque no saben qué va a pasar y los padres cagándose en la puta madre de los controladores aéreos. Los sueños, las ilusiones y las necesidades de cientos de miles de personas tirados por el retrete.

Increíble. Fabuloso, de puro demencial.

Hacen huelga un par de millares de trabajadores ultraprivilegiados y todo un país -que vive muy principalmente del turismo- se colapsa, un medio de transporte de capital importancia como es el aéreo se bloquea por completo, se cancelan todos los vuelos (sean de vacaciones o de trabajo), hoteles y restaurantes se ven dramáticamente afectados por la falta de clientes, la bolsa española baja por la falta de credibilidad en un sistema económico que permite tal desaguisado en plena crisis... ¡se llega a declarar el estado de alarma, cosa que no había ocurrido jamás en los 30 años de democracia! ¡¡¡Se llega a militarizar el control del tráfico aéreo civil como en una república bananera en pleno golpe de Estado!!!

¡¡¡Y todo eso por 2.300 hijos de la grandísima puta!!!

A mí que no me vengan con milongas... Eso es PODER. Ni el presidente de los EE.UU, ni el banquero más forrado del planeta, ni el cargo directivo más alto de la mayor multinacional del mundo son capaces de algo así en menos de tres horas sin que se monte una revolución como las de antaño, con hoces, guadañas, cuchillos y cualquier instrumento capaz de cortarle los cojones al responsable del desaguisado...

Yo me estoy imaginando el cuadro si en el momento en que los pasajeros afectados por las cancelaciones y los malnacidos de los controladores coincidieron en el hotel de Barajas donde se alojaron unos y otros yo hubiese perdido un vuelo del que dependiese algo mucho más importante que unas vacaciones y me encontrase cara a cara con ellos. No me habría limitado a chillarles, como vimos en TV. Le hubiera dado un golpe en la cabeza a un policía, le habría quitado la pistola y al día siguiente los titulares de los periódicos hubieran sido muy diferentes. Mucho. Lo que no entiendo es cómo se lo tomó todo el mundo con esa pachorra.

Lo dicho: de mayor quiero ser controlador aéreo... Aunque tenga que tragar insultos, malas caras y expedientes disciplinarios.

PD: Piloto de aerolínea también me valdría, pero esos son otro cantar.

jueves, 2 de diciembre de 2010

El monje de Sijena: una primicia

Monasterio de Nuestra Señora de Sigena

28 de noviembre del A.D. de 1276

In Nomine Domini Nostri Iesu Christi. Amen

Triste está hoy la mañana, vive Dios. Desde laudes se barruntaban nubes y faz ya dos días que la reúma me muerde el costado, así que non est extranyo que se desfagan agora las cielos en lágrimas de ángeles, que non otra cosa son las gotas de lluvia para una tierra sedienta como la nuestra monegrina, inmisericorde tanto para el payés que della se nutre como para el noble barón que sobrella cabalga con su hueste al llamado de su rey, que acaba de entregar su alma al Señor. Dios le acoja en su seno, si tal le apetece.

Mas non he fecho la presentatio de mi humilde persona, e como non fui maleducado en mis mocedades bueno será que vos diga que Lorenço de Zufaria es mi nombre e la de monge cillerero del Real monasterio de Nuestra Señora de Sigena mi actual condición. Más de veynte años face ya que profeso en el cenobio sigenense y en todo aqueste tiempo he tratado de olvidar cuanto malo viví e regocijarme en el recuerdo de lo bueno que también me ocurrió en otras tierras e otros tiempos en que era fuerte mi braço e mi espíritu presto a la aventura. Non faltó de lo uno ni de lo otro en mi luenga vida ni poco ni mucho, pues si bien buenos palos han vareado mi costillar y he derramado lágrimas et sangre de mis entrañas en lanzes que non creeríais, también he catado el divino calor de un cuerpo femenino y la gozosa humedad de unos besos de muger, ¡e aún de muchas!, sentido la brisa del mar en el rostro, contado las estrellas de la noche brillando para mí et gozado de otros muchos plazeres que de seguida vos contaré si la maldita reúma me lo permite.

Porque habéis de saber, mis nobles senyores e damas que a bien tenéis de leer mis chapuceros escritos, que el destino decidió desde mi cuna la tonsura como mi condición en la tierra, pues allá por las postrimerías del reynado de don Pedro II de Aragón, tristemente fenecido en lo de Occitania, siendo yo segundón de un pobre linage de infançones zufarienses y apuesto mozico de apenas 8 o 9 primaveras, fui enviado al cenobio de Nuestra Señora de Sigena por mi padre para que la Santa Madre Iglesia me alimentase, vistiese et educase en los latines et las teologías, ya que la tierra de mi casar me estaba vedada en favor de mi hermano Juan por derecho de mayorazgo.

Por non defraudar a mi buen padre et deshonrar a la familia, aprovechando mis buenas dotes de memoria et mi interés por las ciencias e las letras, apliquéme bien en el estudio del trivium y el quadrivium aprendiendo cuanto un bachiller debe conoscer con buena disposición, de tal modo que aún no había acabado la adolescencia et ya era ducho en la Gramática, la Dialéctica, la Retórica et otros saberes que habrían de serme muy útiles en el futuro, bien que entonces aún non lo sabía... Sin embargo -¡ay!- nunca fue mi ánimo propenso al celibato, et si notamos que el cenobio de Sigena es dúplice et en el convivimos fratres et sorores separados mas bajo el mesmo techo, podrán muy rápido sospechar mis amables lectores que el pobre Lorenzico en Sigena, a los dieciocho años et con la labia que Dios me dió et los estudios que yo mesmo me procuré, era como una antorcha encendida colgando de una crin de caballo sobre un pajar reseco...

Como non podía ser de otro modo... un buen día la crin se cortó et la antorcha cayó, más ardiente que nunca, sobre una novicia de apenas catorze años llamada Laura de Vandelvira, a la qual mis artes e ingenio sedujeron sin escape posible. Mas el bello romance de estas dos palomas en celo acabó de modo trágico, terrible, et me darán mis lectores licencia para callar lo que entre nosotros ocurriera, pues forma parte de esos recuerdos que la memoria se obstina en mantener dolorosamente vivos a pesar de mis ímprobos esfuerzos por enterrarlos para siempre.

Sabed sólo que vuestro pobre monjecillo hubo de huir precipitadamente de Sigena, de Aragón e aún de la Hispania, perseguido por la Justicia del rey don Jaime y uniéndose allende los Pirineos a un grupo de bachilleres y clérigos errabundos que se ganaban la vida con la goliardía...

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Lorenço de Zufaria se despertó aquella mañana con la boca pastosa, la garganta reseca y un dolor de cabeza descomunal. Hacía ya más de dos horas que el gallo había anunciado el amanecer en el patio del fondaco donde había pasado la noche y le costó regresar a la realidad cotidiana. Se incorporó sobre los codos y escuchó las roncas de su compadre Marcial, que todavía estaba en el reino de Baco, abrazando una jarra de vino cuyo escaso contenido se repartía entre el estómago del durmiente y el suelo del establo. Muy cerca de ellos rebuznó un jumento y una voz estentórea, parecida a la de la bestia que llevaba del ronzal, gritó:

- ¿Será posible? ¿Aún andan estos dos piojosos por aquí? ¡Arriba, malditos gandules, que encima de no pagar aún os tendré que traer un cuartillo de leche para que os desayunéis!

El posadero, que acababa de entrar en el establo para llevarse al borrico a la aldea y comprar víveres para su establecimiento, subrayó sus amables palabras con un donoso puntapié en la boca del estómago del pobre Marcial, que regresó de golpe del mundo de los sueños. Evidentemente la austeridad, el comedimiento y los maitines del cenobio sigenense quedaban ya muy lejos de las costumbres de los dos goliardos...

domingo, 21 de noviembre de 2010

Salvas de Infanzonía y linajes infanzones en la villa de Luna


El 27 de septiembre del año 1263 su majestad el rey don Jaime I de Aragón concedía a 342 habitantes de la villa de Luna cartas que otorgaban a la población cincovillesa el status de infanzonía. No fue la única. A lo largo del siglo XIII numerosas poblaciones de la comarca (Luesia, Biel, Ejea, El Frago…) vieron aumentado el número de infanzones en sus casares. ¿A qué se debe este hecho?


