lunes, 20 de diciembre de 2010

Energúmenos



Joder, aún me dura el susto en el cuerpo... Y eso que la cosa no iba conmigo.

Lunes, 20 de diciembre. Hora, más o menos, las once y veinte de la mañana. Estoy de guardia y me encuentro en el vestíbulo del instituto, junto a la directora, a las conserjes y a un compañero del departamento de Ciencias Sociales, echando una mano para preparar una exposición de instrumentos musicales manufacturados por los alumnos de 1º de ESO. De repente, aparece por la puerta el ejemplar de homínido más parecido al Neanderthal que he visto en mi vida. Cejijunto, bajito, con la cara arrebolada y coloradota que presentan a menudo los borrachines. Y me digo: "Jodo petaca, éste viene a por juerga, seguro".

Los modos acompañan a las formas: "¡Haber, bengo a que me digan quién es el invécil que le tiene manía a mi niña!" (escribo con las faltas de ortografía que le imagino al ejemplar de orangután que ha pronunciado la amable frase). Le acompaña la hembra de su manada, una señora regordeta y bajita que, al menos, tiene la decencia de permanecer discretamente en silencio. Al menos, de momento.

Los profesores presentes al edificante acto nos miramos con preocupación, como preguntándonos de qué circo se ha escapado el ejemplar y calibrando con preocupado semblante los daños físicos que pudieran producirse en los siguientes minutos. Porque está claro que a esa fiera o le calmamos los ánimos o la emprende a bofetadas con alguien. El energúmeno continúa argumentando con sabias razones: "¡Haber, benga, que me lo hechen, que parece que a mi niña en este sitio le tienen manía todos". Mientras una profesora se acerca cautelosa a la fiera y empieza a hablarle con calma y paciencia, como quien se aproxima a un gorila asustado con un plátano en la mano para que se calme, yo me retiro discretamente a la sala de profesores. Conozco a la cría del primate, es alumna mía (¡nunca me he felicitado tanto de NO ser tutor de ningún grupo este año!), ha sido expulsada por mal comportamiento (la nena, desde luego, es de las que hay que echar de comer aparte, y vistos los progenitores se entiende la descendencia) y voy a poner al corriente a la tutora de la que se le viene encima.

Mientras la pobre chica palidece y se arma de valor me doy cuenta de que no se escuchan ruidos de golpes ni forcejeos en el vestíbulo. Buena señal, la fiera no ha estallado, al menos todavía. Sólo se oyen vagos mugidos que farfullan algo de que "¡Haber quién le ha dao a mi niña con una puerta en la cara, que se la hago comer!". Como un Manolete que se enfrenta a Islero en la plaza de Zuera, la tutora sale al ruedo armada con un triste bolígrafo y una carpeta. Pero el energúmeno está bien amarrao: frente a él están la jefa de estudios, la directora, la conserje y todo el profesorado que ha podido reunirse para calmar a la fiera.

En un momento determinado, la tutora sale del centro a buscar a la nena que se encuentra en el edificio de arriba, asistiendo -con gran interés, supongo- a una conferencia sobre acoso en los centros educativos. Salgo con ella y me cuenta que el primate ha soltado un par de perlas dignas de su condición...

A la jefa de estudios, con infinito desprecio: "Amás, yo no tengo nada que hablar con usté, ques una mujer, a mí que me echen a un hombre que me entiendo con él como haiga falta"

A un compañero que intentaba razonar infructuosamente con semejante bestia parda: "Ustez quítese la chaqueta y benga fuera conmigo si tiene cojones".

Ya ha terminado mi guardia y decido marcharme a casa. Tengo que dejar constancia escrita de lo que acabo de presenciar. Y me planteo un par de cuestiones. La primera, que con esos mimbres, así va a salir el cesto. Y la segunda, que estoy anonadado de comprobar cuánto pedagogo de jaula hay rondando por esos mundos de Dios, todos ellos empeñados en que su nene (o su nena) son diferentes de los demás, todo el mundo les tiene manía y los docentes no tenemos ni idea de cómo se educa a la juventud. Hay que tratar con los inútiles de los profesores a hostias, hombre, que es la única manera de que entremos en vereda.

¿Reducirnos el sueldo? ¡Gratis, tendríamos que trabajar, para que aprendamos!

domingo, 19 de diciembre de 2010

Feliz Navidad


Tengo un pequeño problema...

