jueves, 22 de diciembre de 2011

FELIZ NAVIDAD

Este año, no sé por qué, enfoco estas fiestas con un poco más de optimismo que el pasado. Tal vez sea porque hemos aumentado la familia en dos personitas maravillosas (Sofi y Damasito) , pero me siento más alegre de cara a estos días que nos esperan... Es posible que ese Niño Dios cuyo nacimiento celebramos (aunque pocos lo recuerden realmente) me recuerde esos dos rostros felices de mis nuevos sobrinicos, pero es cierto que contemplo estos días con mayor ilusión...


Así que lo dicho: Feliz Navidad a todos y que el nuevo año 2012 no nos traiga el cacareado Fin del Mundo sino el nacimiento de otro mejor...

martes, 20 de diciembre de 2011

La muerte del Justicia de Aragón

Felipe II de Habsburgo fue un rey notable...

Envuelto en una Leyenda Negra que llega hasta nuestros días, alimentada por episodios como la extraña muerte de su primogénito el infante don Carlos en 1568, el Tribunal de los Tumultos del duque de Alba en Flandes o el desastre de la Gran Armada (llamada "Invencible" por sus enemigos ingleses para ridiculizarla) en 1588, la figura de este monarca vestido siempre de luto riguroso, tenido por fanático, intransigente, déspota y de pocas luces (su apelativo de "El Prudente" siempre se ha asociado con una falta de iniciativa fruto de sus supuestamente escasas entendederas) se muestra siempre arropada entre tonos grisáceos, tristes, oscuros, protagonizando una "etapa negra" en la historia de España.

Sin embargo, basta con darse un paseo por el Real Sitio de El Escorial para darse cuenta de que la visión de Estado del monarca español estaba muy por encima de esa Leyenda Negra que injustamente se le atribuye y que, sin embargo, no roza siquiera a contemporáneos suyos como Isabel I de Inglaterra (que persiguió a los católicos con igual o mayor saña que Felipe a los luteranos o calvinistas) o Enrique IV de Francia (el de las guerras de Religión y lo de "París bien vale una misa"). Meticuloso en el trabajo (nunca dejaba de revisar por sí mismo los miles de legajos, peticiones y papeles que pasaban por su despacho diariamente), con excelentes conocimientos de astronomía, matemáticas y arte (atesoró para la posteridad la mayor colección de pintura flamenca del mundo), hijo de su tiempo y en muchos aspectos adelantado a la visión de futuro de las monarquías europeas (nunca, por ejemplo, dejó los asuntos de estado en manos de validos o primeros ministros, encargándose personalmente de dirigir sus reinos con mano de hierro), su política interior y exterior está cubierta de luces (Lepanto, Portugal, América) y sombras (Flandes, Inglaterra, la bancarrota económica, la Inquisición...), pero sus enemigos dentro y fuera de España han procurado siempre que las segundas oscurezcan y oculten a las primeras...

Hoy, sin embargo, se cumple el 420º aniversario de una de estas sombras, y tiene que ver directamente con el reino de Aragón. Ocurrió en 1591, cuando el secretario de don Felipe -Antonio Pérez, acusado de la muerte de Escobedo, hombre de confianza del hermanastro del rey, don Juan de Austria- escapó de las cárceles reales y halló refugio en Aragón, acogiéndose al Privilegio de Manifestados que amparaban los Fueros del reino bajo la jurisdicción del Justicia. Para evitar tener que renunciar a su autoridad, el rey logró que Antonio Pérez fuese acusado de herejía, cayendo entonces en manos de la Inquisisión y siendo trasladado a la Aljafería, prisión inquisitorial, sustrayéndolo de la jursidicción foral aragonesa. Pero el pueblo asaltó el palacio y liberó a Pérez el cual, a río revuelto, aprovechó la ocasión para marchar a Francia y dejar el zancocho a los aragoneses.

El resto de la historia es triste y conocido: harto de la situación, Felipe II ordenó a su capitán Alonso de Vargas que partiese hacia Aragón, entrando triunfalmente en Zaragoza el 12 de noviembre de 1591. Ocupada Zaragoza y en contra de la opinión de Vargas, el rey desató una represión con el objeto de castigar de forma ejemplar a los amotinados. El 18 de diciembre llegaron, secretamente, los despachos del rey a Vargas: debía prender y ejecutar al Justicia y enviar presos a Castilla al Duque de Villahermosa y al Conde de Aranda. La sentencia se ejecutó dos días después y el 21 de diciembre la cabeza de don Juan de Lanuza V "el Mozo" caía decapitada en la Plaza del Mercado de Zaragoza ante los soldados castellanos, ya que ningún aragonés quiso presenciar la ejecución...

Es bien cierto que cada acontecimiento histórico debe ser observado desde la perspectiva del tiempo y de las circunstancias que lo rodearon. Y en este caso, no es tampoco menos cierto que la actitud del monarca era la correspondiente a un soberano cuya razón de Estado se encontraba por encima de foralismos, localismos y peculiaridades regionales en beneficio de una visión global de la monarquía donde la autoridad real exigía por encima de todo ser obedecida para mantener la unidad de sus reinos. A pesar de ello, no obstante, la muerte de Juan de Lanuza no dejó de ser un contrafuero flagrante ante unas leyes que el propio monarca había jurado respetar. Felipe II, un gran rey, pero educado en Castilla y según los principios del autoritarismo castellano, rodeado de castellanos o de extranjeros que servían ante todo su política y convencido del carácter divino de su misión, no sólo ignoraba la realidad aragonesa, sino que además estaba incapacitado para comprenderla.

Y por ello, aún comprendiendo y respetando nuestra historia, que es la que fue y no puede cambiarse, Juan de Lanuza V seguirá representando siempre para mí a un digno funcionario celoso de los fueros aragoneses y consciente de su papel en la Historia, una triste sombra dentro de lo que pudo ser un reinado brillante de haber sido distintas las circunstancias...

MEMENTATE, DOMINI, QUIA IN ARAGONIA PRIMUM FUERUNT LEGES QUEM REGES...


lunes, 19 de diciembre de 2011

Víctima silenciosa


La de hoy es una vieja bella historia con un triste final actual...

París, 1798. Después de sus victoriosas campañas en Italia, Napoleón Bonaparte ha regresado a Francia y su presencia resulta incómoda para los miembros del Directorio, que recelan de la desmesurada ambición política del Pequeño Cabo corso. Para mantenerlo alejado del centro neurálgico del poder francés, deciden encargarle planificar la guerra contra Inglaterra y enviarlo al otro extremo del Mediterráneo a la conquista de Siria y Egipto, entonces en manos del Imperio Turco otomano, con el fin de interceptar las rutas con la India, de donde Gran Bretaña importaba numerosos productos, ahogando así al imperio colonial británico.

Napoleón planifica la campaña con su acostumbrada meticulosidad. No sólo piensa en debilitar a Inglaterra sino que en su mente megalómana ansía emular a su admirado Alejandro Magno e incrementar su popularidad para acceder al poder. Así, el 17 de mayo de 1798 una flota de trece buques de línea y más de 300 navíos con 16.000 marinos partió del puerto de Tolón llevando a bordo al ejército de Bonaparte acompañados por los buques de Génova, Ajaccio y Civitavecchia. En total más de 400 navíos tomaron parte en esta flota, así como 40 000 hombres y 10 000 marineros. Pero el general no lleva sólo soldados entre sus tropas. Egipto, Siria, Líbano, todo el Oriente están de moda en Francia, y Bonaparte no quiere perder la oportunidad de estudiar sus maravillas, para lo cual contrata los servicios de un comité de 154 sabios (historiadores, naturalistas, botánicos, ingenieros, arqueólogos, geólogos, geógrafos, cartógrafos, zoólogos, dibujantes, etc.) que van a acompañar a la Grande Armée en su campaña para levantar acta de cuanto descubran en las arenas del desierto.

Militarmente, la campaña de Egipto fue un fracaso. Tras la victoria contra los Mamelucos en la Batalla de Las Pirámides (21 de julio de 1798), Napoleón sufrirá un fuerte revés en Aboukir (batalla del Nilo) contra el almirante Nelson y se lanzará a la conquista de Siria, de la que regresó diezmado y con un ejército muy debilitado por el hambre, la peste y el cólera, decidiendo Bonaparte regresar a Francia dejando el mando en manos de Kléber, que acabó rindiéndose a los otomanos el 24 de enero del año 1800. Para entonces, Napoleón Bonaparte ya era Primer Cónsul de Francia después del golpe de Estado del 18 Brumario de 1799 y Egipto estaba fuera de sus planes políticos y militares...

Pero ese grupo de 154 científicos reclutados por Napoleón formaron la Comisión de las Ciencias y de las Artes de Oriente. Bajo la dirección de Vivant Denon, realizaron labores de ingeniería y urbanismo, introdujeron mejoras de infraestructura. Estudiaron la posibilidad de construir un canal entre el Mediterráneo y el mar Rojo desde Suez (el proyecto se materializaría años más tarde, durante el reinado de Napoleón III, y de la mano de Ferdinand de Lesseps); al mismo tiempo, exploraron el Nilo y los restos arqueológicos del Antiguo Egipto. Durante dos años recorrieron el país haciendo exploraciones arqueológicas, copiando textos, dibujando edificios antiguos, realizando estudios etnológicos, geológicos, zoológicos y botánicos... Decubrieron la famosa Piedra de Rosetta, que fue crucial para el desentrañamiento de la escritura jeroglífica egipcia llevado a cabo por Jean-François Champollion en 1822. Y aunque todo ello cayó en manos inglesas tras la rendición francesa (motivo por el cual la Piedra de Rosetta se encuentra hoy en el British Museum de Londres, al igual que los mármoles del Partenón y otras muchas obras rapiñadas por la codicia británica), el primer paso para la divulgación de los descubrimientos egipcios estaba ya dado pues todos estos trabajos quedaron recogidos en Description de l'Égypte, publicada en veinte tomos entre 1809 y 1822, que se convirtió en la máxima referencia de la Egiptología durante décadas, hasta el punto de que puede decirse que la expedición napoleónica a Egipto supuso el nacimiento auténtico de esta fascinante ciencia...

Hasta aquí la vieja y bella historia. Su final es un poco más triste...

Fuente: Nuria Tesón, El Cairo El País.com, 18 de diciembre de 2011

Un incendio durante los disturbios de El Cairo destruye el original de la 'Descripción de Egipto' encargada por Napoleón. Más de 160.000 manuscritos y mapas conservados en el Instituto Egipcio son pasto de las llamas.

"La libertad no es gratis", gritaba en Egipto un manifestante mientras huía de los golpes de los militares estos días de protestas. Y tenía razón. Diez muertos y más de 500 heridos en tres días respaldan su afirmación. Pero la represión del Ejército sobre los manifestantes ha dejado otra víctima colateral que no sangra ni grita pero arranca lágrimas de frustración: el incendio del Instituto Egipcio* q
ue albergaba la más importante colección de mapas y manuscritos del país y en el que se conservaba la copia original del Description de L'Egypte, los 24 volúmenes repletos de ilustraciones que Napoleón encargó a un grupo de científicos que le acompañaron durante su campaña en el país del Nilo.

