jueves, 28 de mayo de 2009

FIDELIS REGI (I): Los comienzos

Hace ya más de dos años, en el invierno del 2007, un amigo al que conocía de un foro de internet me habló de una afición que siempre me había parecido muy interesante pero que hasta entonces nunca había considerado hasta el punto de practicarla: el recreacionismo.Yo había estado en ferias y mercados medievales, pero hasta entonces sólo había visto en ellos una fuente de material didáctico para mis clases: mi nombre escrito en árabe, en hebreo o en caligrafía carolingia... Una pequeña vasija de cerámica para mostrar a mis alumnos qué aspecto tiene una pieza elaborada con un torno... Una fíbula para sujetar una capa... Una moneda del reinado de Pedro IV de Aragón... Materiales que luego me iban a servir para enseñar a mis alumnos la Historia desde un punto de vista diferente al que ofrecen sólo los libros de texto, con elementos tangibles y experimentables.

Este amigo, Juanjo, me habló a través del foro antedicho de un grupo de recreación que se dedicaba a vestirse de caballeros medievales y que acudían a diferentes localidades para realizar lo que yo entonces creía que eran espectáculos de tipo lúdico sin más pretensión que pasar un rato agradable. No sabía yo entonces lo que implicaba el verdadero recreacionismo histórico. Por aquel entonces mi única experiencia habían sido Las Bodas de Isabel del año 2002 (estuve destinado en Teruel ese curso académico) y ese mismo invierno del 2007, justo antes de conocer a Fidelis Regi, estuve de nuevo en Las Bodas con un atuendo de musulmán un tanto sui generis, invitado por un grupo de turolenses a los que también conocía por internet y que más tarde me causarían una tremenda decepción y una profunda tristeza, pero que en aquella ocasión me trataron con verdadero afecto y a los que cogí tanto cariño por ello que llegué a plantearme seriamente formar parte de su grupo, aunque yo buscaba algo más de profundización en la Edad Media, sus atuendos, sus armas y su forma de vida. No es ahora el momento de hablar de este particular, del que tantas páginas de comentarios se han vertido ya en la red.


Pero Juanjo me propuso un día quedar con algunos de los miembros de ese grupo zaragozano para conocerlos y charlar delante de una cerveza. Fue un viernes de primavera del 2007 por la noche, en la taberna irlandesa Bull McCabe, en la calle Cádiz. Fue mi primer contacto con Fidelis Regi. Por eso recuerdo muy bien el día y el lugar. Quedamos con los hermanos Jambrina (Rafa y Jesús) y con David Giménez y pasamos una velada extraordinaria. Recuerdo que estaban a punto de cerrar el bar y ahí seguíamos los cinco, en la planta baja, charlando y bebiendo cerveza mientras los camareros barrían el local y nos miraban con suspicacia esperando a que plegáramos de una vez. Los Fideles Regi me explicaron la idiosincrasia del grupo, sus pretensiones, sus proyectos de cara al futuro como recreacionistas. Conecté con ellos desde el primerísimo instante. Me gustó lo que oí. Mucho. Y me abrieron la puerta de un mundo que yo desconocía por completo.


Sin ponerme trascendente, porque tampoco fue oír voces ni ver visiones, lo cierto es que cambiaron radicalmente algunos aspectos de mi vida. Empecé a ver mis prendas medievales (que por entonces se reducían a una espada de Marto, unas botas de montaña, un escudo redondo, un almófar pavonado muy bonito, un turbante, una esclavina, una capa de lana y un cinturón con un bolso de cuero crudo para llevar el dinero, el móvil y las llaves del coche) con ojo crítico. Empecé a intervenir en el foro de Fidelis con cierta asiduidad, con artículos sobre historia medieval, pidiendo consejos y bromeando con ellos. Me compré una Paul Chen de una mano, un yelmo normando y una lanza. Y por fin, el 20 de abril de 2007, los Fideles me acompañaron a mi primera recreación, en el instituto Virgen del Pilar, donde vestimos a un caballero con todas sus armas e hicimos una exhibición de combate ante unos alumnos entusiasmados viendo a su profesor de Historia darse de espadazos con un tío vestido de hierros de pies a cabeza... Una gozada.


Lo que yo no sabía entonces es que YA era un Fidelis más. Tres días después de aquello tuve mi bautismo de fuego en la celebración de San Jorge en el castillo de la Aljafería. Esa misma mañana recibí de Fernando Abad mi veste del dragón y me fotografiaron junto al resto de mis compañeros como un miembro más de la hermandad. Con todos mis fierros encima ya no era Enrique Villuendas, profesor de Historia. Era el barón Aznar Pardo, mayordomo de Su Majestad don Pedro II de Aragón, muerto en la batalla de Muret el 12 de septiembre de 1213 defendiendo a su rey. Un FIDELIS REGI...



6 comentarios:

  1. ¡Qué decirte Enrique!...que sigas escribiendo.
    Un placer leerte.

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  2. Muchas gracias, Jesús. Tengo muchas más cosas que contar, pero eso será...

    MAÑANA!

    Jajajajajaja

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  3. Liala parda, compañero.

    David

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  4. Macho, ¿que ha pasado con las otras entradas de Fidelis que no me permite entrar?
    Mira a ver si las has borrado por error...

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  5. No, mi querido Carlos, no las he borrado por error... Las he borrado a idea. Y merecéis una explicación.

    Veréis: después de leerlas muy despacio me he dado cuenta de que hablar sobre las personas a las que quieres tiene un peligro tremendo: el de la posibilidad de ofenderlas o molestarlas, aunque sea mínimamente, por malos entendidos, por comparaciones entre unos y otros o por la propia personalidad de algunos que pueden preferir no ver cantadas sus alabanzas en un blog público.

    Por eso, ante el tremendo miedo de poder disgustar a personas que tan caras son para mí, he decidido borrar estas entradas y ceñirme exclusivamente al grupo en su conjunto, a la hermandad Fidelis, sin individualidades, pues todos sus miembros son para mí persopnas entrañables a las que profeso el mayor cariño.

    Tú mismo los has definido mucho mejor que yo (ya sabes dónde) y a tus propias palabras me remito. Y aunque vosotros ya conocéis quiénes son mis debilidades dentro del grupo... de veras que prefiero guardarlas para mí.

    Un enorme abrazo a todos y cada uno de vosotros. Y vosotras...

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