Situación de las Cinco Villas en la Corona aragonesa a mediados del siglo XIII

Don Jaime I, hijo de Pedro II el Católico, tuvo una infancia difícil. Muerto su padre en el desastre de Muret (Occitania, 1213) a manos de los cruzados de Simón de Monfort, el pequeño heredero de la Corona de Aragón quedaba en manos del noble franco a quien había sido entregado en 1210 como prenda de buena voluntad en el enfrentamiento que el rey don Pedro mantenía con el papa Inocencio III a propósito de la lucha contra la herejía albigense que dominaba los territorios ultramontanos de la Corona. Muerto el monarca, la Orden del Temple medió ante el pontífice para que el rey niño fuese puesto bajo la custodia de los freyres templarios, de tal manera que don Jaime fue trasladado a la encomienda de Monzón, donde el Gran Maestre Guillermo de Montredon se encargaría de educar al muchacho.

Sin embargo, privado el reino de una cabeza visible que lo representase, las Casas de la Ricahombría aragonesa desataron una serie de luchas intestinas encabezadas por el abad don Fernando de Montearagón y el noble don Sancho de Rosellón, a quien las cortes de Lérida de 1214 habían designado regente durante la minoría de edad del jovencísimo monarca. Las banderías que ensangrentaban el reino lograron que el rey fuese entregado a los nobles, quienes llegaron a recluirlo en la Zuda de Zaragoza (1224) bajo el pretexto de protegerle de sus enemigos. Todos estos acontecimientos, además de otras rebeldías, traiciones y levantamientos, hicieron que don Jaime, ya en su madurez y habiendo asumido plenamente la corona, desconfiase siempre de una nobleza que a menudo se le había enfrentado, de tal modo que las relaciones entre el rey y los barones del Reino de Aragón resultarían tirantes desde el primer momento, trasladando el monarca el centro de su política a Barcelona en detrimento de las tierras aragonesas. Por este motivo podemos considerar a Jaime I el Conquistador como uno de los más notable soberanos de la Corona, ya que gracias a él se incorporaron a sus reinos las tierras de Mallorca y Valencia, pero también como uno de los menos inclinados hacia su reino patrimonial.

Apaciaguada la Corona de Aragón tras las conquistas de Mallorca y Valencia, las tierras de las Cinco Villas aragonesas, fronterizas con el reino de Navarra, habían caído a mediados del siglo XIII en franca decadencia. El foco de atención de la política real se centraba en el oriente de la Península, de tal manera que las otrora florecientes Cinco Villas, en las rutas desde Zaragoza y Huesca hacia Navarra y desde las tierras pirenaicas hacia el valle del Ebro, habían ido languideciendo y su importancia comercial había disminuido paulatinamente a medida que los derroteros de la política de la Corona se trasladaban hacia las tierras valencianas y al Mediterráneo desde los puertos de Barcelona, Valencia y Mallorca. Es en esta tesitura donde debemos insertar el hecho de la concesión de la infanzonía a numerosas localidades cincovillesas, lo cual tal vez es indicativo de que la política económica de don Jaime aún no había olvidado el rincón más lejano de sus reinos.

Pero… ¿por qué tal generosidad en la concesión de privilegios de infanzonía?

La condición de los infanzones en la Edad Media

Para comprender este hecho es necesario ahondar en la estructura de la sociedad medieval aragonesa. En ella, la nobleza ocupaba la cúspide de una pirámide cuya base formaba la mayoría de la población, dedicada al cultivo de la tierra y al pastoreo del ganado. Pero dentro de la nobleza podían distinguirse los altos linajes nobiliarios (llamados Ricoshombres de Natura o de Mesnada) y los denominados caballeros e infanzones, una baja nobleza concedida por deseo del monarca e incluso de los propios señores de la tierra. El status de caballero o infanzón concedía a quien lo disfrutaba de exención en el pago de impuestos reales como el herbaje (1), el bobaje (2) o el monedaje (3), y la obligación de servir en sus campañas militares al monarca (o al señor del que habían recibido el nombramiento) durante tres días, pasados los cuales el caballero o el infanzón quedaba libre de continuar al servicio del rey (4). Sin embargo, la peculiar estructura de las Cortes aragonesas (asamblea de representantes del reino convocada por el soberano para reclamar apoyo económico de sus súbditos o para recabar consejo, solucionar problemas y conceder privilegios a los estamentos asistentes) hacía que en ellas estuviesen representados cuatro estamentos (brazos): Ricoshombres, Caballeros e Infanzones, Iglesia y Universidades (nombre con el que eran conocidos los convocados a Cortes en representación de las principales ciudades del reino). Es en este particular donde el nombramiento de nuevos infanzones por el rey podía resultarle beneficioso.

Habitualmente las peticiones de ayuda económica (subsidios) del monarca a las Cortes contaban con el rechazo del brazo de los Ricoshombres y de la Iglesia, que a menudo exigían de la Corona fuertes contraprestaciones a cambio de aprobar dichos subsidios. La concesión real de cartas de infanzonía era un modo posible (aunque no una garantía) de ganar el voto favorable al rey de este estamento en las reuniones de Cortes, así como conceder nuevos fueros y privilegios a los representantes de las ciudades, lo cual podía permitir también al monarca contar con el apoyo del brazo de las Universidades. No siempre ocurrió de este modo, ciertamente, pero este hecho nos permite considerar que las reuniones de Cortes eran un ejercicio de tira y afloja dentro del laberinto de intereses políticos y, sobre todo, económicos en el que cada estamento jugaba astutamente sus bazas en el tablero del Reino antes de las sucesivas convocatorias a reunión de Cortes realizadas por los monarcas de la Corona durante toda la Edad Media.

En este sentido, la salva de infanzonía era el documento por el cual se concedía o ratificaba la condición de infanzón ermunio (descendiente de infanzones), de carta (designado por el rey o un ricohombre) o de población (otorgada de forma colectiva a todos los habitantes de una localidad) mediante el testimonio de dos testigos que juraban que el aspirante gozaba de tal privilegio de infanzonía bien desde dos o más generaciones o bien desde la concesión particular de dicho privilegio por parte del monarca o de un barón del reino. La salva recogía por escrito el desarrollo de todo el proceso de concesión o ratificación y una copia de ella quedaba en los archivos de la Real Cancillería, entregándose al infanzón un documento por el que la Corona reconocía, protegía y avalaba su condición, que incluía también el derecho al uso del escudo o blasón nobiliario en su casa y en cualquier otra de sus pertenencias.

Los infanzones de Luna

El caso de la concesión masiva de salvas de infanzonía a la villa de Luna en 1263 y a otras localidades de la comarca a lo largo de todo el siglo XIII, por tanto, obedecería a una doble estrategia política y económica. Por una parte, la exención del pago de impuestos reales liberaba a los habitantes de una serie de cargas fiscales que podían permitirles revitalizar tanto la producción artesanal como el comercio de la zona. El necesario status nobiliario del infanzón impedía que el beneficiado pudiera dedicarse al cultivo de la tierra, pero no así a otros oficios manuales como son el de herrero, cocinero, zapatero, molinero o pelaire, ocupaciones todas ellas en las que encontramos a 42 de los nuevos infanzones de Luna, según el documento estudiado por Anchel Conte que hemos indicado al principio de estas líneas. Verse libres del pago de impuestos reales permitiría a estos infanzones de nuevo cuño sanear sus negocios y revitalizar el comercio de sus productos bien en dirección a Navarra y Castilla o bien hacia las nuevas tierras conquistadas a oriente o allende el Mediterráneo si tal se terciase. Y, por otra parte, la presencia de representantes de las infanzonías de Luna, Biel, Ejea y otras localidades de las Cinco Villas en las reuniones de Cortes del Reino garantizaba de algún modo el apoyo de dichos representantes a las peticiones del monarca que les había concedido tal privilegio, convirtiéndoles en clientela de la Corona. Al fin y al cabo, y en un sentido práctico, siempre resultaría menos gravoso conceder subsidios puntuales al rey que verse obligados a pagar los impuestos reales de forma vitalicia. No deja de resultar significativo que en 1265, sólo dos años después de la redacción del documento al que aludimos, se celebrasen sesiones de Cortes en la villa de Ejea, durante las cuales el pulso entre nobleza y monarquía recaerá a favor de la primera al aprobar la creación de una figura que controlara y pusiera freno al poder absoluto del rey: el Justicia Mayor.