Anoche los jóvenes manifestantes trataban de salvar del incendio algunas de las casi 200.000 obras que guardaba. 30.000 fueron rescatadas del fuego, según declaró Zein Abdel-Hadi, responsable de las bibliotecas y archivo egipcios, al diario egipcio Al-Ahram. El resto, reducido a cenizas, se pegaba hoy a la ropa y el rostro de los que miraban sin terminar de creerse la tragedia...

(*Fundado por el propio Bonaparte durante la misma campaña)

Así que... ¿Qué queréis que os diga?

Hijos de puta...

Hijos de la Grandísima Puta...

lunes, 28 de noviembre de 2011

Marino Faliero, Dux de Venecia

Hoy quiero contaros una vieja historia, queridos cachorros... Leedla, si os place.

Venecia, la Perla del Adriático. A.D. 1355...

La Serenísima República de los Dogos se disputa el mar Mediterráneo con Génova, pero su grandeza y belleza no tienen parangón en Europa. Gobernada por el Dux, sus galeras dominan el comercio con Oriente y sus calles y canales son un hervidero de mercaderes, financieros, aristócratas, mendigos, bellas damas y conspiraciones políticas...

El día 11 de septiembre del año 1354 Marino Faliero, un destacado miembro de la aristocracia veneciana, había sucedido a Andrea Dándolo como Dux de la Serenísima, cargo que suponía la más alta dignidad dentro del gobierno de la República. Sin embargo, a mediados del siglo XIV el poder del Dogo ya no era tan omnímodo como en tiempos pasados. La aristocracia veneciana mantenía un fortísimo control sobre las atribuciones ducales, de manera que el Dux ni siquiera podía conceder audiencias ni abrir la correspondencia dirigida al gobierno sin la presencia del Consejo de los Diez, a los cuales la Constitución de la Serenísima República de Venecia concedía poderes extraordinarios de control para evitar qiue el gobierno del Dux cayese en la tiranía.

Dicen que tras ser nombrado Dux de Venecia, Marino Faliero desembarcó en la dársena de San Marcos una mañana de intensa niebla, entrando el nuevo Dogo en la plaza sin quererlo entre las columnas que enmarcan la entrada, lugar donde se ejecutaba a los traidores a la República y por el cual traía mala suerte transitar. Al darse cuenta de su error, un escalofrío sacudió al anciano como una premonición...

Marino Faliero contaba casi setenta años y estaba casado con una bellísima dama llamada Ludovica, a quien la leyenda dice que cortejaba un noble veneciano conocido como Michele Steno. A los problemas derivados del gobierno de la República (la guerra contra Génova, entre otros muchos) se le unían, pues, a Marino Faliero sus propias dificultades domésticas, que se agravaron cuando en el transcurso de un baile en el Palacio Ducal, el impertinente Michele Steno no dejó de acosar a la dogaresa y, al ser rechazado por ella, dejó grabados con su puñal unos versos satíricos contra el Dux en la madera de su propio trono... Sabedor Marino Faliero de este indecente acoso del prohombre veneciano hacia su esposa, mandó detener a Steno y lo denunció ante el Tribunal de la Quarantía, pero cuando el Dux esperaba un castigo ejemplar, los jueces se limitaron a condenar al patricio a sólo un año de prisión. Faliero montó en cólera pero no pudo hacer nada: las decisiones de la Quarantía (formada por aristócratas que se apoyaban entre ellos) eran irrevocables.

Fue así como la indignación que las numerosas trabas que la Constitución veneciana ponía al poder del Dux se unió a la que despertaba en él la injusticia de su propio caso personal. Y así el Dogo Marino Faliero decidió organizar una conspiración que acabase con los privilegios del Consejo de los Diez y dejase toda la autoridad de la República en manos del Dux. Faliero consiguió el apoyo de numerosas familias aristócratas venecianas y fue tejiendo una red de influencias y traiciones que se concretaría en un golpe de estado tras el asesinato de todos los miembros del Consejo de los Diez.

Sin embargo las cosas no iban a salir como los conspiradores esperaban...

Queriendo salvar la vida del patricio Niccolo Lion, a quien debía muchos favores, un mercader de pieles llamado Beltramne, que formaba parte de la conjura, tuvo la nefasta idea de recomendarle que no acudiese a la reunión del Consejo el día en que iba a producirse la matanza. Extrañado, Lion acosó a preguntas al mercader, el cual acabó descubriendo toda la trama urdida por el Dux Faliero. De inmediato, Niccolo Lion convocó al Consejo de los Diez y les informó de la traición, decidiendo la Quarantía por unanimidad destituir al Dux y condenarlo a muerte.

La sentencia se cumplió el día 17 de abril de 1355. Marino Faliero fue conducido a las escaleras del Palacio Ducal, se le despojò del "corno" (sombrero) y del manto de oro propios de su dignidad, se le impuso un manto negro de traidor y el verdugo lo decapitó con un hacha mientras los miembros del Consejo de los Diez gritaban: "¡El traidor ha sido ejecutado! ¡Venecia ha hecho justicia!". La dogaresa Ludovica fue expulsada de sus habitaciones y obligada a pasar ante el lugar donde yacía el cuerpo decapitado de su marido, al que contempló con estupor, siendo conducida hasta el palacio familiar donde pasó el resto de su vida, cayendo en los abismos de la locura hasta perder por completo la razón... Michele Steno, por su parte, fue liberado y al darse cuenta de lo que su insensato amor había provocado, intentó rehabilitar el nombre de Faliero sin conseguirlo y, profundamente arrepentido, cuidó de la desdichada ex-dogaresa hasta su muerte sin atreverse a acercar siquiera al palacio en que residía... Y cuando Ludovica murió, Steno se vistió de luto. Años más tarde, ¡paradojas de la vida!, llegó a convertirse en Dux él mismo, y tuvo que subir las mismas escaleras en las que Marino Faliero había sido decapitado por su culpa...

No acaba aquí la historia... Condenado por traición a la República, el malogrado Dux sufrió una "damnatio memoriae" (condena de la memoria): en la Sala del Maggior Consiglio del Palacio Ducal, donde se colocaban los retratos de todos los dogos, su imagen fue pintada de negro, con una inscripción en latín al pie: Hic est locus Marini Faletro decapitati pro criminibus ("Este es el sitio de Marino Faliero, decapitado por sus crímenes").



Que tuvieron lugar a consecuencia de un amor criminal...

(La terrible historia veneciana de Marino Faliero fue llevada a la Ópera por Donizetti y a la Pintura por el maestro Eugène Delacroix)

viernes, 18 de noviembre de 2011

Concha Martínez

Bueno, pues parece que a muchos compañeros les va llegando el merecido momento del descanso laboral... Este jueves tuvimos otra comida de despedida, esta vez en honor de Concha Martínez, compañera del departamento de Geografía e Historia del IES Gallicum de Zuera.

No conozco tanto a Concha como a Julio Lafuente, a quien dediqué ya unas sentidas palabras en este blog, ya que con ella he coincidido menos que con Julio porque trabajaba con los alumnos de segundo ciclo de ESO y Bachillerato en el Edificio Viejo y sólo nos veíamos en las reuniones de departamento, pero he de decir a pesar de todo que siempre me pareció una gran docente y una excelente persona, siempre de buen humor y con un gran sentido común que, a mis ojos, la convertían en la joven abuelita que a todo nieto le gustaría tener...

Concha deja, pues, el departamento de Ciencias Sociales y parte al cómodo limbo de los prejubilados con la satisfacción de dejar tras de sí un trabajo impecable. Lo celebramos con una entrañable comida con todos los compañeros de departamento, que le regalamos un par de tontadicas para que nos recuerde, así como un sinfín de brindis, risas, abrazos y besos de felicitación.

Enhorabuena, Concha, y piensa en nosotros cuando estés paseándote por los jardines de Versalles o por la Fontana di Trevi, que también nosotros envidiaremos tu suerte y te desearemos de todo corazón que seas muy feliz.

GUÍA PARA RECONOCER MALTRATADORES

En lo que llevamos de este año 2011, hasta principios de noviembre, 58 mujeres murieron en España víctimas de la violencia doméstica. Sólo un 10% de ellas habían denunciado previamente a sus parejas, bien por miedo o bien por entender que las actitudes de sus maridos o compañeros sentimentales no merecían considerarse realmente como maltrato. Sin embargo, muy pocos maltratadores se tienen a sí mismos como tales, sino que están firmemente convencidos de que sus actitudes son las correctas y sus respuestas violentas son las adecuadas al comportamiento que creen observar en sus víctimas.

El Instituto de la Mujer ha destacado algunas de estas actitudes como "señales de alarma" que toda mujer debe apreciar y actuar en consecuencia antes de que degeneren en situaciones insostenibles o, en última instancia, en la muerte a manos de sus parejas... Antes de la bofetada, de la paliza, de la puñalada, estos son los indicios, en definitiva, que delatan al maltratador:

Celos compulsivos e irracionales: el maltratador suele ser un individuo con baja autoestima (aunque en principio no lo parezca en la vida cotidiana) que se considera a sí mismo una víctima (todos están contra él) y que vuelca esa frustración en la pareja. Es egoísta y considera a su esposa o compañera como un objeto de su propiedad, por lo que teme constantemente que le sea infiel. Así, el hombre trata de controlar en todo momento y compulsivamente la vida social y laboral de su pareja. inquiriéndola sobre con quién ha quedado, dónde y para qué, controlando sus llamadas de teléfono o mensajes y su correo electrónico y animándola constantemente a quedarse en casa ("con la pata quebrada") o a renunciar a la compañía de otras amigas que "no hacen más que llenarte la cabeza de pájaros". Estas recomendaciones, muchas veces, van reforzadas por un tono seductor, falsamente cariñoso y supuestamente protector, pero encaminado a mantener el control sobre la pareja y sustraerla de influencias externas al círculo doméstico.

Control del aspecto físico y la indumentaria: según el maltratador, "su mujer" debe vestirse y arreglarse exclusivamente para él. Por este motivo cuando considera que la pareja viste de un modo a su entender "descocado" o "indecente" se lo hace saber, en un primer momento, con mohínes de desprecio o palabras de reprobación y, si la pareja reincide, con reproches e insultos ("¡Pareces una zorra, vas vestida como una puta, te has pintado como una furcia para llamar la atención...!") reafirmando de este modo ante los demás que es él quien lleva el control de la vida en pareja y que no admite réplicas a su autoridad masculina. Esto lleva inlcuso a que la mujer se sienta culpable por haber tenido la osadía de vestirse o maquillarse a su antojo para sentirse cómoda, bien o simplemente a gusto consigo misma.

Desprecio privado y público de sus méritos: con el fin de minar la autoestima de la pareja, el maltratador no duda en menospreciar sus méritos y mostrar su desprecio hacia sus logros tanto en privado como en púiblico. El maltratador no ponderará jamás las virtudes ni los triunfos de su pareja si no es para colocarlos tras los suyos o enorgullecerse de ser el poseedor y amo de quien los ha conseguido. Frases del tipo "¡A saber lo que ha hecho esta zorra con su jefe para que le den ese trabajo!" o "¡Si no llega a ser por mí, que le dí unas clases particulares, esta negada no se saca el carné de conducir en la vida!" son frecuentes en la convivencia diaria o en reuniones públicas...