Hace ya bastantes años que comienzo "estas fechas tan entrañables" con un profundo sentimiento de desesperanza. Las palabras "Feliz Navidad" me suenan vacías de contenido a pesar de que las veo escritas, pronunciadas y anunciadas con profusión de neones, brillantinas y guirnaldas allá donde voy, desde la caja tonta hasta el más pequeño economato de barrio de "Cuéntame"...

Gracias a los periódicos y a Arturo Pérez-Reverte sé que hoy Belén es una población ocupada por el ejército israelí donde delante de la gruta del Nacimiento de Cristo hay más probabilidades de ver un carro de combate "Merkava" y media docena de vigilantes soldados armados con M-16 que a un grupo de pastorcillos llevándole sus ovejicas al niño Dios. Y también sé que este paréntesis de paz, amor y buenos deseos no es más que eso... un paréntesis en el que hay que ser buenos por tradición consuetudinaria, un simulacro que acaba exactamente el día 7 de enero, cuando las huellas de los camellos de los Reyes Magos se pierden en las arenas del desierto iraní perseguidos por los Abrams M-1 del ejército norteamericano.

Hace ya más de un mes que "el Árbol", "Mercadona", el "Symply" y el "Alcampo" tienen expuestos en sus góndolas los mil y un reclamos navideños para que no se nos ocurra olvidar que "estas fechas tan entrañables" son un inmenso altar construido a la mayor Gloria del Consumismo y de la Economía de Mercado y estoy harto de ver en TV las consabidas advertencias de que "este año los españoles gastaremos un 10% menos en nuestras compras navideñas debido a la crisis económica" (aunque he de decir que esto lo llevo yo oyendo TODOS los inviernos desde que el mundo es mundo, tanto es así que creo que de tanto reducirse dicho gasto cada año, inexorablemente, llegará el momento en que no nos podamos gastar un céntimo de euro... Y entonces veréis qué risas, porque ESO SÍ será una crisis económica con todas sus letras). Y sí, también este año me había propuesto no caer en la trampa, aprovechar la reducción de salario y el mordisco en la paga extra de Navidad a los funcionarios para decir ¡basta ya! y anunciar a bombo y platillo que ya está bien de chorradas y que este año no hay regalos para nadie, que no está el horno para bollos.

Efectivamente, lo habéis adivinado, sabios cachorros. De eso nada.

El sábado por la mañana me llamó mi hermana para decirme lo que le gustaría a mi sobrino Leonardo que le trajesen los Reyes Magos. Y también a Miguel Ángel. Y a Rafael. Y a Raquelita... Y no me quedó más remedio que ir de tiendas a encargar regalos. Y debo dinero a bastante gente (no demasiado, pero lo debo), y me van a pagar una extra de Navidad que será para descojonarse de risa (válvula de escape para evitar coger una escopeta de cañones recortados y plantarme en la Delegación de Educación y Cultura para reclamar una paga extraordinaria digna de tal nombre) pero ahí estaba yo, en "Imaginarium", pagando a crédito. Como todos los miles de gilipollas que año tras año caemos en la misma espiral...

Pero chicos, no sé...

Por la tarde me dí un paseo por el belén de la plaza del Pilar... Impresionante. 90.000 euros muy bien gastados, sí señor. Y mientras me paseaba, charlando con unos desconocidos, a mi alrededor cientos de pequeñuelos miraban todo aquello boquiabiertos como si descubrieran un mundo nuevo. Me dió por pensar que, efectivamente, lo estaban descubriendo. Y dentro de ese mundo nuevo entran también los Reyes Magos en los que creen con tanta ilusión. Una ilusión contagiosa, que te embarga hasta hacerte pensar que perderla sería una verdadera lástima. Y me dije que, a pesar del Merkava en el portal de Belén, a pesar de la Economía de Mercado y sus malditas trampas conmemorativas, a pesar de que ese nacimiento del Niño Dios nada tiene que ver con el despliegue mediático que nos rodea... los pobres críos no tienen la culpa de que la Navidad se haya convertido en un copyright del Corte Inglés. Y sólo por ellos merece la pena pensar que un día, hace más de 2010 años, vino al mundo uno de ellos para dejar un mensaje al que nadie hace ni puñetero caso... salvo los que todavía son como él.

Así que eso: por ellos, por los niños, por sus sonrisas y sus descubrimientos...

FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO 2011 A TODOS

(a pesar del Merkava)

PD: Mi hermana Susana nos va a traer otro sobrinito para el verano. Si contamos a la pequeña Sofía (que nacerá en febrero), al año que viene serán seis... Santo Dios...

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Un homenaje a un gran sabio.


Hoy, queridos cachorros, quiero hablaros de un periodista...


Uno, en su ignorancia, tiene algunos referentes culturales que se han adquirido bien de oídas, bien de lecturas a lo largo de arduos años de trabajo y estudio. En la vida cotidiana, más o menos a menudo, oyes hablar de grandes personalidades de las Artes, las Ciencias y las Letras a través de diversas exposiciones, conmemoraciones de aniversarios, grandes eventos, presentaciones de libros, conferencias, ciclos, cursos y cursillos etc. Grandes hombres y mujeres cuya vida y obra a lo mejor ni conoces, y tal vez ni siquiera llegas a conocer nunca, pero sabes que son importantes, que merecen ser estudiados, aunque a ti tal vez no te interesan en absoluto. Está muy claro que no es necesario amar la Medicina para saber que Ramón y Cajal o Severo Ochoa son dos de los más ilustres médicos e investigadores que España ha dado a esta Ciencia. Y del mismo modo, no es necesario haber leído a García Márquez, a Miguel Hernández e incluso a los mismísimos Cervantes, Quevedo y Lope de Vega para, por lo menos, intuir su capital e insustituible aportación a esa jerga que ahora tan mal se acomoda a la mentecatez autonómica patria y que tiene el bello nombre de Lengua Española.

Hace ya años se añadió uno de estos grandes hombres a mi galería personal de referencias culturales, esta vez en lo que al campo de la Historia se refiere. En mi caso concreto ese cajón del archivo de mis devociones y mi memoria cuenta con las fichas de individuos como Herodoto, Tucídides, Jenofonte, Tácito, Polibio, Suetonio, Tito Livio, Vasari o, más recientemente, Robin G. Collingwood, Albert Soboul, Lucien Fevbre, Marc Bloch, Fernand Braudel, Georges Duby, Jacques Le Goff, Manuel Tuñón de Lara, Claudio Sánchez Albornoz, Américo Castro, Ramón Ménendez Pidal, Josep Fontana, Julián Casanova, Emilio Mitre, Julio Valdeón, Juan Pablo Fusi, Fernando García de Cortázar, Javier Tusell y un amplísimo etcétera. Ninguno de los mencionados ha dejado de aportar interesantes reflexiones y, a veces, testimonios realmente importantes y sorprendentes a la Historiografía. Sin embargo echaba en falta algo de lo que muchos de estos grandes historiadores adolecen: la capacidad de emocionar, de conectar con un público al que la Historia le resulta todavía una disciplina llena de fechas, de grandes nombres, de sangrientas batallas y de intragables estadísticas. Y fue entonces cuando lo encontré.

Se llamaba Indro Montanelli, era periodista y lo conocí a través de una de sus obras maestras: la Historia de Roma, publicada en 1957 a través del famoso diario milanés Corriere della Sera. Una sorprendente historia de Roma que hablaba de los ataques de colitis que casi hicieron a Augusto perder la batalla de Filippos o la vergüenza que Julio César sentía por su calvicie, de manera que se peinaba con el pelo hacia adelante para disimularla. Y todo ello basándose en la información que proporcionan individuos como Tácito, Tito Livio o Suetonio. Una información tan cachonda como la que contiene su posterior Historia de los griegos (1959), a la cual no quiso titular Historia de Grecia por la sensata razón de que Grecia no existió jamás como unidad política. Y por eso su historia es de los griegos: de Clístenes, Solón, Licurgo, Pericles, Alcibíades, Fidias, Policleto, Sócrates, Herodoto, Tucídides, Jenofonte y todos aquellos que construyeron, conjuntamente separados, la Historia de la Grecia Clásica.

Indro Montanelli no solo escribió estas dos magníficas obras, estas joyas encuadernadas (como las que ya llamé así en otra ocasión), sino que también publicó cientos de artículos y otros muchos libros. Sin embargo considero que sobre la primera de estas pequeñas maravillas merece la pena hacer algunas reflexiones. Esta obra, la Historia de Roma, levantó ampollas en los medios académicos italianos, primero, y luego mundiales. Por primera vez alguien, ¡un periodista!, se atrevía a perder el respeto a la sagrada civilización del Tíber y mostraba sus entresijos menos gloriosos pero infinitamente más interesantes. Los insufriblemente aburridos miembros de la comunidad universitaria de la Historia, acostumbrados a escribir crípticas páginas inteligibles sólo para su reducida camarilla (el honorable ámbito académico, que le llaman), pusieron a don Indro a parir, ante lo cual imagino al genial periodista partiéndose de risa ante el mosqueo del respetable.