Es así como, en el caso de la villa de Luna, linajes familiares como los Alamán, Arbués, Artasso, Aysa, Zuera, Echo, Ferrero, Frago, Fuentes, Lambán, Lera, Molinos, Marcuello, Torres o Sacristán mantendrán aún salva su infanzonía en el censo elaborado por los Reyes Católicos en 1495, perdurando los linajes infanzones durante la Edad Moderna casi hasta el siglo XX.

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NOTAS

(1) Bobaje: tributo por la posesión de cabezas de ganado.
(2) Herbaje: tributo por el pasto de los ganados forasteros.
(3) Monedaje: tributo para que el rey renuncie a la acuñación de moneda y al lucro que tal fabricación significaba. Se pagaba cada 7 años.
(4) Además de estos derechos y obligaciones, el infanzón desde 1300, en general, no contribuye a las peytas o subsidios sino en tiempos de guerra, como tampoco contribuye a la construcción de fosos, puertas de las villas y murallas. Las causas que mantiene con el rey son juzgadas por el Justicia y su palacio es asilo de refugiados, salvo que se trate de ladrones, raptores y traidores manifiestos, o que el delincuente haya cometido el delito con su consejo. Desde 1307 se le reconoce libertad de testar para conservar íntegro su casal, y también se le exime de la prisión por deudas en 1626, o de la prisión por extender albaranes como mercaderes en 1646, a no ser que se demuestre que ejerce realmente el comercio con libros, tiendas o bancos. (GEA, artículo “Infanzones”. Ver bibliografía)

BIBLIOGRAFÍA

CONTE CAZCARRO, Ánchel:

A poblazión de Luna circa 1265. Revista “Argensola”, núm.112 pp.225-242. Huesca: Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1998-2002.

FALCÓN PÉREZ, María Isabel:

Las Cinco Villas, tierra de infanzones. En Las Cinco Villas aragonesas en la Europa de los ss. XII y XIII. Coord. Esteban SARASA SÁNCHEZ. Pp. 295-323. Zaragoza, IFC, 2007

Los infanzones de Aragón en la Edad Media. Zaragoza, IFC, 2008

GEA on line: artículo “Infanzones”

http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=7099&tipo_busqueda=1&nombre=Infanzones&categoria_id=&subcategoria_id=&conImagenes=

martes, 26 de octubre de 2010

Sobre la Historia y el Espectáculo...



Los profes de Historia tenemos mala suerte...

Un matemático, un ingeniero, un químico, un farmacéutico... tienen la oportunidad de experimentar en vivo y en directo con el objeto de sus investigaciones. De no ser así, íbamos daos cada vez que nos pusiésemos enfermos, se nos estropease el coche o fallase la instalación eléctrica. Pero los historiadores lo tienen mucho más crudo. Sólo disponen de indicios, fuentes directas que es preciso analizar con lupa para poder concederles fiabilidad. Y muchas veces, ni siquiera así están libres de falsas interpretaciones o falseamientos de la Historia que pretendemos iluminar y dar a conocer.

A pesar de ello, aún suponiendo que con un enorme cúmulo de buena suerte y un trabajo concienzudo, a veces de toda una vida de estudio dedicada a un personaje o un período histórico, los grandes investigadores logren esclarecer de forma suficientemente fiable un determinado acontecimiento, una parcela de esa Historia que ha consumido sus horas de sueño y sus desvelos, a los profesores (transmisores de cultura) nos toca luchar contra los alumnos... y contra estereotipos que el público tiene grabados a fuego en la mente y resulta muy difícil modificar.

Dentro de las estrategias de enseñanza de la Historia, el máximo nivel de aprendizaje sólo podría obtenerse mediante la experiencia directa, lo cual únicamente es posible participando de forma personal en un acontecimiento histórico contemporáneo (al menos hasta que alguno de esos científicos suertudos logre inventar una Máquina del Tiempo). Muy por debajo de esa experiencia directa se encuentra la Dramatización del hecho histórico... Y ahí es donde siempre mordemos en hueso.

¿Dramatizar un hecho o un período de la Historia? Es decir... ¿RE-crearlo? Pues sí, se ha hecho infinidad de veces, especialmente a través del cine y la TV, los medios de comunicación de masas del mundo actual. Ahora bien: ¿de qué modo y, sobre todo, con qué intención? ¿Qué buscamos al ver "Master and Commander", "El Nombre de la Rosa" o "Amadeus"? Pues en mi opinión, cada uno de nosotros intenta llevar el agua a su molino y muchas veces de forma equivocada: el historiador busca fidelidad a las fuentes históricas; el público en general busca entretenimiento, diversión y emoción; el sastre se fija en el vestuario, el peluquero en los tocados, el soldado (o el interesado en la cosa bélica) se fija en las armas y en las cuestiones militares... Y el creador/director/productor de la película, la serie o el documental... se fija en el "share" o en la recaudación en taquilla. Y si para aumentarla tiene que sacrificar a la Historia en aras del Espectáculo (o de lo que el público ESPERA ver en la pantalla), de la Economía (muchas veces hacer las cosas bien y con rigor significa GASTAR lo que no se tiene... o no se está dispuesto a invertir) o lo Políticamente Correcto (para no herir sensibilidades), pues se sacrifica y santas pascuas. Ejemplos los tenemos a millares, y los más recientes están aún ardiendo: "Hispania", "La princesa de Éboli", "Águila Roja"...

Si nos ponemos estrictos, si enarbolamos el Manual y no permitimos pasar una pifia, la verdad es que no se salva del todo NI UNA SOLA producción cinematográfica o televisiva de ambientación mínimamente histórica. Todas patinan por el mismo sitio: las concesiones a lo espectacular, a lo que el público quiere, por el mínimo dinero indispensable. ¿Se puede compaginar rigor histórico con espectacularidad? Nada más fácil: ¡Anda que no tenemos episodios en la Historia suficientemente espectaculares como para reflejarlos tal cual fueron! Pero, claro, quedan más obstáculos: el dinero, que todo lo puede (se trata de gastar lo mínimo ofreciendo una historia emocionante: al rigor que le vayan dando, que es caro), o la corrección social, que muchas veces es incompatible con la Historia... Si un hombre le pega una hostia a una mujer en una película ambientada en la Edad Media y ese mismo individuo no muere entre atroces dolores pocos minutos después como justa venganza ante tal maltrato, empiezan a patinar nuestras neuronas feministas por todas partes sin pararse a pensar un segundo que lo habitual (hasta hace relativamente poco tiempo, y para algunos malnacidos todavía hoy mismo) era que el energúmeno actuase de tan salvaje modo como algo cotidiano, como una costumbre socialmente admitida y (¡pásmense!) incluso alabada...

Y claro... luego tienes la tentación de poner en clase una película "histórica" para que los alumnos entiendan un poco mejor la época que estás explicando y... te sumerges en un mar de dudas o acabas llevándote a Gomi a clase para que comente fotograma a fotograma las "pifias" que vaya viendo una tras otra.

Lo dicho: tenemos mala suerte...





HISPANIA (La leyenda)

Pues sí señor... Al fin la estrenaron, mireusté. Después de docenas de anuncios, una demora para que no coincidiera con otra serie estrenada por Telecínico y todo un despliegue mediático alrededor de la nueva apuesta "histórica" de Antena 3 (la primera fue "La princesa de Éboli"), este lunes estrenaron "Hispania" y un coro de ladridos y quebrantos procedentes de la jauría recreacionista talibán se lanzó sobre ella para despedazarla sin dejarle un hueso sano...