Arrepentimiento y sobrecompensaciones: generalmente el maltratador (muchas veces un hombre culto, inteligente y perfectamente tratable en sociedad) es un enfermo que no sólo hace sufrir a su pareja sino que él mismo tiene momentos de lucidez en los que entiende que su actitud es insoportable, lo cual lo convierte en un peligroso seductor. Es frecuente que tras un episodio de maltrato psicológico o incluso físico el maltratador muestre sincero arrepentimiento, pida disculpas apesadumbrado y sobrecompense a su pareja con regalos como flores, bombones, veladas románticas e incluso unas paradisíacas vacaciones de reconciliación. Esto lo hace especialmente peligroso, ya que tales muestras van acompañadas de mimos, atenciones, promesas y juramentos tan sinceros que -sobre todo al principio- la víctima se deja seducir por el verdugo, cree en su arrepentimiento y renuncia a tomar medidas. Pero está comprobado que el maltratador es un enfermo que, tarde o temprano, reincidirá en las mismas actitudes porque obedece a impulsos que no puede controlar... y que repercuten cada vez más peligrosamente en su pareja.

En definitiva: celos descontrolados, control de la indumentaria, desprecio hacia la persona y arrepentimiento súbito y aparentemente sincero tras el maltrato psicológico son indicios claros que deben alertar a la mujer antes del primer golpe o la primera paliza. Y son la señal de alarma para pedir ayuda llamando al 016... antes de que sea demasiado tarde...

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jueves, 10 de noviembre de 2011

Decisiones fundamentales

Aprovecho el blog para dar cuenta de un último acontecimiento de vital importancia... Os paso el parte:

"En el día de hoy, cautivo y desarmado mi esfuerzo por mantener un estilo de vida que no me lleve a la tumba prematuramente por causa de mi afición a la buena mesa, me he puesto en manos de la Medicina para que sus psicólogos, dietistas y -en postrera instancia- anestesistas y cirujanos consideren la posibilidad de practicarme una gastroplastia que me reduzca el estómago y acabe con esas ansias gastronómicas que me han llevado a una situación insostenible y preocupante"

ZUERA, a 10 de noviembre de 2011




Tengo un poco de miedo... Más bien, respeto. Una operación es una operación, si bien falta mucho aún para que sea una realidad (las listas de espera están entre año y medio y dos años). Pero también me felicito de haberme decidido y tengo muchos ánimos y esperanzas en que todo sea para bien. Alea Iacta Est.

Seguiremos informando. Y adelgazando.

A vueltas con el Islam...

Uff...

Desde la perspectiva de un profesor de Historia que trata de desentrañar los misterios y la evolución del pasado para poder explicar un poco a sus alumnos las realidades del presente, lo cierto es que muchas veces tropiezo con auténticos dilemas de conciencia...

Me explicaré. Como de costumbre, os pido que os situéis en las aulas de un instituto de Educación Secundaria y en la clase de Ciencias Sociales. Tema VI: "El Islam". Un tema interesantísimo, candente a más no poder después de los acontecimientos vividos en este durísimo año 2011 que poco a poco se dirige a su fin. La "Primavera del Islam" y todo eso: Túnez, Egipto, Libia, Siria, Yemen... Pero empezamos desde el principio, desde ese Muhammad que en el siglo VII escuchó la voz de Alá y bajó de la montaña con un libro llamado a ser la guía espiritual de una nueva civilización: Arabia. Mahoma, La Meca, la Hégira y Medina. La Kaaba y la Piedra Negra. Los Cinco Preceptos Fundamentales (Profesión de Fe, Ayuno, Oración, Limosna y Peregrinación). El Corán. Los Cuatro Califas. Chiítas y sunnitas, tradición y renovación. Los Omeyas en Damasco. La expansión de un imperio. La Yihad (guerra santa) y la Sharia (ley coránica). Al-Ándalus. Los Abbasíes y Bagdad... ¿Váis situándoos?

Los chicos (unos menos, otros más) van empapándose de todo ello. Tengo incluso un alumno de religión musulmana (sunnita creyente pero no practicante) que se lo está pasando en grande y que me ha sacado un 9'5 en el examen de preguntas cortas sobre el tema. Hasta aquí, todo normal. Pero los conflictos de conciencia empiezan cuando tratas de hacer encajar en una misma Historia el sobrehumano y admirable esfuerzo de la construcción de un Imperio y una civilización fabulosa (leed Las Mil y Una Noches y luego me lo contáis, si no os lo creéis) dominada por la sumisión a Dios (que es lo que significa "Islam") y, sobre todo, la extraordinaria, la impresionante aportación artística, literaria, musical, filosófica y económica del Islam con el integrismo, el fanatismo, la barbarie y las lacras que marcaron esa misma civilización y que, para su desgracia, la siguen marcando de forma tangible y deplorable todavía hoy...

No sé si consigo explicarme. A ver... ¿Cómo metemos en el mismo saco a Avempace con Gaddafi, a Averroes con Jomenini, a Avicena con Bin Laden, a la Mezquita de Córdoba, el palacio de la Aljafería y la Alhambra de Granada con los talibanes afganos que destruyeron los budas de Bamiyán? ¿Cómo se compaginan la Gran Mezquita de los Omeyas de Damasco o la Cúpula de la Roca con el burka, con el terrorismo chiíta, con los atentados suicidas o con la Muttawa (policía "moral" que se encarga de velar por las costumbres musulmanas en los países islámicos actuales)? ¿Cómo se le explica a chicos/as de trece años que las mismas ideas que inspiraron maravillas como el Patio de los Arrayanes de la Alhambra, el Salón Dorado de la Aljafería o el Amor Sufí de los poetas andalusíes conviven con la aleya 38 de la azora IV del Corán?:

"Los hombres están por encima de las mujeres porque Dios ha favorecido a unos respecto a las otras (...) A aquellas (mujeres) de quienes temáis la desobediencia, amonestadlas, mantenedlas separadas en sus habitaciones, golpeadlas..."


Es complicadísimo, sobre todo cuando entre tus oyentes/alumnos hay personas que participan de esas mismas contradicciones y, encima, están amparadas por unas leyes (¡las de mi propio país, además!) que salvaguardan el respeto a sus tradiciones y protegen esa "diversidad cultural" por muy salvaje o ridícula que pueda parecer ante la mentalidad occidental, dando cobijo a querellas y denuncias de "racismo" o "xenofobia" si se te ocurre denunciarlas públicamente. Hay casos sangrantes, ridículos, incluso surrealistas, como el de ese profesor andaluz que fue denunciado por unos padres musulmanes ofendidos de que hubiese ponderado en clase los beneficios de la carne de cerdo delante de su hijito, molesto porque su tradición cultural le impide disfrutar de ellos... Es demencial, pero es así.

En definitiva: hay que andar con pies de plomo, así que he tomado la determinación de ceñirme a los aspectos históricos, culturales, sociales y económicos del Islam sin detenerme en demasía denunciando las contradicciones y barbaridades que encierra actualmente aferrándome a la idea de que no todo musulmán es un integrista que cada día "golpea a su mujer aunque no sepa por què, ya que ella SÍ lo sabe" y que en el Islam, como en el Cristianismo (que, dicho sea de paso, oculta no pocas de esas mismas contradicciones, y si no preguntadle a los inquisidores de fray Tomás de Torquemada o estudiad la situación de la mujer en Occidente hasta hace prácticamente medio siglo), lo mismo hay -o ha habido- personas sensatas que hijos de puta fanatizados enarbolando la Media Luna o la Cruz para su propio (y oscuro) beneficio.

Y entonces tal vez nos sea posible pasear por la Mezquita de Córdoba admirando su belleza sin que estas reflexiones nos provoquen pajas mentales.

martes, 25 de octubre de 2011

Olor a libros... (homenaje a una librería)

Siempre me ha gustado el olor a celulosa que tienen las páginas de los libros recién comprados... A menudo suelo abrirlos por las hojas centrales y hundo la nariz en la costura interna de su encuadernación para embriagarme de ese olor. No sabría cómo describirlo, es algo así como el aroma de la cultura, el recuerdo de mundos vividos entre las páginas de libros que me acompañan desde la niñez, el amor, la nostalgia y el agradecimiento por los buenos y bellísimos momentos que me han hecho vivir mis libros durante centenares, miles de horas de lectura apasionada. Y es que a pesar de los e-books y de internet, el olor de las páginas de un libro es el olor del saber, un saber que -lejos del conocido dicho- ocupa más lugar del que me gustaría pero que estoy dispuesto a ceder gustoso frente a otras aficiones. Así tengo la casa: llena de libros.

En esta tesitura y con estos pensamientos, hay un lugar de Zaragoza que me atrae más que la miel a las abejas: la Librería General del Paseo de la Independencia. En una ciudad caótica donde las obras y los atascos han acabado hasta con la librería Lepanto (de triste recuerdo) o últimamente el Gyros griego en el que trabajaba mi amigo Leo, la General ha aguantado firme desde la Segunda República (¡fue fundada en 1932, que se dice pronto!). He sido (y sigo siendo) cliente habitual de ese templo de cultura, me he dejado gozosamente una pasta gansa en él, me han atendido siempre con una amabilidad y profesionalidad admirables, soy casi como de la familia y no hay un momento desde mis años de estudiante en el que no aparezcan de una manera u otra recuerdos de sus pasillos, sus anaqueles, sus secciones y, sobre todo, su olor... Esa mezcla de ambientador y de páginas de libros llenas de historias que contribuyeron a forjar la persona que soy ahora... Y el profesor, claro.


Pero hablaba del olor a libros... Y la razón es que la semana pasada, mientras entraba una vez más en la Librería General de Zaragoza con esa sensación de gozo y calma que me embarga cada vez que cruzo sus puertas, sorprendí una conversación entre tres niños de no más de siete u ocho años que esperaban en la puerta a que saliesen sus padres. Discutían -con esa graciosísima seriedad que un niño da a asuntos que a los "mayores" nos parecen nimios y sin importancia- precisamente sobre el filosófico tema de "¿A qué huele una librería?". Y la cosa iba poco más o menos así:

- ¿Y a qué va a oler? ¡Pues a libros!

- Pues no. ¡En la General huele a ambientador...!

- Claro, porque si no, en verano, ¡olería a sobaco! (risas)

Pero fue el tercero el que dió la puntilla:

- ¡Estáis equivocados los dos! ¡En la Librería General huele a una mezcla de ambientador y libros!

Si no hubiera resultado extraño, le hubiera dado un beso al chaval por lo inocente y lo apropiado de su respuesta. Pero, eso sí, entré en la General con una sonrisa de oreja a oreja.

Y sí: olía a ambientador... y a Cultura.

Y ahora... ¿qué?

La semana pasada dos acontecimientos, uno en España y otro en el ámbito internacional, conmocionaron a la opinión pública y siguen provocando hoy un torrente de reacciones: el anuncio del abandono de la lucha armada por parte de los asesinos de ETA y la muerte del dictador libio Muamar el-Gaddafi...

