lunes, 24 de agosto de 2009

El Tapiz de la Creación (Gerona, siglo XI)


Habitualmente cuando hablamos de tapices en el mundo románico, el primero que se nos viene a la cabeza es el fabuloso de Tapiz de Bayeux, una obra maestra de casi 70 metros de largo por medio metro de altura, realizado a finales del siglo XI y donde se narra con todo detalle la expedición de conquista del duque Guillermo de Normandía a Inglaterra en 1066 y la batalla de Hastings, en la cual resultó muerto el rey sajón Harald y los normandos consiguieron hacerse con el control de las islas británicas.


Sin embargo en España contamos con otra obra maestra de la tapicería europea, contemporánea o, si cabe, aún más antigua que el tapiz de Bayeux, ya que sabemos que se encontraba en Gerona entre finales del siglo XI o principios del XII y es probable que fuera tejido allí mismo. Se trata del Tapiz de la Creación, aunque propiamente no se trata de un tapiz sino de un bordado. La diferencia estriba en que en el tapiz la escena se teje mediante una urdimbre de diferentes colores (hilos horizontales) sobre una trama (hilos verticales), mientras que el bordado se realiza tejiendo un modelo dibujado sobre una tela ya finalizada.


Al parecer el Tapiz de la Creación constituía un baldaquino destinado a servir de fondo tras el altar mayor de la catedral gerundense, ocultando a la vista el ábside del templo y sirviendo de referencia visual al oficiante, ya que hasta el Concilio Vaticano II el sacrificio de la Eucaristía se celebraba con el sacerdote de espaldas a los fieles. El tapiz tiene unas dimensiones de 3,65 x 4,70 metros y su programa iconográfico es en verdad sorprendente: en torno a la imagen de Cristo Pantócrator como Creador del mundo, rodeado por la leyenda Dixit quoque Deus eiat lux et factae lux ("Dijo entonces Dios hágase la luz y la luz se hizo"), se despliegan ocho escenas que representan los diferentes episodios de la creación del mundo descritos en el Génesis, desde la formación del firmamento hasta la creación de Adán y Eva. Estas escenas se hallan bordeadas por las primeras palabras del mismo libro del Génesis:

In principio creavit Deus coelum et terram, mare et omnia qua in eis sunt et viit Deus cuncta que fecerat et erant valda bona

"Al principio Dios creó cielo y tierra, el mar y todas las cosas que en ellos se encuentran. Y Dios vio que todo lo que había creado era bueno."

Los cuatro espacios que restan entre el círculo central y el cuadrado con el calendario están ocupados por los Cuatro Vientos representados por figuras de jóvenes a la manera romana; tienen alas en la espalda y en los pies, se dejan llevar cabalgando sobre recipientes de cuero llenos de aire y cada muchacho sopla dos cuernos a la manera tradicional. Están colocados en los ángulos de la segunda circunferencia, formando un cuadrado que tiene alrededor las franjas de otro ciclo iconográfico relativo al paso del tiempo; en los ángulos de estas franjas hay los cuatro ríos del Paraíso, dentro de círculos y que se representan simbólicamente a la manera tradicional, mostrando unas jarras que vierten agua.


Por último, rodeando todo el Tapiz se encuentra una banda dividida en escenas cuadradas. En las bandas laterales se representan los meses: a la izquierda del espectador, a partir de febrero hasta junio, y a la derecha con solo fragmentos, desde julio hasta octubre. Debajo de febrero hay un círculo donde está representado el Sol como domingo (Dies Solis), sobre un carro tirado por una cuádriga y, en el lado opuesto, junto al mes de octubre, dentro de otro círculo se encuentra la representación de la Luna como lunes con un carro tirado por bueyes.


El ciclo de la franja inferior se cree que debía constar de tres tiras, pero sólo se conserva parte de la primera: la emperatriz Elena de Constantinopla habla con los judíos en Jerusalén, uno de ellos busca la Cruz y encuentra tres. La siguiente escena correspondería a la emperatriz colocando la Vera Cruz sobre una tumba, haciendo resucitar milagrosamente la reliquia al difunto. Esta escena, así como las que pudieron acompañarla, se han perdido.


En definitiva, una obra maestra, com ya hemos dicho, conservada en una de las más bellas catedrales españolas cuya visita os recomiendo vivamente. Además, podréis disfrutar de la contemplación del famoso Beato de Gerona, de una belleza extraordinaria, iluminado por una monja llamada Ende, lo que hace merecer con mayor motivo una visita a esta fantástica ciudad catalana. De él hablaremos en otra entrada...





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