Que sí, que vale, que la serie es una mierda, en eso estamos todos de acuerdo. Que la ambientación es patética, que el vestuario y el atrezzo son de "Berska", de "Ikea" y de las sobras de "Gladiator", que la interpretación de prácticamente TODOS los actores es penosa, patética, horrible, que parece un culebrón venezolano a la "hispana", que Juanjo Ballesta es un macarra barriobajero metido a adolescente díscolo lusitano, que Lluis Homar se cree Lawrence Olivier en "Espartaco" y no llega ni a Roberto Benigni en "Asterix y Cleopatra", que los soldados romanos montan a caballo con estribos y llevan cascos de opereta, que las "falcatas" hispanas son de Deepeeka, que los cinturones, las hebillas, las fíbulas, los colgantes y los vestidos son de comparsa de Moros y Cristianos, en el mejor de los casos, que el argumento mezcla churras con merinas y habla de Hispania como si fuese una democracia autonómica buenrollista gobernada por el PSOE...

Todo eso lo sé, pero qué queréis que os diga... Primero, que no se trata de un documental sino de una ficción televisiva. Y, además, española para más INRI. Si la propia serie "ROMA" -con toda su cuidadísima ambientación- fue puesta a parir por los entendidos de turno, no se podía esperar menos de esta "cagada" hispánica que parece más un "Águila Roja" celtíbera que un intento serio de novelar la vida de Viriato (de quien, dicho sea de paso, se conoce muy poco). Segundo, que puestos a escoger, o apago la tele y me veo una buena peli en el DVD o, como mal menor, me conformo con este intento de llevar algo de cultura a una Caja Tonta dominada por el Gran Marrano de la Milá, el "Sálvame el bullarengue" del lindo Mermelada o "La Noria" de esa recua de mulas que tiran de ella los sábados por la noche. Por lo menos, es un intento y es de agradecer. Y tercero, que las tetas de Ana de Armas no están nada mal, aunque sea con transparencias.


Así que oye... A mí me ha gustado, con sus fallos y todo.

(¡AAAAAAaaaaay, Omá, qué rica!)

jueves, 21 de octubre de 2010

Dados, Amor y Clérigos...


Ando yo últimamente muy lector...

Siempre lo he sido, pero es que en las últimas fechas (cosa de un par de meses, más o menos) me he "calzado" no menos de cuatro o cinco libros, alguno de los cuales tal vez me podría arrepentir de haber leído (ese Imperator que reseñé aquí mismo, sin ir más lejos) si no fuera porque la lectura siempre es un ejercicio extraordinariamente gratificante para los miembros del "Club Oficial de Odiadores de Belén Esteban" y... la televisión, en general.

Después de un par de semanas sin poder conectarme a internet (cosa que de todas formas recomiendo porque supone una cura de desintoxicación muy saludable para volver a poner los pies sobre la tierra sin perderse en el alienante mundo del Facebook, los foros y los blogs) debido a un virus gonorréico adquirido por visitar determinadas páginas innombrables sin preservativo, regreso a estos lares que tan abandonados tenía para retomar la casi ya adquirida costumbre de ofreceros una reseña de aquello que más me ha llamado la atención en esta reciente zambullida repentina en el mundo de las letras.

Se trata de un librito muy majo, muy curioso e interesantísimo cuya lectura ha tenido consecuencias importantes en mi modo de ver la recreación medieval... e incluso me ha servido de acicate para dar forma a una historia que tal vez -sólo tal vez- empieza ya a gestarse antes de plasmarla por escrito. Su título: Dados, amor y clérigos: el mundo de los goliardos en la Edad Media europea, del ensayista, poeta y crítico literario Luis Antonio de Villena, una obra ya vieja (la primera edición es de 1978) pero que constituye un auténtico clásico de la historiografía medievalista, muy recomendada en los seminarios y departamentos de Historia Medieval de las universidades españolas. Acaba de ser reeditada este mismo año y creo que merece la pena prestarle un poco de atención...

Para empezar, el tema. Últimamente quienes me conocen ya saben que mi personaje en Fidelis Regi se decanta hacia el mundo eclesiástico (nunca le agradeceré lo suficiente a mi querida y entrañable Rocío lo bonito que le quedó el hábito de monje que me cosió esta primavera), por lo que cuando vi este libro en la Librería General me entraron enseguida ganas de comprarlo (cosa rara... ¿verdad, maese Cornel?) y empaparme un poco del mundo goliardesco...


Pero ¿quiénes eran los goliardos?

No se sabe muy bien de dónde deriva el nombre, pero el autor del libro los define y describe como clérigos vagantes, peleadores, enamoradizos, cultos y mentirosos que habían abandonado sus estudios en el monasterio y tirado sus votos de obediencia y castidad a las letrinas (el de pobreza lo llevaban pegado a los hábitos: nunca fueron potentados) para dedicarse a recorrer los caminos, las villas, las universidades, las fondas, las tabernas y los burdeles de toda Europa viviendo de la caridad y el latrocinio en un constante "carpe diem" (disfrutad el momento) a salto de mata, expuestos a todos los peligros y placeres, componiendo poemas en latín, cantando canciones de taberna, pasando hambre, frío y calor, vendiéndose al mejor postor, renegando de la Iglesia y sus ministros (aunque no de Dios ni de la Fortuna) y... follándose lo que se les ponía a tiro (prostitutas -gratis- y criadas de buen ver, generalmente) a fuerza de recitar poemas y echarle mucho, muchísimo morro a la vida. Eran gentes sin amo ni señor, muy críticos con la sociedad en la que vivían (sobre todo con sus próceres: ricoshombres, monarcas, caballeros, obispos, cardenales y hasta el mismo Papa), imbuidos de cultura popular pero maestros en el arte de la versificación en latín, cuya obra más representativa (aunque en absoluto única) son los espléndidos Carmina Burana recopilados por Karl Orff en los años 30 del siglo XX.

Lo mismo podían ser secretarios de un noble que mendigos de ciudad, cortesanos palaciegos que profesores de Teología... Luis Antonio de Villena describe en este libro las vidas de algunos de ellos y hace una recopilación de sus poemas (traducidos al castellano pero también en su versión original latina) comparándolos con la lírica provenzal, la poesía de Amor Cortés e incluso las "cantigas de amigo" de la lírica galaico-portuguesa, marcando sus diferencias y llegando a conclusiones muy interesantes (también hubo goliardos en España, aunque pasado ya el apogeo goliardesco, a comienzos-mediados del siglo XIII). Y además lo hace el señor Villena con un estilo ligero, muy asequible y fácil de comprender, con abundantes ejemplos e incluso haciendo un ejercicio final de empatía con los personajes cuyas vidas y obras desgrana.

Vamos, que uno lee este Dados, amor y clérigos... y le entran unas ganas terribles de meterse en la piel de uno de ellos y contar sus peripecias por los caminos de Europa, huyendo de la Justicia y del monasterio, entrando al servicio de un caballero aragonés o echando un kiki con una criada jamona mientras canta eso de...

O, Fortuna
velut luna
statu variabilis.

Semper crescis
aut decrescis
vita detestabilis
nunc obdurat
et tum curat
ludo mentis aciem,
egestatem,
potestatem,
dissolvit ut glaciem.

No sé... Vamos, que me llama, me llama el tema goliardesco.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

HUELGA GENERAL


No sé... parece que es obligatorio hoy hablar de la Huelga ¿no?. Pues oye, hagámoslo con originalidad, con un ejercicio de práctica futurista a corto plazo:

ANTE EL ESPEJO:

Día 28 de septiembre de 2010. Miro la televisión, escucho la radio, leo los periódicos, me informo. España entera es un clamor:

DIGNIDAD. DERECHOS. PROTESTA. VOZ DE LA CALLE. ¡QUE LA CRISIS LA PAGUEN LOS RICOS!. ¡BASTA YA! ¡A LA HUELGA!.

Está bien, de acuerdo. La Reforma Laboral es una mierda. Me solidarizo. Hago oír mi voz, secundo la huelga y estoy orgulloso de ello aunque los sindicatos convocantes sean unos lameculos del gobierno que hacen las cosas mal y tarde. Grito en la manifestación, hago oír mi voz junto a la de mis compañeros y camaradas...