No cabe duda de que ambas son buenas noticias, se miren como se miren. Desde una perspectiva puramente objetiva, que unos asesinos que han causado más de 800 muertes anuncien el fin de sus fechorías y la desaparición de un perturbado megalómano que trató a su país y a su pueblo como un feudo personal en el que tenía carta blanca para actuar a su antojo son informaciones que deben acogerse con alivio, con alegría, con esperanza... y con mucha cautela. Porque la pregunta que se impone tras la primera reacción es la que encabeza esta entrada. Vale, muy bien: "Y ahora... ¿qué?".

Por lo que respecta a la primera de ellas, los españoles estamos ya bastante quemados con los anuncios de una banda de alimañas que han convertido el País Vasco en un lugar donde impera el miedo cotidiano. Miedo a expresar libremente una opinión, miedo a quién puede estar escuchándola, miedo a mostrar tus propios sentimientos, miedo al vecino "abertzale" con pañuelo palestino al cuello, miedo al desconocido que te mira desde un coche en un semáforo, miedo a alzar la voz en un bar... Miedo a ser español (o sea, "fascista"... ¡Hay que ver con qué rapidez identifican algunos en este país las palabras "español" y "fascista" como si supieran lo que es eso!). Son ya varias las veces que los asesinos han emitido comunicados informando del "abandono de la lucha armada" y llega un momento en que ya no se puede creer en la ¿palabra? de un grupo de terroristas.

Todavía pululan por internet e incluso por los telediarios las lágrimas del Lehendakari Patxi López comentando la noticia y, francamente, me parecen lágrimas prematuras porque ni se ha anunciado la disolución de la banda, ni se ha pedido perdón a las miles de víctimas colaterales de sus desmanes (padres, madres, hermanos, amigos de los 800 asesinados por esa horda de impresentables), ni se ha entregado una sola de sus armas ni, mucho menos, se han presentado los asesinos que quedan sueltos ante las comisarías o los cuartelillos de la Guardia Civil de toda España con los brazos en alto, avergonzados, pidiendo clemencia y perdón. Así que menos lágrimas, don Patxi, que la cosa no es para tanto y la canción "Abandonamos la lucha armada" ya la han repetido demasiadas veces en Gara y nos la sabemos todos... Me parece pronto para darles -¡encima!- las gracias, máxime cuando sus amiguitos de Bildu, acomodados en sus recién estrenados cargos municipales (que es una cosa que me confunde y me subleva, porque se han encaramado a ellos a través de un proceso democrático), esperan ahora un abanico de concesiones a cambio de un éxito que no corresponde a nadie más que a las fuerzas del orden público que han ido acorralando a esa chusma hasta no dejarles una vía posible de escape...


En cuanto a Gaddafi... Bueno. Bien. Correcto (hasta cierto punto). Un dictador menos, sí, claro, una alimaña desaparecida (aunque mejor hubiera sido sentarlo ante un tribunal internacional y escuchar sus "razones" para poderle juzgar y condenar con plenas garantías de justicia). Sin embargo, ve uno los rostros crispados de la multitud que lo apioló en aquella alcantarilla de Sirte (un apropiado símbolo para una rata de cloaca que se rodeaba de vírgenes de ébano y ha acabado arrastrándose entre sus congéneres de rabo largo), los ve disparar al aire sus Kaláshnikov celebrando la victoria, los contempla desfilar satisfechos ante su cadáver mutilado y putrefacto en una cámara frigorífica y me recuerdan muchísimo a esos persas que en 1979 (ya ha llovido desde entonces) aclamaban a un viejo vestido de luto riguroso y con barbas de chivo llamado ayatollah Jomeini que, Corán en mano, expulsó al Sha Muhammad Reza Palhevi, puso a todo el mundo árabe con el culo en pompa mirando a La Meca, vistió a las mujeres con chador e incitó el odio hacia la decadente civilización occidental en nombre de una Revolución Islámica cuyas consecuencias más espectaculares se vieron un 11 de septiembre en Nueva York o un 11 de marzo en Madrid. También entonces hubo rostros de alegría, tiros de Kaláshnikov y manifestaciones en Teherán. Luego... vino lo que vino.

Así que ojo. Recemos al dios que nos dé la gana porque ETA se disuelva de una puta vez, entregue las armas y pida perdón a quien lo merece desde hace cuarenta años y así en el País Vasco desaparezca el miedo, y recemos para que el Consejo Nacional de Transición libio no se convierta en un Consejo de Salvación Islámico dominado por la Sharia que deje las cosas peor aún de lo que estaban con el descerebrado de Gaddafi. Y tal vez entonces sí podamos abrir legítimamente y de par en par la puerta de la Esperanza...

Igual hasta se nos olvidaba un poco la jodida crisis... Un poco, al menos.

viernes, 14 de octubre de 2011

¡No me gustan las fiestas del Pilar! (con perdón)

Pues no...

Desde el más profundo respeto hacia quienes esperan estas fiestas como agua de octubre (que mayo queda ya lejos), hacia quienes las disfrutan como puerco en lodazal y hacia quienes compiten por no perderse un solo acto de los centenares programados, yo soy uno de los pocos zaragozanos (o muchos, vaya usted a saber) que procuran por todos los medios huir de la capital del Ebro, de la Ofrenda de Flores, del Rosario de Cristal, de las ferias y de Marianico el Corto en cuanto asoman en lontananza la primera semana de octubre.

Y es que a mí no me gustan las fiestas del Pilar. Al menos, las de ahora. Así como hay zaragozanos y visitantes que disfrutan de no poder andar por la calle, del hacinamiento de gente durante el pregón, de encontrarse con una docena de estatuas humanas en los paseos, de considerar el uso del coche una utopía en esta semana de fiestas (y no digamos nada de la azarosa aventura de aparcarlo), de los innumerables cortes de tráfico, de vandalismos varios motivados por el peligroso cóctel de alcohol e incivismo, de tener que hacer colas interminables delante de cualquier atracción y/o espectáculo programado (llámese concierto, obra de teatro o representación de títeres), para mí todo eso no es sino un incordio que interrumpe el normal funcionamiento de la ciudad y mi mayor deseo al comienzo de las fiestas es... que acaben cuanto antes.

Vale que me estoy convirtiendo en un cuarentón intolerante que camina con dificultad hacia la cincuentena, y conste que lo que digo lo hago desde el mayor respeto hacia mis conciudadanos que tienen el mismo derecho que yo a expresar su opinión y a disfrutar del jolgorio, pero es que para mí eso de "fiestas populares" significa "fiestas masificadas", y a mí la masificación siempre me ha dado miedo desde que a los tres años mis padres me llevaron a las ferias y me dió tal ataque de pánico ante los ruidos, las voces y las lucernarias que nunca he dejado de pisar el recinto ferial (primero en Tenor Fleta, luego en la explanada del Príncipe Felipe... y a Valdespartera aún ni siquiera he ido) sin un sentimiento de congoja y de sordo rechazo en el pecho.

No, no me gustan las "fiestas populares". Ni las de aquí, ni las de los pueblos. Yo soy de los de paseo tranquilo por Independencia, visitando librerías, comprando libros, disfrutando un café en una terraza del centro mientras leo, de los de visitar museos y exposiciones guapas (antes se solía programar alguna magnífica durante estas fiestas: "El Settecento veneciano", "Aragón y la pintura del Renacimiento", "Aragón, reino y Corona"... y cosas así, pero ahora ni flores), de cenar por ahí con los amigos y acabar en una tetería tomando un té y fumando una cachimba (que con la ley antitabaco ya ni eso se puede)... Soy un carroza aburrido, supongo. Y, claro, llegan los pilares y se encuentra uno con más de un millón de personas en la capital del Ebro, con gente por doquiera que vayas, con dificultades hasta para cruzar una calle cortada por un desfile, una ofrenda o un rosario de cristal (que es precioso, pero que lo tengo ya muy visto) y con la imposibilidad de entrar en un restaurante para cenar con los amigos porque está todo petado hasta la bandera y, como digo, mi sentimiento más intenso es el de desear que todo vuelva a la normalidad cotidiana.

"Deberías meterte en una peña, chaval, y disfrutar de la fiesta desde dentro..."


Vale, colega. Una peña... El alma de la fiesta, los que "dan ambiente", los que construyen la idiosincrasia de los festejos zaragozanos. Pues sí, voy a poner el dedo en la llaga y que me perdonen quienes se sientan ofendidos, pero yo veo las cosas de otra manera. Y es que hay dos maneras básicas de contemplar el fenómeno del "peñismo". Para quienes forman parte de él, la peña es un motivo de orgullo (algunas de ellas tienen décadas de existencia y se vanaglorian de ello, lo cual es muy lícito y respetable), un lugar de encuentro de compañeros y amigos, una hermandad unida por las ganas de divertirse y de disfrutar, una comunidad de devoción hacia la Virgen del Pilar (muchas de ellas salen en la Ofrenda vestidas -o "disfrazadas", que de todo hay- de baturros y baturras), una plataforma de trabajo y de inversión de cara al público (pabellón Interpeñas, conciertos, comidas de hermandad, presupuesto...)... Pero para mí (que he estado dos o tres veces en el pregón de las peñas y las he visto desfilar en medio de efluvios etílicos) las peñas son una ocasión de descontrol, de borrachera continua, de identificación "fiesta= alcohol", de blusones que un día fueron blancos y a los tres minutos acaban rosados por el vino o el calimocho o amarillentos por la cerveza derramada en un espectáculo patético que a algunos les hace exclamar "¡Pero qué bien se lo pasan estos jodíos!" y a otros nos da vergüenza ajena....

Y no, no me hagan comulgar con ruedas de molino: yo he visto con mis propios ojos a niños de dos y de tres añitos dormidos, vestidos con el puto blusón (que me parece una horterada, pero eso ya es una apreciación personal), en medio del pregón de Interpeñas, con los padres empujando orgullosos el carrito y arrimándose cada dos por tres a la bota del vino o el bidón de calimocho y cerveza en la camioneta tuneada (llamada por ellos "carroza") en una maravillosa lección de civismo y de educación para los jóvenes, enseñándoles desde bien chiquitines que divertirse en fiestas significa coger un colocón del doce y que si no bebes eres un aburrido y un tiñalpa que no sabe lo que es la juerga. He visto peñistas tirados por el suelo con la vomitona a punto de caramelo (o directamente ya expulsada) mientras otros les pasan por encima, los miran y sonríen pensando "¡Anda éste, lo bien que se lo ha pasado!"... Conmovedor.