No sé yo si captáis la gravedad del asunto. Ved, por ejemplo: Octavio Augusto, el gran Augusto, el primer emperador de Roma, hijo adoptivo del divino César, el artífice de la Pax Romana, el forjador de un Imperio... tenía continuas diarreas. ¡No veas el cachondeo! Imaginad la escena, en plena batalla de Filippos contra Casio y Bruto, los cesaricidas, esas turmae de caballería que cargan sin tregua contra las cohortes leales y ese Marco Vipsanio Agripa que llega echando los hígados a la tienda de Octavio a preguntar dónde coño se ha metido su jefe que no está cabalgando al frente de sus bravos:

-¡Los jinetes de Casio están haciendo una carnicería en nuestro flanco derecho, y Marco Antonio no logra contenerlos! ¿Dónde demonios está Octavio?

-Cagando. Tiene otro de sus ataques de colitis.

-¡Joder con los césares y con la madre que los parió!

Y ese César en un rincón, tembloroso, haciendo sus necesidades evacuatorias dentro de un casco de legionario que le han dejado ad hoc mientras se devana los sesos pensando cómo va a limpiarse su augusto culo para que no se le hagan ampollas al montar sobre el caballo, si es que antes no le hace picadillo la caballería enemiga...

Pues sí cachorros: ése, y no otro, era el divino Octavio Augusto, fundador de Mérida, Zaragoza, y tantas otras colonias, que expandió las fronteras del imperio romano hasta límites hasta entonces desconocidos, que supo organizar magistralmente todas esas provincias conquistadas, acaparando un poder insospechado y, atención, todo ello manteniéndose dentro y en nombre de la más estricta legalidad, de acuerdo con las leyes de la República, hacia las que Augusto siempre sintió un reverencial respeto. Un ilustre cagón reumático que a menudo tenía fortísimas cefaleas y problemas intestinales. Esto no lo cuenta así el periodista italiano, claro, pero todos hemos sufrido alguna vez esas humillantes urgencias y no es difícil imaginarlas. Lógicamente los medios académicos no iban a perdonar a Montanelli el haber desvelado al mundo, a la opinión pública, tan terriblemente prosaica realidad. No es de extrañar que pidieran para él poco menos que la crucifixión.

Sobrevivió a una condena a muerte en el año 1944, pero nada pudo impedir que a las 17.30 del domingo 22 de julio del año 2001, en la habitación 610 de la clínica Madonnina de Milán, se apagase el gran Indro Montanelli a sus ya 92 venerables años. Como ha querido recordar su último director, Ferruccio de Bortoli, en realidad con él acabó verdaderamente el Novecento italiano, el siglo de Indro. En su honor compré, leí de nuevo y disfruté de esa Historia de los griegos, esa Historia de Roma y la posterior Historia de la Edad Media (escrita en colaboración con su discípulo Roberto Gervaso), contadas maravillosamente, como yo siempre quise que me las contaran. Fue mi pequeño homenaje. Y os recomiendo vivamente que hagáis lo mismo. Os reconciliará con esa aburridísima Historia que, tal vez, os hicieron aprender en la juventud profesores tan plastas como los que tuve yo.

¡Salve, Indro!

martes, 7 de diciembre de 2010

De mayor quiero ser controlador aéreo...

Sí, señores, lo he decidido. Yo, de mayor, quiero ser controlador aéreo.


Y no, no os confundáis. No quiero serlo porque cobren un sueldo indecente para cualquier mileurista, y no digamos para los más de cuatro millones de parados que hay actualmente en este país.


Tampoco porque tengan un trabajo seguro con todos los privilegios habidos y por haber. Ni porque les paguen las horas extras a 1.500 €.



Tampoco les envidio los viajes gratis que pueden hacer ellos y sus allegados, ni las bajas por enfermedad en cuanto sueltan un estornudo, ni la exclusividad de que haya sólo 2300 controladores en todo el país.

Mi envidia es más siniestra, más oscura, más retorcida...