Llega el día 30. La huelga es, ha sido un éxito rotundo y, a la vez, un fracaso espantoso (cosas de las cifras, que son muy caprichosas y todo es "según el color del cristal con que se mira")...

Al gobierno de turno la huelga le parece un "sano ejercicio democrático" que demuestra un "claro espíritu de participación en el Estado de Derecho" (declaraciones de ZP en "El País del Mundo de la Vanguardia en el Heraldo de Aragón del Telediario de la Primera"). Educación para la Ciudadanía en vivo y en directo. Pero de retirar la Reforma, nones. Ya está aprobada y se va a llevar a cabo "velis nolis". Y que salga el sol por Antequera.

Y cuando a mediados del mes de octubre me veo con un recorte del 7% (que una huelga convocada "ad hoc", en la que también participé, no logró evitar), mas otro hermoso pico porque en la nómina de septiembre nos aumentan el % del IRPF para cuadrarlo al final de año, mas los cacareados 83 euros por haber hecho huelga el día 29... todo ello por el gusto de ejercer mi derecho a protestar, me miro al espejo al afeitarme. Amargado. Y una vocecita interior sustituye las grandes palabras, los discursos y las razones para decirme: ¡ERES GILIPOLLAS!. Digno, sí. Pero GILIPOLLAS.

Lo siento, pero paso.

Sé que los sindicalistas, la gente que cree de verdad en esa Voz de la Calle capaz de mover montañas y desestabilizar gobiernos, me pondrán a bajar de un burro. O lo supongo. Lamento que mi ejercicio de futurismo a cortísimo plazo suene a chufla, pero no voy a justificarme buscando razones. No hago huelga porque, a pesar de que me repatea la Reforma Laboral, no puedo permitirme el lujo de que me quiten casi cien euros de la nómina para que, además, la huelga no sirva para gran cosa.

Llamadme "pesetero", si queréis, lo admito plenamente, pero lo veo así de crudo.

Y quiero hacer constar que respeto y admiro a los idealistas que hoy hagan huelga por defender nuestros derechos laborales. Los de todos. En serio: los admiro y ojalá me lo pudiese permitir yo también.

Pero las grandes palabras (SOLIDARIDAD, DIGNIDAD, PROTESTA, LA VOZ DE LA CALLE y todo eso) no harán que el banco me perdone la hipoteca de septiembre, entre otras muchas cosas.

IMPERATOR (Isabel San Sebastián)


Retomemos, queridos cachorros, la crítica literaria como uno de los puntales de este mi blog...

El último mamotreto de más de 300 páginas que ha pasado por mi "scanner" literario particular ha sido este Imperator de la insigne columnista de El Mundo y tertuliana de la COPE doña Isabel San Sebastián (famosa también por sus "agarradas" verbales con el también periodista José Mª Calleja en diversos programas de TV, por lo que parece).

He de reconocer que no tenía yo referencia alguna de esta buena señora ni como columnista ni como escritora (aunque en algunas páginas interneteras de dudoso gusto se la llama "fachaperiodista"), por lo cual su última novela ha sido mi primer acercamiento a su labor literaria. Lo que me llamó la atención, sobre todo, cuando me lo dió a conocer mi estimado señor de Urrea fue el tema del libro: la Europa de comienzos del siglo XIII con su Occitania cátara en plena ebullición, su batalla de Muret, sus luchas entre güelfos papales y gibelinos imperiales, la 4ª Cruzada, la toma de Damieta y la excelsa figura de Federico II Hohenstaufen y Altavilla, rey de Sicilia y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, llamado "Stupor Mundi" (Asombro del Mundo) por su gran cultura (hablaba nueve idiomas y escribía siete en una época en que la mayor parte de los grandes monarcas apenas sabía leer ni escribir), su importante labor política y su pujante personalidad. Datos todos ellos que me animaron a empezar la lectura con cierto interés aunque con no poca reticencia, ya que me olía alguna soflama nacionalista de esas que me repelen bastante, vengan de donde vengan.

Pero no. Comencemos la crítica diciendo que no está mal, el mamotreto. Se deja leer, no se cae de las manos en los primeros capítulos y consigue enganchar al lector, si bien no de una forma obsesiva ni mucho menos impactante. Es de esas novelas que uno termina de leer porque ya que la has empezado tampoco la vas a dejar a mitad, aunque a veces entran tentaciones de hacerlo. Me pasó algo parecido con Corazón templario, de Enrique de Diego, otro mamotreto que me prestó Jesús Fidelis y que también me leí con cierto interés pero sin entusiasmo. Una novela de andar por casa, vaya, de las de leer con cierto agrado y olvidar con relativa facilidad...

El protagonista de Imperator debería ser Federico II Hohenstaufen, desde luego, a tenor del título, pero en realidad es la historia de una cátara (?) llamada Braira de Fanjau a la que se le da bien la lectura del Tarot (aprendida de su madre, cosa que ya me hizo torcer el morro porque a mí los "esoterismos" tipo Iker Jiménez en las novelas históricas me producen cierto sarpullido intelectual) y que gracias a su habilidad consigue formar parte de la corte imperial camelándose a la reina Constanza de Aragón (hermana de Pedro II y primera esposa de Federico), a la que conoce en el palacio de la Aljafería de Zaragoza después de huir de su Occitania natal tras haber ayudado inconscientemente al asesino de Pere de Castelnau, legado papal cuya muerte desencadenó la cruzada albigense proclamada por Inocencio III y liderada por el infame Simón de Monfort.

Circulan por las páginas del libro personajes como el desgraciado príncipe Enrique Hohenstaufen, hijo de Federico y Constanza, regente del Imperio a quien su propio padre mandó encarcelar por alta traición; Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Padres Predicadores y maestro de Guillermo, el hermano de Braira, que abraza la fe católica gracias al ardor y la capacidad oratoria del futuro santo; Gualtiero de Girgenti y su hijo Guillermo, ambos dos caballeros de intachable valor y rendidos amantes de su cátara esposa y madre doña Braira (que no lo debía ser tanto, pues los cátaros no reconocían el sacramento católico del Matrimonio); la reina doña Constanza de Aragón, ejemplo de princesas medievales bellas, inteligentes y astutas, pareja en virtudes a doña Leonor de Aquitania; el enigmático y arrogante Miguel Escoto, alquimista, médico y astrólogo asistente de Federico en la corte siciliana y otros muchos personajes menores que acompañan el periplo vital de doña Braira, la cual es tan virtuosa y desgraciada que da penica, la pobre, por tantas cosas que le ocurren, de modo que entre muertes y desapariciones de seres queridos (su padre, por ejemplo, en el castillo de Foix, la reina Constanza -su amiga y confidente- o sus propios esposo e hijo, a manos de los sarracenos) puede decirse que su única alegría en la vida había sido enamorarse de Gualtiero y pasar con él unas cuantas temporadas entre guerra y guerra, ya que Federico es un mujeriego empedernido y la Braira parece que está muy buena, de manera que Su Majestad Imperial manda al marido a casa Dios día sí y día también para poder tirarse a la cátara... sin conseguirlo.

Lo mejor del libro: las descripciones de la corte siciliana (con sus intrigas, intentos de asesinato incluido) y el propio Federico II, un personaje interesantísimo, para echarle de comer aparte (inteligente, impaciente, colérico, arrogante, culto, impulsivo y buen mozo) pero que refleja muy bien el carácter de un monarca medieval, enfrentado al mismo Papa y a Dios y su Santa Madre si se tercia con dos cojones bien puestos. A pesar de ser Braira el personaje que introduce los hechos, la figura de Federico y su biografía están bastante logradas y animan a emprender lecturas más profundas sobre este soberano (cosa que me parece imprescindible en una buena novela histórica). ¡Ah, y mencionar también que en el cómputo de nobles participantes en la batalla de Muret se hace referencia expresa a los "Fideles Regi" en general y a Aznar Pardo en concreto, cosa que siempre se agradece...!