Sí, sí, vale. Ya sé que todo eso debería ser la excepción y que los dignísimos representantes del colectivo interpeñas (que merecen todos mis parabienes porque me consta que lo único que persiguen es el disfrute de las fiestas con civismo y con respeto hacia todo el mundo) hacen esfuerzos sobrehumanos cada año por evitar esos espectáculos lamentables: el borrachuzo tirado por los suelos, las toneladas de mierda (vasos de plástico, vomitonas, barriles vacíos...), la imagen deplorable del alcohol adueñándose de todo. Pero lo que hay es lo que hay. O al menos, es lo que yo veo y cómo lo veo. Y la imagen que tengo de las sobrevaloradas peñas (al menos a mi entender) es esa: bailoteo con la charanga, borrachera y resaca. Y lo respeto, naturalmente. No voy a firmar ningún manifiesto ni voy a levantar la voz contra las peñas, ni voy a denunciar a quienes dan esa imagen de las mismas. Pero no me negaréis que es una razón más para terminar como empecé: diciendo que... ¡No me gustan las fiestas del Pilar!...

lunes, 10 de octubre de 2011

OBANADA 2011

CRÓNICA DE LA OBANADA QUE LOS NOBLES SEÑORES DE LOS FUEROS MANTUVIERON CONTRA EL TIEMPO E LA DESIDIA POR LA DEFENSA DE LA TORRE DE OBANO JUNTO A LOS MESNADEROS DE ACHA ET LOS ARQUEROS DE FACTIO EXSUL...

contada por el escribano de Feudorum Domini, que a ella assistió con los sus cálamos e muy derechamente combatió con ellos al enemigo invisible de la dejadez et el abandono respondiendo a la petitio de ayuda de los venerables sillares de un castiello moribundo.

In nomine Patris, et Filii, et Spiritu Sancti per Christum Dominum nostrum. Amen

Luengo tiempo facía, ávidos lectores míos, que el escribano non retomaba su siempre grata tarea de plasmar sobre el pergamino sus vivencias et ello es debido en parte a la ausencia dellas y en parte a su castigada salud, pues las arrobas me persiguen et aunque corro lo que puedo ellas hacen lo propio por alcanzarme, consiguiéndolo para mi pesar en más veces de las que me plazería, que más que monje benedictino comienzo a parescer obispo castellano alimentado con cochino de Segovia et non puede seer, de tal modo que ando ya preguntando a los físicos cómo fazer que mi estómago de buey se torne molleja de gallina antes de que me mate un asado de ternasco a golpe de colesteroles e triglicéridos...

Mas deja de hablar de tus tribulaciones alimentarias, escribano fondón, e cuenta a tus lectores que el pasado día de San Demetrio, sábado, 8 de octubre del año de 1092, estaban los Feudorum Domini convocados junto a los arqueros de Factio Exsul y los nobles amigos de ACHA por la Asociación del merino Banzo Azcón para defender en la villa de Luna la torre que dizen de Obano en un acto que dióse en llamar PRIMERA OBANADA, y en el cual miembros de otros grupos como la Asociación Amigos de los Castillos de Aragón, APUDEPA y el mismo Concejo de Luna íbamos a poner voz a los lamentos de los venerables sillares de tan hermosa atalaya, construida por orden del rey nuestro señor don Sancho Ramírez en el A.D. de 1086 et a la qual el paso del tiempo et los nulos cuidados están a un paso de derribar como a las murallas de Jerusalén los almajaneques del infame Salah al-Din de Damasco.

Partí, pues, de mis posesiones zufarienses a eso de media hora después de nona tras percatarme con grande disgusto de que mis hinchados pies por la hidropessía empezaban a pedirme cancha en los çapatos, incapaces ya de contenerlos en ellos, de modo que tuve que resignarme e calçar bastos escarpines modernos, para mi vergüenza, antes que mis elegantes zapaticos que en tantos eventos me han acompanyado. Mas tales tribulaciones quedaron atrás cuando monté en mi corcel blanco para dirixirme a Luna, do la alegría por el reencuentro con viejos amigos fízome olvidar mis problemas et pensar solamente en pasar una agradable jornada reivindicativa.

Llegado, pues, a la villa lunera sin mayores problemas, encontré en ella a mis companyeros de ACHA maese Ximeno Marco de Celaya, maese Naule Eldelbar, maese Gascón et maese Rodri, saludándonos muy contentos e dirixiéndome luego al fondaco que llaman “El Collerón”, do trobé a los feudorum domini maese Assalir de Gúdal, maese García Romeu et donna Amparo Puy dando buena cuenta de unos güevos fritos con jamón, vasico de vino e café como almuerzo, lo cual me fizo relamer de gusto, mas non queriendo empezar el día con ingestas poco saludables para mis muchas arrobas, me conformé con un poco de jamón con pá amb tomaca et un café, renunciando al güevo frito que por mi gusto hubiera trasegado también sin pestañear...

Saludados todos e pagado el condumio, juntámonos con los Acheros et con maese Jorge García del Hoyo, que llegaba en ese instante, et ya fueron algunos caminando a la plaça de la Iglesia do nos esperaban mientras maese Ximeno Marco e yo mesmo cargábamos nuestros corceles con aperos militares et nos dirigíamos a la calle que llaman del Codillo, en la judería de Luna, por dexar en ella atados los caballos antes de salir a la plaza mayor. Assí fecho aquesto, subímonos ambos hasta ella, do trobamos con grande algarabía a las encantadoras arqueras de Factio Exsul donna Aldara de Lacort, dona Alda Squd... Squard... Sckggg... bueno, a donna Alda, a donna Laura Per Ximeno et maese Adrián García, un poco menos bello que sus acompañantes pero también animoso e dispuesto a passar una hermosa jornada en Obano.

Porque habéis de saber, mis lectores, que la jornada començaba en el ayuntamiento de Luna con la lectura de un manifiesto e bienvenida a los asistentes (que entre unos e otros a la postre aún habríamos de sumar un buen centenar) por parte de maese Ferrán Marín, donna Rosalía (ambos de la asociación Banzo Azcón) et maese Santiago Puértolas -merino mayor de Luna- , en la que maese Ferrán dedicó bellas palabras a los guerreros presentes en la villa señalando que la nobleza de un ricohombre (aún seyendo arquero) se pone de manifiesto cuando responde al llamado de la justicia e por una causa noble... Et non digo más. Habían confeccionado los ministriles luneros una bella pancarta con el lema “SALVEMOS OBANO” ante la cual nos fizimos muy lindas fotografías los presentes, tras lo qual emprendimos camino a pie hacia la torre de Obano, que dista como cosa de una legua del casar de Luna, todos excepto maese Ximeno et yo mesmo, que -por llevar los aperos militares cómodamente- acudimos allá con nuestros corceles, endereçándonos la senda un joven vezino de la villa que, a la postre, non necesitó fazerlo por hallar el camino nosotros por nuestros medios.

Llegados a la explanada do se yergue la magnífica e maltrecha torre, esperamos a los caminantes que venían alegres como en romería mientras los alguaciles adereçaban las migas, los bancos e las mesas de la comida, et juntados ya todos en Obano colgaron los miembros de la Banzo Azcón la pancarta de los muros de la fortaleza e passamos a poco a realizar el primer acto de la jornada, que consistió en la lectura de un introito histórico por parte deste humilde escribano (el qual dexó volar uno de sus papeles al viento cierzo que azotaba la campa, siendo el papel rápidamente capturado por maese Ferrán según iba hacia él volando por los aires et guardado con premura ante la risa et sorpresa de todos) et tras ello la lectura i entrega de la Carta Puebla de la villa de Luna al merino mayor, maese Santiago Puértolas, por el rey don Sancho Ramírez, cuyo papel ejerció don Assalit de Gúdal tan magistralmente como el divo britano Kenneth Branagh en “Hamlet”, rodeado por una lucida guardia de arqueros et soldados en aquestos términos:

“EN EL NOMBRE DE DIOS Y DE SU GRACIA. YO, SANCHO, POR LA GRACIA DE DIOS REY DE ARAGONESES Y PAMPLONESES, CON ÁNIMO LIBRE Y ESPONTÁNEA VOLUNTAD CONCEDO ESTA CARTA DE INGENUIDAD A VOSOTROS, TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES QUE HABITÁIS EN LUNA Y A TODOS CUANTOS VINIEREN A POBLARLA EN EL FUTURO, PARA QUE SEÁIS LIBRES E INGENUOS Y PARA QUE NO DEBÁIS PAGAR CENSO NI IMPUESTO ALGUNO A LA CORONA.

Y OS ENTREGO LOS TÉRMINOS DE PUEYO COSTOILLOSO, CABEZA DE FRASNO, LECINACORBA, SILLARES, PIEDRATALLADA, CABEZA PALOMO, MONTARAL, ALBETA, FOCECHIRCHO, TORRECIELLOS, ABELLAR, PUEYO GUALIT, VAL DE PINO, VAL DE SARGAS, REGO DE MIANA, SCOPAR, TORRE DE LUNA, PICAROLA Y CALOSSA, DE MODO QUE NADIE QUE NON TENGA CASA EN LA VILLA DE LUNA PUEDA PASTAR SUS GANADOS NI CULTIVAR SUS TIERRAS EN ELLOS, MANTENIENDO UN HOMBRE ARMADO PARA SU CUSTODIA EN CADA UNO DE LOS DICHOS TÉRMINOS

Y MANDO TAMBIÉN QUE CONSTRUYÁIS BUENAS CASAS EN LA CORONA MÁS ALTA DE LA VILLA DE LUNA Y QUE NINGUNO DE LOS POBLADORES PUEDA CONSTRUIR SU CASA EN LUNA SIN QUE ANTES QUEDE DICHA CORONA LLENA DE ELLAS.

Y OS DOY TAMBIÉN A VOSOTROS, HABITANTES DE LUNA, TODA LA MADERA QUE OS SEA NECESARIA DESDE VADO LONGO A MASIRERE, Y QUE PODÁIS EXTRAER DEL RÍO ARBA DE BIEL TODA EL AGUA QUE PODÁIS TRAER PARA REGAR TODOS ESTOS TÉRMINOS QUE SÓLO VOSOTROS TENDRÉIS DERECHO A CULTIVAR.

Y TODO ESTO OS LO OTORGO COMO FUERO POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, DE TAL MODO QUE SI ALGUIEN FUESE CONTRA ÉL INCURRA EN NUESTRA IRA Y SEA CASTIGADO CON EL PAGO DE MIL SUELDOS JAQUESES.

Y MANDO POR ÚLTIMO QUE TODOS VOSOTROS QUE VENGÁIS A POBLAR LA VILLA DE LUNA SEÁIS LIBRES E INGENUOS Y NON TENGÁIS QUE PAGAR CENSO ALGUNO NI A MÍ NI A MIS SUCESORES, COMO QUEDA DICHO ANTES, NI TAMPOCO TENGÁIS QUE PAGAR DERECHO DE PORTAZGO A LA CORONA EN TODOS MIS TERRITORIOS SALVO CON VUESTRA FIDELIDAD POR MI MANDATO, POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.

SEA FECHA ESTA CARTA DE POBLACIÓN DE LUNA EN LA ERA MILÉSIMA NONAGÉSIMA SEGUNDA, EL DÍA NUEVE DE SEPTIEMBRE, EN EL LUGAR DEL CASTILLO QUE LLAMAN DE OBANO, REINANTE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO Y BAJO SU IMPERIO YO, SANCHO RAMÍREZ, POR LA GRACIA DE DIOS REY EN ARAGÓN Y EN PAMPLONA, MI HIJO PEDRO EN SOBRARBE Y EN RIBAGORZA Y EN MONZÓN, SIENDO PEDRO OBISPO EN ARAGÓN Y PAMPLONA, RAIMUNDO EN RIBAGORZA, Y ALMENE ABAD EN SAN JUAN DE LA PEÑA.