Me importan un carajo sus reivindicaciones, por mí les podrían echar a todos a la puta calle porque seguro que no faltarán candidatos que les puedan sustituir. Y también me importa un cojón de mico que el último chantaje -así, con todas las letras- que han protagonizado haya sido por culpa de la empresa AENA, del gobierno de ZP o del sindicato USCA. Me da absolutamente igual todo...

Lo que me ha fascinado, lo que me ha dejado de piedra, lo que me produce una envidia negra y terrible es que esos desgraciados decidiesen plantarse un día y abandonar sus puestos de trabajo... y todo un país quedase con el culo al aire, paralizado, con los aeropuertos cerrados, los vuelos en tierra, los cielos sobre España vacíos de aviones (la imagen del mapa de situación del tráfico aéreo europeo era sobrecogedora) y cientos de miles de pasajeros (¡en TODO el mundo!) durmiendo sobre sus maletas, con los niños llorando porque no saben qué va a pasar y los padres cagándose en la puta madre de los controladores aéreos. Los sueños, las ilusiones y las necesidades de cientos de miles de personas tirados por el retrete.

Increíble. Fabuloso, de puro demencial.

Hacen huelga un par de millares de trabajadores ultraprivilegiados y todo un país -que vive muy principalmente del turismo- se colapsa, un medio de transporte de capital importancia como es el aéreo se bloquea por completo, se cancelan todos los vuelos (sean de vacaciones o de trabajo), hoteles y restaurantes se ven dramáticamente afectados por la falta de clientes, la bolsa española baja por la falta de credibilidad en un sistema económico que permite tal desaguisado en plena crisis... ¡se llega a declarar el estado de alarma, cosa que no había ocurrido jamás en los 30 años de democracia! ¡¡¡Se llega a militarizar el control del tráfico aéreo civil como en una república bananera en pleno golpe de Estado!!!

¡¡¡Y todo eso por 2.300 hijos de la grandísima puta!!!

A mí que no me vengan con milongas... Eso es PODER. Ni el presidente de los EE.UU, ni el banquero más forrado del planeta, ni el cargo directivo más alto de la mayor multinacional del mundo son capaces de algo así en menos de tres horas sin que se monte una revolución como las de antaño, con hoces, guadañas, cuchillos y cualquier instrumento capaz de cortarle los cojones al responsable del desaguisado...

Yo me estoy imaginando el cuadro si en el momento en que los pasajeros afectados por las cancelaciones y los malnacidos de los controladores coincidieron en el hotel de Barajas donde se alojaron unos y otros yo hubiese perdido un vuelo del que dependiese algo mucho más importante que unas vacaciones y me encontrase cara a cara con ellos. No me habría limitado a chillarles, como vimos en TV. Le hubiera dado un golpe en la cabeza a un policía, le habría quitado la pistola y al día siguiente los titulares de los periódicos hubieran sido muy diferentes. Mucho. Lo que no entiendo es cómo se lo tomó todo el mundo con esa pachorra.

Lo dicho: de mayor quiero ser controlador aéreo... Aunque tenga que tragar insultos, malas caras y expedientes disciplinarios.

PD: Piloto de aerolínea también me valdría, pero esos son otro cantar.

jueves, 2 de diciembre de 2010

El monje de Sijena: una primicia

Monasterio de Nuestra Señora de Sigena

28 de noviembre del A.D. de 1276

In Nomine Domini Nostri Iesu Christi. Amen

Triste está hoy la mañana, vive Dios. Desde laudes se barruntaban nubes y faz ya dos días que la reúma me muerde el costado, así que non est extranyo que se desfagan agora las cielos en lágrimas de ángeles, que non otra cosa son las gotas de lluvia para una tierra sedienta como la nuestra monegrina, inmisericorde tanto para el payés que della se nutre como para el noble barón que sobrella cabalga con su hueste al llamado de su rey, que acaba de entregar su alma al Señor. Dios le acoja en su seno, si tal le apetece.