Lo peor: una historia cogida en algunos puntos con alfileres y bastante mal resuelta (a mi modo de ver). Por ejemplo: el "gran secreto" de Braira, lo que oculta a todo el mundo hasta casi el final de la novela, es su condición de cátara... que no se manifiesta en absolutamente ningún momento de la novela. Ni "consolamentum", ni negación de los sacramentos católicos, ni proselitismo, ni voto de pobreza, ni nada que se le parezca, a pesar de lo cual ella sigue considerándose "hereje" en su fuero interno. En otro momento de la novela es comisionada por la reina Constanza para que se entreviste con su hermano Pedro II de Aragón... y Braira aprovecha el momento para hacer una visitilla ¡de dos años! a sus padres en Occitania, de manera que cuando se encuentra con don Pedro está en Muret y es testigo de la batalla en la que muere el monarca aragonés, de modo que se tiene que volver a Sicilia sin haber cumplido el encargo de su señora... Para ese viaje no se necesitaban alforjas, caramba... Y las descripciones de armas y pertrechos, de traca: doña Isabel no se ha documentado correctamente, pues habla de "armaduras", "broqueles" y "mandobles" en la batalla de Muret... Y algunas otras cosillas más.

En definitiva, y por resumirlo todo en una palabra: PRESCINDIBLE. De todo punto.

domingo, 26 de septiembre de 2010

El gorrino mal capao...

A veces, entre unas tontadas y otras, crees que tienes la situación bajo control, los cabos bien atados y los planes bien trazados, incluido el famoso Plan B, antes de lanzarte al abismo, pero te sale el gorrino mal capao y se te revuelve en busca de venganza... En esa guerra civil personal de tí contra tí mismo empiezas a preguntarte qué es lo que ha podido salirte mal, en qué te has equivocado para que ahora te veas arrastrando el fusil por tierra camino del exilio, con el enemigo pisándote los talones. Y empiezas a buscar culpables, a lamentarte y a despotricar, si tienes alma de fuego, o a ponerte nostálgico y llorar mirando a las estrellas si la tienes de cristal...

Debe ser una auténtica putada. Sobre todo cuando miras hacia atrás y hay tantos cadáveres en las cunetas.

Es una reflexión que me ha dado por hilvanar al leer una página en internet sobre la ruta Orwell, en la sierra de Alcubierre. Ya os contaré más en detalle...

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Experiencias docentes

Ya tenemos aquí el nuevo curso.

Estrenando libros, estrenando alumnos, estrenando vivencias y estrenando cargo con todo el orgullo: profesor en prácticas. Como suele ya ser costumbre inveterada en mi caso, me han tocado en suerte los alumnos de 1º y 2º de ESO. Me gusta trabajar con ellos. A veces me sacan de quicio, se vuelven insoportables, te obligan a pegar unos bocinazos ensordecedores, te cabrean, te enfurecen...

Pero también puedes comprobar con enorme satisfacción que todavía son capaces de asombrarse cuando descubren algo nuevo, algo que les enseña, que les enriquece, que les gusta o que les sorprende. Esas caras de incredulidad, de interés incluso (¡que ya es difícil teniendo 13 años en el 2010, con la cantidad de estímulos que les rodean en todo momento!), cuando les haces ver girar la Tierra sobre su eje iluminada por el sol, cuando les explicas que la emperatriz Teodora era una puta ambiciosa, bella e inteligente que alcanzó la cúspide de una sociedad dominada por hombres al casarse con Justiniano el Grande, o que la revuelta Niká del año 532 en las calles de Bizancio se saldó con 30.000 muertos bajo las espadas de la guardia imperial en el Hipódromo a las órdenes de los generales Belisario y Mundo son un verdadero cántico a la Enseñanza con mayúsculas, más allá de los mil sinsabores que rodean a nuestra profesión. Sí... me gusta trabajar con esos chiquillos.

Esta misma mañana he tenido una de esas experiencias maravillosas con ellos, una de las que te hacen sentirte orgulloso y te confirman que lo que haces sirve para algo:

Hoy, a quinta hora, les he explicado a mis alumnos de 1º de ESO (12-13 años) los movimientos de la Tierra, la sucesión del día y la noche y las estaciones del año con la ayuda de un pequeño globo terráqueo suspendido en un campo electromagnético y una linterna, bajando las persianas de la clase para darle más espectacularidad a la experiencia...Cuando ha sonado el timbre un alumno me ha dicho, literalmente encandilado... "Oye... ¿no nos puedes dar clase tú también la siguiente hora?".

Sí, no me cabe duda: momentos y preguntas como esas, para mí, justifican las horas al volante, la preparación de clases, el estudio de las oposiciones, la atención a los padres y los mil sinsabores de 12 años de trabajo en las aulas de ocho institutos de todo Aragón...

viernes, 20 de agosto de 2010

44 en Facebook

No, no es un número mágico, ni el de una compañía de marines de la IIª Guerra Mundial. Son los años que cumplí ayer. Y como ya habéis dicho lo suficiente en mi perfil de Facebook, no merece la pena añadir mucho más... Aquí tenéis la cantidad de amigos que me han felicitado...

http://www.facebook.com/profile.php?v=wall&ref=profile&id=1358782040

Muchas gracias a todos... Y que dure.

martes, 17 de agosto de 2010

El monasterio de Santa María de las Huelgas Reales de Burgos

Esta semana pasada cometí una de mis locuras: un viaje relámpago a la cuna de Castilla, la ciudad de Burgos. Trescientos y pico kilómetros en un seat Ibiza bastante parcheado pero que respondió como un jabato tanto a la ida como a la vuelta. El objetivo: visitar el monasterio de las Huelgas Reales, algo así como el Poblet castellano, el mausoleo donde descansa la flor y nata de la monarquía de Castilla, más concretamente el rey don Alfonso VIII ("el de las Navas") y su esposa la reina doña Leonor Plantagenet de Inglaterra. Claro que lo que yo pretendía ver, especialmente, era el Museo de Telas Medievales con el ajuar funerario del infante don Fernando de la Cerda (hijo de Alfonso X "El Sabio"), el de su hijo el infante don Alfonso y el de la reina doña Leonor, que para eso la ropa medieval nos tiene a maltraer con el tema de las sayas, briales, pellotes, capas, cinturones, birretes, crespinas y demás zarandajas. Quién iba a decirlo: a los 44 años y convertido en una marujona que consulta catálogos de moda. Aunque sea del siglo XIII...

Sin embargo, la visita merece mucho la pena y no sólo por el extraordinario Museo de Telas, al que se accede al finalizar el recorrido. El monasterio fue fundado por los reyes don Alfonso y doña Leonor bajo la advocación de Santa María, en 1180, y tuvo como finalidad la de servir de descanso o reposo ("huelga") a los monarcas tanto en vida como tras la muerte, ya que se hicieron depositar en sus naves los sepulcros de ambos y de varios miembros de la familia regia. No obstante hay otra teoría que señala que el edificio se alzó en una finca dedicada a la cría de animales no destinados al consumo o a la caza, es decir, a animales "de huelga", de ahí el nombre del monasterio. Un poco forzado ¿no? A mí, qué queréis que os diga, me convence más la primera explicación. En cualquier caso parece estar descartada cualquier implicación de CC.OO. o la UGT en la fundación del cenobio...

Hoy, como hace 700 años, está bajo la regla del Císter y en él profesan docena y media de monjitas de clausura de dicha Orden, si bien el monasterio, por ser fundación real, pertenece al Patrimonio Nacional. La mayoría de las edificaciones (es un monasterio de dimensiones espectaculares) data del siglo XIII aunque se conservan algunas capillas (la de Santiago, por ejemplo, mudéjar) y un hermoso claustro románico ("las Claustrillas", por sus dimensiones más reducidas) del último tercio del siglo XII. Se accede desde un hermoso arco de piedra al patio interior que conduce al pórtico O., donde se encuentra una bellísima portada gótica con las armas de Castilla y León en sus arquivoltas. Hay que decir que, para no perder mi inveterada costumbre de ser "antes muerto que sencillo" y con el precedente de Anento, Peracense y mi novedosa defensa de la programación didáctica de modo poco ortodoxo, me vestí mis ropas monacales durante toda la visita, causando en el público y en la guía del monasterio la sensación que podéis imaginaros. No sé si pensaron que estoy loco o que soy una especie de genio incomprendido, pero me da exactamente igual: allá se fue el Enrique vestido de monje benedictino, con su bastón en la mano derecha y su anillaco en el dedo anular, bendiciendo al personal a diestro y siniestro. Y que salga el sol por Antequera, qué coño. Lo pasamos de maravilla y la gente disfrutó viendo todo aquello con la ambientación adecuada...