AMEN.”


Tras lo qual dimos todos el grito de...

¡¡¡VIVA EL REY DON SANCHO!!!
¡¡¡VIVA LA VILLA DE LUNA!!!
¡¡¡VIVA LA TORRE DE OBANO!!!
¡¡¡SAN JORGE!!! ¡¡¡¡ARAGÓN, ARAGÓN, ARAGÓN!!!


Et después tomaron la palabra maese Ferrán Marín, don Santiago Puértolas et maese Carlos Bitrián, de APUDEPA para leer un manifiesto que fablaba del derecho que el patrimonio cultural tiene a ser conservado, estudiado e preservado de todo mal, lo que constituía el grito de ayuda de la torre de Obano, privada de tal derecho por la desidia et el abandono, et que fue grandemente aplaudido por todos los presentes, sobre todo por vuestro escribano, que se vio especialment conmovido cuando maese Ferrán fizo referencia a la Escuela como lugar do enseñar a los infantes el valor del Patrimonio de los pueblos, pues es sabida la inclinación deste vuestro servidor hacia la Enseñança e sus desvelos por ella.

Et tras desto que digo hobo un momento de grande emotividad cuando maese Alejandro Beamonte, vezino de Çaragoça mas gran amante de Luna et de la torre de Obano, leyó para todos los presentes el siguiente soneto:

Tu silueta, muchas veces yo he visto
junto al río Arba, cerca de Luna.
Indagando sobre tu rancia cuna,
a tu origen del siglo once me alisto.

Sancho Ramírez, cruzado de Cristo,
torre altiva, bella como ninguna,
te alzó para combatir la moruna
y dejar el camino a Egea, listo.

Castillo de Obano, piedras talladas,
doradas a la caída del sol,
fuiste referencia de nobleza.

Hoy tus piedras sobre el suelo holladas
arrancan sentimientos de estupor
¡Queremos verte en tu antigua grandeza!


Nobles e bellas palabras que fueron también mui apreciadas e aplaudidas por luneros y amigos e tras las cuales aún hubo tiempo de reñir en buena lid el rey don Sancho con los mesnaderos de ACHA maese Naule, maese Ximeno Marco et maese Rodri, venciendo el monarca a sus contendientes en lucido combate et marchando después dello, entre plácemes e algarabía, a por el yantar, que aunque apenas pasaba hora e media de tercia, habíansse transcurrido ya varios actos et las tripas pedían manduca...

Dispusiéronse una mesa con sus sillas muy amablemente para los mesnaderos de las diferentes Compañías por la Asociación Banzo Azcón et el Ayuntamiento de Luna en un patio interior al pie de la Torre de Obano de tal modo que el ayre -que non dexó de fastidiar durante todo el tiempo mas con menos reciedumbre de la esperada- apenas nos ofendía, assí que degustamos todos muy alegres las migas con cebollica e ajetes preparadas por los organizadores, acompañándolas con unos tragos de agua, gaseosa e vino et otras viandas aportadas por todos, tales como tomaticos con anchoas, choriço, longaniza, queso et jamón, lo qual fue todo bien aprovexado por los presentes mientras el resto de invitados se acomodaban en una suerte de sillas de cartón muy agudamente adereçadas.

Fue durante la comida quando descubrimos todos con sorpresa e non poco cachondeo una suerte de carcajada rítmica que parescía de chufla pero que non era tal sino la manera peculiar de reírse de donna Aldara de Lacort. Una especie de “¡aAH - hahahahaha!” sincopado e rítmico que non parescía sino ensayado, precedido de un silbido como “Wiiiiiiiiiii” que jamás antes oyeron mis oídos acostumbrados a todo tipo de sones et que fizieron a los mesnaderos entrar en tal torrente de carcajadas que a lo largo de la tarde a punto estuvieron de desencajarnos las mandíbulas de pura risa, pues era el caso que se estableció con ello un bucle sin fin, ya que las risas provocaban en donna Aldara más de esos “Wiiiiiiiiiii... ¡aAH - hahahahaha!” que, a su vez, causaban más y más carcajadas a quienes la oíamos, lo cual le provocaba a la moza más risa.... et assí hasta el infinito. Si a ello le sumamos el miedo que vuestro orondo escribano provocaba a un pequeñuelo llamado Adrián cada vez que me acercaba a él, que a punto de finalizar se nos unió donna Milena García de Celaya (a la que saludé e abracé con grande alegría) et que a la fin de la comida nos fueron servidos unos excelentes cafés con sus nubecillas de leche (y aún con algo de alcohol espirituoso y unas galleticas como postre), podemos dezir que la comida resultó alegre, espléndida e bien digerida, sobre todo por maese Rodri, que trasegó dos buenos platos de migas como quien dice sin pestañear...

Acabada la comida partió maese Ferrán con mi caballo para llevar a maese Carlos Bitrián a Yéquera y a Luna mientras nosotros desarrollábamos para los presentes un vestir al caballero al uso, como tantas vezes hemos hecho, en la persona de don Assalit de Gúdal (que non llevaba calzones, como mostró a su pesar a los asistentes), después de lo qual el escribano dibuxó los nombres de los niños que assí lo quisieron en unos diplomas muy lucidos, nombrándoles caballeros de la Torre de Obano a ellos, a sus padres, a la asociación APUDEPA y al Lucero del Alba, que ya puesto a escrebir, lo mismo me daba diez que ciento et quedaron todos los agraciados muy bien agradecidos por ello. Sólo lamento que una digna señora quedóse sin diploma al haber decidido el escribano cerrar el chiringuito, por lo cual le pido perdón desde esta crónica et le prometo fazerle uno bien lucido assí que nos volvamos a encontrar.

Aún no habían acabado, no obstante, nuestros trabaxos de la jornada, pues sólo passaba una hora e media de nona, de modo que esperamos a maese Ferrán (que llevaba en mi caballo los arcos de Factio Exsul et otros adereços varios) et representamos luego un asalto a la torre de Obano et una defensa frente a un grupo de arqueros con un magro muro de escudos que, a la postre, sirvió perfectamente para fazer a los presentes una idea de cómo se desarrollaban tales lanzes de guerra poliorcética. Et tras esto ya sí, dimos por finalizada la jornada regresando todos a Luna, unos a caballo e otros a pie, no sin que estos último errasen el camino de regreso et se perdiesen entre los brezos et caminos hacia la villa (que ya hace falta ser zote para perderse en apenas una legua de distancia, pero en fin), hallándose como los hobbits Frodo Bolson et Sam Sagaz en Mordor, faltándoles sólo la presencia de Sauron (¡Vade Retro y quédate en Enzíjar, satanás!) para tener un mal fin de fiesta...

Llegados todos a Luna, recogímonos en el fondaco del Collerón en que començábamos la jornada, tomamos unos espirituosos invitados por maese Ferrán Marín et la villa de Luna, reímos todos muy largamente de nuevo con la risa de donna Aldara (que donna Milena de Celaya casi se cae de la risa, pues era la prima vez que la escuxaba et se encanó con ella) et poco a poco llegó el momento triste de despedirse todos de todos, prometiéndonos vernos muy pronto, repartiéndonos agradecimientos et felicitaciones sinceras por la bella jornada transcurrida et prometiéndoles el escribano una muy lucida e pormenorizada crónica, que es la que estoy a punto de acabar en el castillo de Zufaria, a nueve días del mes de octubre de 1092, día de San Dionisio Areopagita, et que desseo de todo corazón que hayan disfrutado della mis lectores. Amen.

jueves, 8 de septiembre de 2011

LAS TRECE ROSAS

Ufff...

Acabo de ver nuevamente esta película dirigida por Emilio Martínez Lázaro en el año 2007 y me gustaría dejar aquí unas reflexiones sobre ella. No sé si conocéis el argumento: está basada en el libro "Trece Rosas Rojas" de Carlos Fonseca y narra la historia de trece jóvenes (nueve de ellas menores de edad) que fueron detenidas nada más acabar la guerra civil por pertenecer a las Juventudes Socialistas Unificadas y dedicarse a realizar pequeñas acciones subversivas (lanzar panfletos, básicamente), pero que fueron condenadas a muerte y fusiladas el 5 de agosto de 1939 en las tapias del cementerio del Norte de Madrid como represalia por el asesinato de un guardia civil unos días antes de dictarse su condena... Las Trece Rosas (como se las llamó más tarde) forman parte del imaginario colectivo de la izquierda española del mismo modo que los fusilados de Paracuellos del Jarama lo fueron de la derecha franquista...

La película es preciosa, naturalmente, cuenta los hechos de forma dramática aunque con ciertos toques de humor y resulta de una emotividad apabullante, mostrando una vez más el horror de la pena de muerte a través del excelente trabajo de (casi todas) las actrices protagonistas, que te hacen creer sus personajes de forma vívida y muy sentimental. Son trece chicas alegres, muy jóvenes, valientes, víctimas de una injusticia escandalosa y aterradas ante su trágico destino (no acierto a imaginar nada más aterrador que ser consciente de que que vas a morir fusilado en apenas unas horas). Además, dicho sea de paso, están todas bastante buenas y cada una a su manera son una hermosura de chicas. Las cosas como son.

Sin embargo, hay en ella unos cuantos detalles que me rechinan y que en algunos momentos me producen cierta sensación de hastío propagandístico. No voy a negar que el caso de las Trece Rosas fue una flagrante injusticia cometida sobre unas chicas que tuvieron la mala suerte de estar en el lugar equivocado y en el momento equivocado. Pero lo que me resulta de traca es la actitud que estas muchachas -o al menos algunas de ellas- muestran a lo largo de la película, en especial Julia Conesa Conesa, interpretada por Verónica Sánchez, la de "Los Serrano", que dicho sea de paso siempre me ha caído antipática y poco creíble como actriz.

Veamos... Para no ser yo el que me invento las cosas, voy a citar aquí a una persona tan poco sospechosa de filofranquismo como es el gran ilustrador Carlos Giménez, comunista convencido y conocido sobre todo por sus álbumes de la serie "Paracuellos" sobre los Hogares de Auxilio Social de Falange de la posguerra en los que pasó su infancia. En su álbum "36-39, malos tiempos" (que recomiendo vivamente y que narra las vivencias de una familia madrileña en los terribles días del asedio de la capital durante la guerra) uno de los personajes más carismáticos, la señora Lucía, la madre de dicha familia, le dice a su marido -Marcelino- estas palabras cuando éste le reprocha el haber mendigado comida a unos militares fascistas una vez acabada la guerra:


"Cuando estábamos en guerra, luchábamos para ganar, con moral de victoria. ¡Vencer o morir! Y podíamos decir ¡No me como el pan del enemigo aunque me muera de hambre...! Porque estábamos en la lucha, combatiendo con orgullo, con rabia, con dignidad... Pero ahora no estamos en guerra, no estamos luchando... ¡Nos han vencido! ¡NOS HAN APLASTADO! Esos militares no son el enemigo, Marcelino, entérate. ¡SON LOS AMOS! Contra el enemigo se lucha. Contra el amo, no. El pan del enemigo se destruye. El pan del amo se pide, se come y se dan las gracias... porque es el único pan que puedes esperar, el único que vas a tener. Hasta ayer pasábamos hambre por culpa del enemigo... Hoy, vamos a comer gracias a los amos."