Mas non he fecho la presentatio de mi humilde persona, e como non fui maleducado en mis mocedades bueno será que vos diga que Lorenço de Zufaria es mi nombre e la de monge cillerero del Real monasterio de Nuestra Señora de Sigena mi actual condición. Más de veynte años face ya que profeso en el cenobio sigenense y en todo aqueste tiempo he tratado de olvidar cuanto malo viví e regocijarme en el recuerdo de lo bueno que también me ocurrió en otras tierras e otros tiempos en que era fuerte mi braço e mi espíritu presto a la aventura. Non faltó de lo uno ni de lo otro en mi luenga vida ni poco ni mucho, pues si bien buenos palos han vareado mi costillar y he derramado lágrimas et sangre de mis entrañas en lanzes que non creeríais, también he catado el divino calor de un cuerpo femenino y la gozosa humedad de unos besos de muger, ¡e aún de muchas!, sentido la brisa del mar en el rostro, contado las estrellas de la noche brillando para mí et gozado de otros muchos plazeres que de seguida vos contaré si la maldita reúma me lo permite.

Porque habéis de saber, mis nobles senyores e damas que a bien tenéis de leer mis chapuceros escritos, que el destino decidió desde mi cuna la tonsura como mi condición en la tierra, pues allá por las postrimerías del reynado de don Pedro II de Aragón, tristemente fenecido en lo de Occitania, siendo yo segundón de un pobre linage de infançones zufarienses y apuesto mozico de apenas 8 o 9 primaveras, fui enviado al cenobio de Nuestra Señora de Sigena por mi padre para que la Santa Madre Iglesia me alimentase, vistiese et educase en los latines et las teologías, ya que la tierra de mi casar me estaba vedada en favor de mi hermano Juan por derecho de mayorazgo.

Por non defraudar a mi buen padre et deshonrar a la familia, aprovechando mis buenas dotes de memoria et mi interés por las ciencias e las letras, apliquéme bien en el estudio del trivium y el quadrivium aprendiendo cuanto un bachiller debe conoscer con buena disposición, de tal modo que aún no había acabado la adolescencia et ya era ducho en la Gramática, la Dialéctica, la Retórica et otros saberes que habrían de serme muy útiles en el futuro, bien que entonces aún non lo sabía... Sin embargo -¡ay!- nunca fue mi ánimo propenso al celibato, et si notamos que el cenobio de Sigena es dúplice et en el convivimos fratres et sorores separados mas bajo el mesmo techo, podrán muy rápido sospechar mis amables lectores que el pobre Lorenzico en Sigena, a los dieciocho años et con la labia que Dios me dió et los estudios que yo mesmo me procuré, era como una antorcha encendida colgando de una crin de caballo sobre un pajar reseco...

Como non podía ser de otro modo... un buen día la crin se cortó et la antorcha cayó, más ardiente que nunca, sobre una novicia de apenas catorze años llamada Laura de Vandelvira, a la qual mis artes e ingenio sedujeron sin escape posible. Mas el bello romance de estas dos palomas en celo acabó de modo trágico, terrible, et me darán mis lectores licencia para callar lo que entre nosotros ocurriera, pues forma parte de esos recuerdos que la memoria se obstina en mantener dolorosamente vivos a pesar de mis ímprobos esfuerzos por enterrarlos para siempre.

Sabed sólo que vuestro pobre monjecillo hubo de huir precipitadamente de Sigena, de Aragón e aún de la Hispania, perseguido por la Justicia del rey don Jaime y uniéndose allende los Pirineos a un grupo de bachilleres y clérigos errabundos que se ganaban la vida con la goliardía...

-----------------------------------------------------------------------------------------------

Lorenço de Zufaria se despertó aquella mañana con la boca pastosa, la garganta reseca y un dolor de cabeza descomunal. Hacía ya más de dos horas que el gallo había anunciado el amanecer en el patio del fondaco donde había pasado la noche y le costó regresar a la realidad cotidiana. Se incorporó sobre los codos y escuchó las roncas de su compadre Marcial, que todavía estaba en el reino de Baco, abrazando una jarra de vino cuyo escaso contenido se repartía entre el estómago del durmiente y el suelo del establo. Muy cerca de ellos rebuznó un jumento y una voz estentórea, parecida a la de la bestia que llevaba del ronzal, gritó:

- ¿Será posible? ¿Aún andan estos dos piojosos por aquí? ¡Arriba, malditos gandules, que encima de no pagar aún os tendré que traer un cuartillo de leche para que os desayunéis!

El posadero, que acababa de entrar en el establo para llevarse al borrico a la aldea y comprar víveres para su establecimiento, subrayó sus amables palabras con un donoso puntapié en la boca del estómago del pobre Marcial, que regresó de golpe del mundo de los sueños. Evidentemente la austeridad, el comedimiento y los maitines del cenobio sigenense quedaban ya muy lejos de las costumbres de los dos goliardos...