Entramos en el crucero de la iglesia monacal (es de planta de cruz latina) y contemplamos todo aquello con verdadero interés mientras nos explicaban las reformas que en siglos posteriores se hicieron en la iglesia, tapando con un muro los arcos de acceso a la nave para salvaguardar la clausura de las monjas cistercienses. En la nave de la izquierda pudimos ver el sepulcro del primogénito de Alfonso X, el infante don Fernando de la Cerda (así llamado por la verruga pilosa que "adornaba" su cara o por tener un cabello espeso, duro y rizado, quédese cada cual con la explicación que quiera), el único intacto tras los estragos y rapiñas de la invasión francesa de 1808 porque a su lado se encontraba la tumba de su hijo el infante Alfonso (también llamado "de la Cerda" por heredar el mote del padre, supongo) y los soldados gabachos tumbaron la pesada tapa de piedra de ésta sobre la del padre, impidiendo así que fuese saqueado el sepulcro. Este es el motivo por el cual se conservan perfectamente todos los maravillosos ropajes que vestía el infante don Fernando en el momento de su muerte, muy jovencico para nuestra época (20 años) y por causas naturales aunque repentinas, en el año 1275, expuestos en el Museo de Telas Medievales (vestiduras del infante, su anillo, su birrete, su espada, espuelas, talabarte y otra serie de objetos). Además pudimos ver otros muchos sepulcros como el del propio infante don Alfonso de la Cerda, el de Enrique I (hijo de Alfonso VIII, un jovencísimo rey de Castilla que murió tempranamente en 1217, a los 13 añitos, al caerle sobre la cabeza una teja y sufrir una trepanación que le llevó a la tumba -¡hay una foto del cráneo trepanado!-), el de la reina doña Leonor (esposa de nuestro Jaime I de Aragón e hija de Alfonso X de Castilla, muerta en 1244) y una docena más.

En la nave central, con los arcos perpiaños que la flanquean también cegados en el siglo XVI, pudimos ver las bellísimas tumbas del rey Alfonso y la reina doña Leonor (muertos ambos en 1214), la primera de ellas con las armas de Castilla y la segunda con los leopardos coronados de la Casa de Plantagenet inglesa (Leonor era hermana del mítico Ricardo Corazón de León). También había otros sepulcros exquisitamente decorados, como el de doña Berenguela (hija de Alfonso VIII) y el de Blanca de Portugal (hija de Alfonso III de Portugal y nieta de Alfonso X "el Sabio" de Castilla, que no fue reina pero sí señora de las Huelgas Reales). Y las paredes, cubiertas con hermosos tapices que nos explicaron que no eran tales, sino "reposteros", que se diferencian de los tapices en que en éstos las figuras están cosidas sobre el fondo del tapiz... Nunca te acostarás sin aprender una cosa más.

Luego pasamos al Claustro principal, llamado "de San Fernando" porque no adivinaréis nunca qué rey lo mandó construir entre 1240 y 1260. En él lo más impresionante es la Sala Capitular (abajo), de dimensiones colosales y todavía hoy utilizada por las monjas en ocasiones especiales. En esta sala capitular, cubierta con bóvedas de crucería, estaba en tiempos el llamado "Pendón de las Navas", al parecer una parte de la tienda o pabellón usado por el Miramamolín (deformación castellana del título Amir al-Mu'minin o "Príncipe de los Creyentes") Muhammad al-Nasir en la batalla de las Navas de Tolosa, que hoy puede contemplarse en el Museo de Telas Medievales. El claustro, dicho sea de paso, está cubierto con bóvedas apuntadas y decoradas con ornamentación calada de estilo mudéjar, con inscripciones árabes del tipo "Alá es el más grande" (Allah u-aqbar)... Lo cual no deja de ser paradójico. Los arcos del claustro fueron también tapiados en el siglo XVI porque el frío de Burgos en invierno tiene fama y tampoco era plan de tener a las monjitas congeladas en las reuniones del Capítulo.


Ya de ahí pasamos a las "Claustrillas", donde decidí darle ambientación al tema dándome un garbeo por el claustro con paso solemne y rezando en latín para regocijo de visitantes y guía, la cual me advirtió con mucho cachondeo y amabilidad que le estaba alborotando al personal, pero que se lo estaba pasando como una enana. Momento que aproveché para desvelar mi condición de Escribano Mayor de la más extraordinaria mesnada medieval de la Península Ibérica, la hueste Fidelis Regi, y quien lo dude que venga a hablar conmigo, que le dejaré las cosas claras con buenas razones. Ahí vinieron las preguntas de los asistentes, las felicitaciones y las gracias por hacer pasar a la gente un buen rato de recreacionismo "en vivo y en directo".

Ya para terminar, después de visitar la capilla de Santiago (donde una talla de madera articulada del santo era utilizada para dar el espaldarazo de caballero a los reyes de Castilla, ya que sólo Dios o el propio Santiago podían hacerlo), pasamos al Museo de Telas Medievales, instalado en la cilla del monasterio (pueden verse las tolvas desde las que se introducía el grano en los almacenes del monasterio), donde pudimos contemplar embelesados las ropas del infante de la Cerda, las de su hijo Alfonso, las del rey Enrique (el de la teja) y las de la reina doña Leonor. La sala estaba poco iluminada para salvaguardar la delicadeza de unos tejidos de casi 700 años, pero la exposición es magnífica: el pendón de Las Navas, el pellote de Fernando, el de Leonor, la crespina del infante don Alfonso, la saya encordada de la reina (enorme, de casi dos metros, lo cual se debe a que en la época los trajes arrastraban por el suelo y era preciso recogérselos para andar, señal de la condición noble del portador, cuyas manos se ocupaban únicamente de recogerse las ropas), la del infante (derecha), las capas, los cinturones extraordinariamente bordados con las armas de Castilla y León, la espada y el anillo del infante don Fernando... Una pasada. Un lujo para un recreacionista del siglo XXI.

Y ya salimos al exterior... donde me esperaban mi hermana y mi cuñado con mis sobrinos. Los cuales, al verme de tal guisa vestido, no pudieron dejar de reírse (ya me conocen bastante) y, mientras mis sobrinos se me colgaban de los brazos y el cuello y me comían a besos, me dije que nunca una hermosa visita podía tener un final tan feliz.

¿Qué? ¿Merece la pena o no hacer una escapadita a Burgos, aunque sea sólo para ver las Huelgas Reales?

lunes, 9 de agosto de 2010

PERACENSE, 2010

Esta pasada semana me ha ocurrido algo extraño... Muy extraño...

Escribo estas palabras desde mis posesiones en la vieja Zufaria, rendido casi por el sueño acumulado, pero todavía no sé muy bien si el sueño ha sido tal o si era una realidad.

He vivido, o me ha parecido vivir, durante cuatro días entre personas que no eran de este mundo. He entrado en un extraño vórtice del tiempo, en una burbuja que sin darme cuenta me ha trasladado a una época en la que el Honor, la Guerra, la Política, la Vida y la Muerte tenían un sentido radicalmente distinto al que hoy les damos...

He escuchado el tintineo de un martillo domando el hierro candente sobre un yunque, he oído el tañido de una campana llamando al cambio de guardia y a un sargento de armas echar unas broncas terribles a unos centinelas que no parecían entender que en su importante cometido descansaba la seguridad de las gentes acogidas al amor de los muros de una fantástica fortaleza de la frontera con el reino de Valencia en un momento en que vivir o morir dependía del sueño o la distracción estúpida de un soldado de la guardia...