Terribles, tremendas y crudísimas palabras las de Carlos Giménez, por muy de rojo que pintemos la moto y por muy deplorables que nos parezcan. A partir del famoso "La guerra ha terminado" del último parte oficial del 1 de abril de 1939 el franquismo dejó de ser el enemigo para convertirse en el amo, mal que le pese a todo el mundo. Y las Trece Rosas parece que no se quisieron enterar, o al menos eso dan a entender Julia Conesa y sus amigas en la película.

Y así, acabada la guerra y mientras se está preparando el desfile de la victoria, las Trece Rosas se dedican a organizar una clandestinidad que saben que no puede llevar a ninguna parte, reparten octavillas llamando a una resistencia que no ha sido posible con las armas en la mano y encima, una vez que ha sido detenida por andarse con gilipolleces en lugar de tener cuidado, la señorita Conesa se permite el lujo de mostrarse desafiante, orgullosa y chulita delante de la policía y ante las funcionarias de la cárcel de Ventas. Y eso es lo que yo no me creo ni por el forro...

Acabada la guerra y consciente de lo que los vencedores han hecho y están haciendo en pueblos y ciudades de toda España con los vencidos (fusilamientos, torturas, asesinatos, detenciones...) cualquier republicano estaría sencillamente cagao de miedo. Es tristísimo, pero es lo que toca. Y las Trece Rosas, imagino yo, estarían igual de cagadas. Su juventud las llevaría a intentar hacer algo por esa República ya fenecida, sí, pero una vez detenidas, torturadas incluso, y en la cárcel poco espacio habría para estupideces, para fiestas ni para actitudes desafiantes ante unos vencedores que tan poquita compasión habían demostrado sentir hacia los "rojos" durante toda la guerra y menos durante la posguerra, llegada la hora de la venganza, del ajuste de cuentas, máxime cuando un comandante de la Guardia Civil, su hija y su chófer acaban de ser asesinados a sangre fría. Lo contrario no es heroicidad ni valentía. Es simplemente estupidez.

Pues no... Julia Conesa declara ante la funcionaria de la cárcel de Ventas que no tiene religión alguna, se dedica a recoger ratones para soltarlos en misa como una gracieta, inventa una canción chusca sobre las terribles condiciones de vida y de hacinamiento en la prisión, las chicas se encaran con la directora porque no hay comida para alimentar a los niños y se niegan a cantar el "Cara al sol", Julia le vuelve orgullosamente la espalda al cura que la obliga a confesarse si quiere recibir papel y lápiz para despedirse de su familia, le pregunta indignada a una funcionaria de prisiones que si "tanta prisa tiene por matarnos", le escribe a su madre con orgullo pidiéndole "que mi nombre no se borre de la Historia" (¡la muy fantasma!), les grita a los soldados del pelotón que "¡vosotros no sois hombres, no tenéis alma, si la tuviérais no estaríais aquí!" (¡Como si pudieran elegirlo!) ... Y, claro, todo ello queda en la pantalla de un heroísmo que te cagas y puede ser visto hoy como una muestra de orgullo y de dignidad ante sus asesinos, sí. Pero hoy, es decir, sólo desde una perspectiva actual, a más de 70 años de distancia, amparados por el Estado de Derecho y sin comprender en absoluto ni la situación, ni la época, ni los condicionantes.

Yo me pongo en el lugar de la muchacha y me la imagino antes callada, asustada y pensando o preguntándose con tremenda angustia por su terrible destino que haciendo gracietas idiotas. Y, desde luego, soy cualquiera de los energúmenos con pistola que vigilaban la prisión, escucho a la nena soltar lindezas y desafíos uno tras otro en la situación en que se encuentra... y me apuesto el cuello a que Julia Conesa no llega a ser fusilada porque antes alguno de ellos le mete dos tiros en la cabeza, probablemente después de ponerla mirando a Cuenca y violarla con entusiasmo. Por chulita y por imbécil. Si la cosa no ocurrió así -afortunadamente para ella- fue por eso precisamente: porque tuvo una suerte tremenda y no se encontró con ningún falangista fanático que le dejase bien clara su situación ante los vencedores.

Así que eso. Las Trece Rosas fueron víctimas de una injusticia horrible. Les arrancaron la juventud por un deseo de venganza. Son dignas de todo respeto, de toda simpatía y de toda memoria. Pero en la película de Martínez Lázaro -que es preciosa y que recomiendo vivamente- uno no puede dejar de preguntarse cuánto tuvieron de heroínas... y cuánto de gilipollas.

lunes, 22 de agosto de 2011

"Tour de force"


Nosotros lo llamamos "vuelta de tuerca" en español. Consiste en lo que vulgarmente sería "estrujar la gallina de los huevos de oro". Ya conocéis el cuento: una gallina ponía un huevo de oro diario y su dueño decidió matarla para averigüar cómo podría obtener la mayor cantidad de oro posible de su interior y de una sola vez. Una apología de la Paciencia, en definitiva... Y de la Codicia.

Ya he dicho en más de una ocasión que amo a Teruel. Es una ciudad muy bella en la que he pasado momentos maravillosos, tanto en Las Bodas de Isabel como mucho antes, cuando mi labor profesional me llevó a pasar un año académico trabajando en ella y paseando por sus calles. He asistido y colaborado en la fiesta medieval de las Bodas en seis ediciones y la considero un evento espectacular, variopinto, emocionante e interesante por muchas razones, públicas y personales. No es fácil que una ciudad de más de 35.000 habitantes se vuelque en cuerpo y alma para recordar una de las historias de amor más sublimes que jamás se haya contado.

Sin embargo, esta "Marcha de Diego a la batalla de Las Navas" me parece, como digo, una vuelta de tuerca innecesaria que -tal vez me equivoque y ojalá sea así- tiene más de búsqueda del beneficio económico que de un verdadero interés por el Patrimonio Cultural de la Ciudad de los Amantes. No dudo ni de la buena fe de sus organizadores, ni de su talento para llevarla a cabo, ni de la implicación del pueblo de Teruel en su desarrollo. En absoluto. Y digo más: ni siquiera me parece mal que trate de buscarse una inyección de beneficio económico-comercial-hostelero para la ciudad (una ciudad a la que amo, repito). En los tiempos que corren, la crisis se deja sentir en todas partes y es bueno luchar contra ella por cualquier medio de que se disponga. Y Teruel dispone de un Patrimonio que no es moco de pavo y que puede y debe aprovecharse. Pero con cabeza.

Porque es sabido que lo poco se disfruta, pero lo mucho cansa, o puede llegar a cansar. Y si las cosas salen bien, como deben salir y así lo espero sinceramente, enseguida puede aparecer el sutil fantasma de la Codicia (la gallina de los huevos de oro) y esta "vuelta de tuerca" lleve a otra... y a otra... y a otra... hasta que llegue un momento eufórico y surrealista, completamente pasado de vueltas, en que se organicen en Teruel cuatro o cinco "fiestas medievales" al año (una por estación y la que sobra de propina) donde el mercantilismo oculte ya descaradamente el interés cultural y se acabe conmemorando la primera menstruación de Isabel o el primer día que Diego comió judías con longaniza, que cosas más raras se han visto en otras partes. Ya sabéis: "cosas veredes que non creyeres"...

Así que estupendo... Que Diego decida marchar a al-Ándalus, a Tierra Santa o a Forniche Alto, y que todo resulte un espectáculo digno de contemplarse. Pero que no se marche a muchos más sitios porque puede ocurrir que la gallina reviente y los turolenses, amigos y foráneos acaben hasta el gorro de su propia tradición cultural y todo vaya degenerando hasta ahogarse en su propio éxito.

Amo a Teruel. Y amo las Bodas de Isabel. Y me dolería que se convirtiesen en una goma elástica que, de tanto estirarla, acaba rompiéndose.


martes, 9 de agosto de 2011

El cronista Enrique de Çaragoça (2)

Hace ya varios años que vengo siguiendo la pista de este enigmático personaje cuya trayectoria vital me resulta curiosa y atrayente. En el año 2008 esbocé ya un atisbo de su biografía, tras arduas investigaciones, que resumía de esta manera:

El maestro Enrique nació en la ciudad del Ebro en el mes de Augusto del A.D. 1183 en el seno de una familia de artesanos, siendo sus padres José de Albalate y María de Mediana, quienes, en un principio, al ser segundón entregaron al niño para su educacion al monasterio de Santa Maria de Sigena, donde permanecio durante diez largos años aprendiendo las artes del Trivium (Gramática, Retórica y Dialéctica) y el Quadrivium (Aritmética, Música, Geometría y Astronomía), lo cual lo convirtió en hombre muy bien instruido y letrado. (1) Sin embargo su brillante carrera de jurista se truncó al cumplir los veinte años, aproximadamente, cuando por una locura de juventud y arrastrado por una lujuria que nunca terminó de abandonarle, el muchacho huyó del monasterio en pos de una joven novicia castellana (Sigena es monasterio duplice, de monjes e monjas) llamada Laura de Vandelvira, que lo prendió de sus encantos y le propuso la fuga, arrepintiéndose la bella al poco tiempo y dejándolo compuesto y sin dama, a la cual estranguló con sus propias manos, preso de la ira y el despecho, echando sobre sus espaldas el terrible pecado del asesinato (2). No atreviéndose a regresar al monasterio y sin posibilidad de volver a su hogar, decidió entonces unirse a las huestes de Su Majestad don Pedro II de Aragón, recibiendo así el perdón real, máxime al tratarse de una denuncia interpuesta por un súbdito del rey de Castilla. En la mesnada regia conoció a un grupo de caballeros que se proclamaban "Fideles Regi Aragoniae", habiéndose juramentado dar la vida por su monarca si fuese necesario.

