A mediados del siglo VIII, en el monasterio de San Martín de Turieno (hoy Santo Toribio de Liébana, Cantabria), vivió un monje benedictino llamado Beatus, aunque probablemente su procedencia fuese toledana o aún andaluza, según distintas hipótesis. Era un monje de amplia formación teológica y humanística y de su mano se sabe que salieron varias obras, pero entre todas ellas destacan sus Comentarios al Libro de la Revelación, una serie de reflexiones sobre el libro del Apocalipsis de San Juan, que narra la versión cristiana del Fin de los Tiempos y que tuvo una influencia destacadísima en los albores de la Edad Media. Realmente es una obra de erudición pero sin gran originalidad, hecha sobre todo de compilaciones. Beato toma extractos más o menos largos de los textos de los Padres de la Iglesia , especialmente San Ambrosio, San Ireneo y San Isidoro. También está el comentario del Libro de Daniel por San JerónimoLa organización de los Comentarios de Beato está considerada por algunos investigadores como torpe y el texto a veces es redundante o contradictorio. En definitiva, se trata de una producción un tanto timorata, no dando pruebas de un gran espíritu de innovación. Así entonces... ¿Cómo tal libro, escrito en 776 y alterado diez años más tarde, ha tenido tal impacto durante cuatro siglos? Si la parte de Beato es muy reducida, la obra tiene por el contrario una traducción latina íntegra del Apocalipsis de Juan, lo que puede en parte explicar su notoriedad.

El famosísimo Beato de Gerona (970) fue realizado por el monje Emeterio y la monja Ende en el siglo X. Está escrit sobre pergamino y tiene 568 folios escritos a dos columnas y 114 miniaturas (algunas de ellas a toda una página e incluso doble página). Un detalle muy curioso que lo
diferencia de los demás conservados es que los ojos de los personajes tienen la pupila unida al párpado superior, lo que les da una apariencia calmada, beatífica. Es el beato con más ilustraciones conservado y fue donado a la Catedral de Gerona en 1078. Se cree que su origen es leonés y que posiblemente se llevó a cabo en el Monasterio de Tábara, en la provincia de Zamora.
Como vemos, otra muy buena razón para visitar esta bella ciudad catalana, su catedral y su museo catedralicio...


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