He escuchado el rasgueo lánguido y bellísimo de un oud musulmán desgranando notas de música acompañando a una hermosa voz que entonaba canciones que traían el recuerdo de los jardines de al-Ándalus...

He vuelto a recordar los tiempos en que aún creía firmemente en Dios rezando el Ave Maria, Gratia Plena..., vestido de capellán benedictino, ante la imagen de Nuestra Señora del Castillo mientras una anciana dama que visitaba la capilla se persignaba como si estuviese en la Pulchra Leonina, en Santa María del Mar o en la misma Chartres...

He sido testigo del asalto a un castillo, he participado de su defensa y he visto, literalmente, correr la sangre a causa de tal lucha...

He visto, estremecido, combatir a dos nobilísimos caballeros, a dos Ricoshombres de Natura aragoneses buscando el Juicio del Altísimo por la posesión de una joya, de un sueño, de uno de los más hermosos castillos de la Corona. Y viendo esa lucha, reflexionando sobre ella, he lamentado en lo más hondo de mi corazón el haber frivolizado inconscientemente sobre la grandeza de aquellos sobre cuyos hombros descansó la construcción de un Reino, la defensa de un Trono y la salvaguarda de sus Leyes...

He soñado que estaba en Peracense, en el año de Gracia de 1210, y que Pedro II el Católico era el rey de Aragón...

O tal vez no lo he soñado. En cualquier caso, agradezco infinitamente tal sueño a todas y cada una de las personas (caballeros, herreros, meretrices, aguadoras, carpinteros, cocineros, freyres, soldados de mesnada, ricas damas, costureras, artesanos...), a todas las mesnadas amigas que lo han hecho posible con su esfuerzo, su tesón, su apoyo y esa pasión desatada por la Edad Media que nos une.

Eso es Peracense. Ese es el espíritu de la Mesnada Fidelis Regi...

GRACIAS A TODOS!!!!!!!!!!!!!

jueves, 29 de julio de 2010

Funcionario de carrera... por fín.

No las tenía todas conmigo...


Lo de exponer una unidad didáctica vestido con un hábito de monje benedictino del siglo XIII puede ser una genialidad o una payasada, según el grado de humor o la tolerancia que tengan los miembros del tribunal que te juzgue. Pero me la jugué. Decidí ser fiel a mí mismo, plantear mi filosofía de la enseñanza partiendo del hecho innegable de que "serio" no significa "aburrido" y que el "instruir deleitando" de los Ilustrados del XVIII sigue teniendo hoy más vigencia que nunca. Y me salió bien.

Fue espectacular. Quienes me conocen no pueden extrañarse de ello, naturalmente, ya que lo de ser caballero y escribano de Fidelis Regi no responde sólo a una apasionante atracción por la Edad Media, que también la siento, sino a un afán de protagonismo y a una vena artístico-interpretativa que, si bien es cierto que algunos disgustos me ha costado, no lo es menos que me ha proporcionado grandes momentos que superan a los "planchazos". Sobre todo ante mis alumnos.

Ya me lo dijo el presidente del tribunal: "le felicito por su valentía, ya que no todo el mundo sería capaz de jugar la baza de la motivación y la originalidad para presentar su defensa de la unidad didáctica en unas oposiciones". Y por lo que parece, pues les gustó bastante. También me planteé el hecho de que me hallaba ante cinco damas y caballeros que llevaban escuchando la misma monserga al menos dos semanas, así que me dije que había que hacer algo que rompiese esa monotonía, impactarles, modificarles los esquemas.

Y lo hice: planteé una unidad didáctica original, arropada por un currículo serio, bien argumentado, con todos sus elementos, sus objetivos, sus actividades, sus criterios de evaluación y la experiencia de once años en las aulas... Llegó un momento en que no me sentía ante un tribunal que me estuviese juzgando, sino ante una reunión rutinaria del Departamento de Geografía e Historia... Unos colegas, vaya, que no por ser profesores titulares todos ellos dejaban de ser compañeros. Me sentía suelto, a gusto, dominando la situación pero sin soberbia ni superioridad, sabiendo responder a todas las posibles preguntas-trampa. En mi salsa. Demostrándoles mi vocación más intensa: la de profesor.

Al salir del aula de examen me dió el bajón... Habían sido tres semanas de nervios, de no tenerlo claro del todo, de no saber si tenía que ser yo mismo ante el tribunal o aparentar un tipo de docente que me repele, el erudito, el pitagorín que domina bibliografías, datos, conocimientos... hasta que tiré por la calle de en medio y me encomendé a San Isidoro de Sevilla, patrono de la facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza. Salió bien. Esa noche dormí como un bendito casi diez horas...

Luego... la espera. Los nervios. Las listas de baremación... La semana pasada, la nota ponderada, un 7'675. Y esta mañana mismo, la confirmación...

Al fín, después de once años, soy profesor titular, funcionario de carrera, uno de esos "chupones sinvergüenzas a los que nos regalan el trabajo y a los que se nos está bien que nos rebajen el sueldo que ganamos por no hacer nada". Que os zurzan, imbéciles.

Y no quiero cerrar esta entrada sin daros las gracias a todos los que durante este tiempo siempre habéis creído en mí y me habéis animado... Lo he conseguido y os lo dedico a todos vosotros: mis padres, mis hermanas, mis tíos, mi familia, mis amigos. Gracias de todo corazón.



FIESTAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

miércoles, 30 de junio de 2010

Fin de curso...

Hoy hemos tenido el último claustro del curso en el IES Gallicum de Zuera, en el que trabajo desde hace dos años.


Hemos entregado los anuarios del centro a los alumnos de 4º de ESO y de 2º de Bachillerato, chicos y chicas que han estado con nosotros desde que comenzaron la Secundaria y que ahora se enfrentarán a nuevos retos, nuevos estudios, nuevos proyectos...


Mientras escuchaba a Sofía, la Jefa de Estudios, desgranar los nombres de todos ellos y sus tutores les repartían los anuarios con las fotografías de sus compañeros, me ha invadido una vieja nostalgia. Nostalgia de aquel día en que, reunidos en el salón de actos del colegio La Salle "Gran Vía" de Zaragoza todos los alumnos de COU de la promoción 1980-1984, recibí la felicitación de mis profesores y mi insignia de estudiante lasaliano (aún la guardo: un escudo con tres cabrios de oro sobre fondo de azur y la divisa latina SALLA INDIVISA MANENT alrededor del campo: "Los Lasalianos permanecen unidos") y me ví también como esos chicos y chicas del Gallicum: enfilando una nueva etapa de mi vida.


No ha sido una mala vida, vista ahora, a 26 años de distancia, que tiene tela. Las circunstancias me llevaron a ocupar el sitio del profesor en un aula, impartiendo la docencia a grupos de alumnos que, con todos los cambios que la sociedad, los gobiernos y sus absurdas legislaciones ha marcado a fuego desde entonces en sus caracteres (a menudo para peor), siguen siendo adolescentes en busca de sí mismos, como aquél que recibió orgulloso su insignia en el salón de actos de La Salle Gran Vía, y que, a menudo, son incapaces de encontrar su sitio sin ayuda, aunque no quieran, no sepan, o no se atrevan a pedírnosla.


Por eso quiero traer aquí a colación un texto que escribí, hace ya años, para otros alumnos, o tal vez para los mismos, también una tarde de verano muy calurosa y con la misma emoción que me ha embargado hoy... Dice así:


Después de todo el tiempo
que hemos pasado juntos
en las aulas del centro,
en los pasillos y los recreos...

Después de todos
los suspensos y los aprobados,
los exámenes y los trabajos,
los disgustos y las alegrías...


Después de que muchos de vosotros
hayáis sido nuestros alumnos
durante seis años
de vuestra vida de estudiantes...


No podemos menos
que despedirnos hoy de vosotros
con todo nuestro afecto
y desearos toda la suerte del mundo
ahora que vais a volar
con vuestras propias alas.


¡Muy buena suerte a todos,
chicos y chicas!


Y es que al final de curso, a pesar de los malos ratos que te hacen pasar esa panda de cabrones... esto es lo que se te queda en el corazón.