Aprendió don Enrique con ellos el arte de la guerra, pero los nobles del rey consideraron muy por menudo las aptitudes intelectuales del joven aprendiz y decidieron nombrarlo su cronista y amanuense, encargándole la redacción de sus credenciales de Caballeros, confirmadas por el rey, y levantar acta de todas sus hazañas en el campo del honor (3). Sobre los años siguientes (entre 1205 y 1212) no se han hallado noticias, pero podemos conjeturar que maese Enrique perfeccionó el uso de las armas y se integró plenamente en la Mesnada Real, viajando al país de la Lengua de Oc, donde entró en contacto y simpatizó con el Catarismo en la corte tolosana. Acompañó maese Enrique de Çaragoça a los Fideles Regi y al rey de Aragón en la resonante victoria de Las Navas y, más tarde, en la defensa de los cátaros perseguidos por la cruzada de Inocencio III encabezada por Simón de Monfort. En la infame jornada del 13 de septiembre de 1213, en Muret, fue malherido por el caballero franco Alain de Roucy y tuvo la desgracia de ver morir a buena parte de aquellos bravos que tan bien le habían acogido y a los que tanto debía (4). Acabada su aventura occitana, el maese Enrique de Çaragoça acompañó después -ya de nuevo en tierras de la Corona de Aragón- a los nobles que se opusieron a Su Majestad don Jaime, que tan mal les había tratado al reivindicar los privilegios forales que por derecho les correspondían, hasta que viejo, cansado y harto de una vida de peripecias, luchas y enfrentamientos, decidió tomar los hábitos y retirarse al mismo monasterio de su juventud, donde desempeñará el cometido de cillerero del cenobio (ca. 1245). En 1248 el anciano tomó los cálamos para recopilar las experiencias de su azarosa vida en una recopilación de crónicas escritas en el mismo scriptorium sigenense... (5)


NOTAS

(1) Sobre la infancia y formación del amanuense, se han consultado los legajos A-3445 y A-3879 (bis) de la sección 7-C del Archivo del Arzobispado de Zaragoza, donde se encuentran la partida de bautismo de Enrique de Çaragoça y ciertos datos recogidos por dom Anselmo de Cantavieja, párroco de la iglesia de las Santas Masas donde fue bautizado y al que la familia del cronista tenía en gran estima.

(2) Archivo de Protocolos Notariales de Zaragoza. Legajo 13.458-M con sello real. A.D. 1204. Petición de búsqueda y captura hecha por el barón don Juan de la Cruz de Vandelvira, natural de la villa burgalesa de Covarrubias, al rey de Aragón sobre la persona de Enrique de Çaragoça por el crimen cometido sobre la novicia donna Laura de Vandelvira. Caso sobreseído por iussio regis expresa de S.M. don Pedro II de Aragón. La iussio regis (lit: "mandato del rey") es una orden real decretada con efecto ejecutivo inmediato. Máxima expresión del poder del monarca, no puede ser desobedecida bajo ningún concepto.

(3) Armorial e Cronicón de los Nobles Caballeros Fideles Regi escrito por el cronista don Enrique de Çaragoça. A. D. 1248. Manuscrito. Carcassonne, col. particular. Ejemplar único. Fols. 34-37.

(4) "Et á la fin de la bataille furent trouvés dans les champs de Mureth plusieurs corpes morts parmi les lances et les épées, tels que ceux des chevaliers Aznar Pardo, et Roderic de Liçana et molts d'autres. Et l'un d'eux était encore vivant mais très mal blessé, et il demandait confession, en disant d'être le croniste Henri des Fideles du roi d'Aragon et qui avait être tué aussi par le Chevalier Alain de Roucy, Dieu garde..." (Histoire de la Sainte Croissade contre les Cathares. Artois de Rocamadour. Ed. en Carcassonne, 1587. Pág. 142.)

(5) Armorial e Cronicón de los Nobles Caballeros Fideles Regi.... Op cit. Fol. 16

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Pero la historia de esta búsqueda se remonta a unos años atrás con el hallazgo de un manuscrito...

Todo empezó con una afición tan extendida entre los profesionales de la Historia como es la de recorrer pausada y atentamente abadías, catedrales, monasterios, palacios o castillos de la geografía europea a la busca del detalle curioso, de la emoción que emana de estos lugares de la memoria o, simplemente, de disfrutar de unos instantes de paz, sosiego y embeleso ante la belleza creada por el Hombre para mayor Gloria de Dios... o de sí mismo.

Fue, pues, visitando el monasterio dúplice de Nuestra Señora de Sijena hace ya unos seis años cuando, entristecido por los estragos que los avatares de la historia han producido sobre las venerables piedras del cenobio benedictino, entré en conversación con una anciana vilanovana que daba un paseo por el exterior de los ábsides de la iglesia. Me contó que una tía suya había profesado en el monasterio cuando todavía las sorores dejaban oir sus angelicales cánticos en el coro del bello templo y la Madre Superiora atendía las peticiones de sus hijas en Cristo en la maravillosa sacristía bellamente iluminada por un desconocido pintor anglonormando. Nada de ello queda hoy, sino el esqueleto de esa pasada grandeza y unos cuantos negativos fotográficos donde se adivina en blanco y negro la belleza de tales obras maestras de las artes medievales aragonesas.

Fue la anciana señora, María de nombre, quien me habló por primera vez del Cronicón... Al parecer –dijo- cuando el monasterio fue asaltado por las columnas anarquistas procedentes de Cataluña en el 36 su tía, sor Amada de la Cruz, natural de Osera de Ebro, logró escapar hacia Zaragoza llevándose consigo lo poco que pudo rescatar antes de que las turbas vociferantes entrasen en el cenobio dando vivas a la República, a Durruti y a la Libertad mientras aplicaban teas y antorchas al monasterio en un alarde de incultura, estupidez y odio visceral hacia todo lo que sonase a Iglesia, por bello y notable que fuese...

Uno de los objetos rescatados por la monja fue un manuscrito en el que un viejo monje narraba sus peripecias en distintos lugares de la geografía española en los albores del siglo XIII, acompañando a un grupo de caballeros armados que, al parecer, había luchado junto a Pedro II el Católico de Aragón y su hijo don Jaime I. Sin mucho convencimiento, como pueden ustedes imaginarse, pregunté a doña María qué había sido del manuscrito y, naturalmente, la anciana no supo darme noticia de él. Tan solo sabía que había ido a parar a Zaragoza, desapareciendo en el río revuelto de la guerra civil, pasando de unas manos a otras hasta perderse su rastro.

Sin embargo, el gusanillo de la curiosidad había anidado ya en mi intelecto de historiador y me propuse, al menos, iniciar una pesquisa para averigüar qué había podido ocurrir con el viejo manuscrito. Pregunté a doña María si tenía alguna familia aún en Zaragoza que pudiera saber algo del texto y me comentó que sus únicos familiares en la capital del reino eran sus hijas y nietos, pero que su hermana mayor quizás pudiera darme alguna noticia más sobre el cronicón medieval.

No me extenderé demasiado en los detalles. Baste saber que, después de varios viajes por Aragón, Castilla y Cataluña y aún por Italia y Francia (afortunadamente mi visita a Sijena había tenido lugar en mayo y disponía de un verano que disfrutar en viajes e investigaciones), indagando aquí y allá acerca del manuscrito sijenense, y cuando ya casi desistía de mi empeño, convencido como estaba de su defiitiva desaparición, logré localizarlo en una colección particular en Carcassonne.

Fue emocionante tener en mis manos aquel volumen de unos 25 cm. de largo por 18 de ancho, escrito en pergamino de vitela sin ilustraciones y encuadernado en cuero. El texto estaba datado en 1248 aunque sin duda había sido reencuadernado quizás en el siglo XVIII a juzgar por el estilo y la factura de la encuadernación. Constaba de unas doscientas páginas y estaba dividido en cuatro decenas de capítulos de diferente extensión donde el anciano monje contaba a la posteridad las peripecias de un grupo de nobles aragoneses a los que llama “Fideles Regi”. Cada capítulo estaba iluminado con una capital inicial bellamente ilustrada y se dedicaba a una algarada, evento o aventura vivida por el monje benedictino Dom Enrique de Çaragoça junto a sus hermanos de armas, oscuro personaje de quien no tardé en comenzar algunas indagaciones que me habrían de ocupar más tiempo del que disponía.

El trabajo fue arduo, pero realmente enriquecedor. Supe así de las notables andanzas de un grupo de caballeros medievales a los que citan nada menos que Jerónimo Zurita y el mismo rey don Jaime en su Llibre dels feyts, los Fideles Regi del rey de Aragón, don Rodrigo de Lizana, don Atho de Foces, don Pero Maza, don García Romeu, don Gombaldo de Tramacet, don Artal de Alagón, Lope Fernández de Luna, Ruy Ximénez de Urrea, Ximeno Cornel y su hijo, Pero Cornel, así como otros no tan conocidos como don Françesc de la Birra (de origen sin duda occitano e incluso lombardo) y hasta un ricohombre castellano, don Juan Núñez de Lara, desfilaba también por sus páginas...

Pero era un texto realmente extrañísimo, pues se mezclaban en él datos y acontecimientos que revelaban saltos temporales y espaciales impresionantes y a lo largo de al menos cuatro años. Se hablaba en sus páginas, por ejemplo, de lances tan extraños como la presentación de Perceval, la recreación de la Venida de la Virgen del Pilar a Zaragoza, las llamadas “Alfonsadas” de Calatayud (referidas tal vez a Alfonso II el Casto, dada la época en que fue redactado el manuscrito), las Bodas de Isabel de Segura con don Pedro de Azagra en Teruel y otros eventos tan insólitos como las justas de Daroca, la batalla de Maderuelo o la toma de Peracense (referida en al menos cuatro ocsaiones consecutivas). ¡Incluso dos de las crónicas hablan del Compromiso de Caspe, sucedido doscientos años después de la batalla de Muret, en la que participó dom Enrique de Çaragoça!

Pero además la capacidad de traslado de este notable cronista es asimismo sorprendente, pues lo encontramos a finales de junio de 1367 en Anento... ¡y tan solo siete días después aparece en Peracense (Teruel) y dice estar en el año 1210! Tras mucho pensar he llegado a la conclusión de que sólo puede tratarse de los delirios de un loco. En fin. Obviando muchas dudas y cuestiones sin resolver, decidí presentarlo a mis lectores dividido en casi cuarenta capítulos, publicados en soporte informático tal y como lo transcribí, palabra por palabra, si bien reduciendo al máximo las notas tironianas y eludiendo las abreviaturas en aras de una mayor claridad.

Las crónicas de Enrique de Çaragoça terminan inexplicablemente en torno al mes de mayo de 1211 con la llamada "Crónica de Argüeso", un pequeño castillo en tierras cántabras al que algunos Fideles Regi acudieron en la primavera de dicho año. Esta última crónica es en verdad muy extraña, pues si bien otras anteriores (como la de Peracense del año 1209) presentaban restos de raspado que indicaban la supresión de algunos fragmentos por razones que se me escapan, en la crónica de Argüeso tales raspados eran mucho más numerosos y perceptibles, lo que indicaba que el buen monje había decidido censurar muchos más datos que en crónicas anteriores. Desconcertante.

A partir de ese momento, pues, en mayo de 1211 se hace el silencio en el cronicón de Enrique de Çaragoça. Mis investigaciones se dirigen ahora a esclarecer qué razón pudo silenciar los cálamos del monje benedictino, si bien ando siguiendo ya algunas pistas en anotaciones halladas en las páginas finales del manuscrito (por ejemplo, una que señala Stat Amicitia pristina nomine, nomina nuda tenemus: "De la hermosa Amistad sólo permanece el nombre, sólo nos quedan nombres desnudos") que apuntan hacia una grave crisis de conciencia que llevó al escribano a tomar decisiones trascendentales en su vida, aunque no he conseguido averiguar aún de qué naturaleza...

Quedo, pues, aquí en mi estudio analizando esas palabras y escudriñando el pasado de este personaje que, después de tantos años estudiándolo y poniéndome en su lugar, ha llegado a formar parte íntima de mí mismo...