miércoles, 29 de septiembre de 2010

HUELGA GENERAL


No sé... parece que es obligatorio hoy hablar de la Huelga ¿no?. Pues oye, hagámoslo con originalidad, con un ejercicio de práctica futurista a corto plazo:

ANTE EL ESPEJO:

Día 28 de septiembre de 2010. Miro la televisión, escucho la radio, leo los periódicos, me informo. España entera es un clamor:

DIGNIDAD. DERECHOS. PROTESTA. VOZ DE LA CALLE. ¡QUE LA CRISIS LA PAGUEN LOS RICOS!. ¡BASTA YA! ¡A LA HUELGA!.

Está bien, de acuerdo. La Reforma Laboral es una mierda. Me solidarizo. Hago oír mi voz, secundo la huelga y estoy orgulloso de ello aunque los sindicatos convocantes sean unos lameculos del gobierno que hacen las cosas mal y tarde. Grito en la manifestación, hago oír mi voz junto a la de mis compañeros y camaradas...

Llega el día 30. La huelga es, ha sido un éxito rotundo y, a la vez, un fracaso espantoso (cosas de las cifras, que son muy caprichosas y todo es "según el color del cristal con que se mira")...

Al gobierno de turno la huelga le parece un "sano ejercicio democrático" que demuestra un "claro espíritu de participación en el Estado de Derecho" (declaraciones de ZP en "El País del Mundo de la Vanguardia en el Heraldo de Aragón del Telediario de la Primera"). Educación para la Ciudadanía en vivo y en directo. Pero de retirar la Reforma, nones. Ya está aprobada y se va a llevar a cabo "velis nolis". Y que salga el sol por Antequera.

Y cuando a mediados del mes de octubre me veo con un recorte del 7% (que una huelga convocada "ad hoc", en la que también participé, no logró evitar), mas otro hermoso pico porque en la nómina de septiembre nos aumentan el % del IRPF para cuadrarlo al final de año, mas los cacareados 83 euros por haber hecho huelga el día 29... todo ello por el gusto de ejercer mi derecho a protestar, me miro al espejo al afeitarme. Amargado. Y una vocecita interior sustituye las grandes palabras, los discursos y las razones para decirme: ¡ERES GILIPOLLAS!. Digno, sí. Pero GILIPOLLAS.

Lo siento, pero paso.

Sé que los sindicalistas, la gente que cree de verdad en esa Voz de la Calle capaz de mover montañas y desestabilizar gobiernos, me pondrán a bajar de un burro. O lo supongo. Lamento que mi ejercicio de futurismo a cortísimo plazo suene a chufla, pero no voy a justificarme buscando razones. No hago huelga porque, a pesar de que me repatea la Reforma Laboral, no puedo permitirme el lujo de que me quiten casi cien euros de la nómina para que, además, la huelga no sirva para gran cosa.

Llamadme "pesetero", si queréis, lo admito plenamente, pero lo veo así de crudo.

Y quiero hacer constar que respeto y admiro a los idealistas que hoy hagan huelga por defender nuestros derechos laborales. Los de todos. En serio: los admiro y ojalá me lo pudiese permitir yo también.

Pero las grandes palabras (SOLIDARIDAD, DIGNIDAD, PROTESTA, LA VOZ DE LA CALLE y todo eso) no harán que el banco me perdone la hipoteca de septiembre, entre otras muchas cosas.

IMPERATOR (Isabel San Sebastián)


Retomemos, queridos cachorros, la crítica literaria como uno de los puntales de este mi blog...

El último mamotreto de más de 300 páginas que ha pasado por mi "scanner" literario particular ha sido este Imperator de la insigne columnista de El Mundo y tertuliana de la COPE doña Isabel San Sebastián (famosa también por sus "agarradas" verbales con el también periodista José Mª Calleja en diversos programas de TV, por lo que parece).

He de reconocer que no tenía yo referencia alguna de esta buena señora ni como columnista ni como escritora (aunque en algunas páginas interneteras de dudoso gusto se la llama "fachaperiodista"), por lo cual su última novela ha sido mi primer acercamiento a su labor literaria. Lo que me llamó la atención, sobre todo, cuando me lo dió a conocer mi estimado señor de Urrea fue el tema del libro: la Europa de comienzos del siglo XIII con su Occitania cátara en plena ebullición, su batalla de Muret, sus luchas entre güelfos papales y gibelinos imperiales, la 4ª Cruzada, la toma de Damieta y la excelsa figura de Federico II Hohenstaufen y Altavilla, rey de Sicilia y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, llamado "Stupor Mundi" (Asombro del Mundo) por su gran cultura (hablaba nueve idiomas y escribía siete en una época en que la mayor parte de los grandes monarcas apenas sabía leer ni escribir), su importante labor política y su pujante personalidad. Datos todos ellos que me animaron a empezar la lectura con cierto interés aunque con no poca reticencia, ya que me olía alguna soflama nacionalista de esas que me repelen bastante, vengan de donde vengan.

Pero no. Comencemos la crítica diciendo que no está mal, el mamotreto. Se deja leer, no se cae de las manos en los primeros capítulos y consigue enganchar al lector, si bien no de una forma obsesiva ni mucho menos impactante. Es de esas novelas que uno termina de leer porque ya que la has empezado tampoco la vas a dejar a mitad, aunque a veces entran tentaciones de hacerlo. Me pasó algo parecido con Corazón templario, de Enrique de Diego, otro mamotreto que me prestó Jesús Fidelis y que también me leí con cierto interés pero sin entusiasmo. Una novela de andar por casa, vaya, de las de leer con cierto agrado y olvidar con relativa facilidad...

El protagonista de Imperator debería ser Federico II Hohenstaufen, desde luego, a tenor del título, pero en realidad es la historia de una cátara (?) llamada Braira de Fanjau a la que se le da bien la lectura del Tarot (aprendida de su madre, cosa que ya me hizo torcer el morro porque a mí los "esoterismos" tipo Iker Jiménez en las novelas históricas me producen cierto sarpullido intelectual) y que gracias a su habilidad consigue formar parte de la corte imperial camelándose a la reina Constanza de Aragón (hermana de Pedro II y primera esposa de Federico), a la que conoce en el palacio de la Aljafería de Zaragoza después de huir de su Occitania natal tras haber ayudado inconscientemente al asesino de Pere de Castelnau, legado papal cuya muerte desencadenó la cruzada albigense proclamada por Inocencio III y liderada por el infame Simón de Monfort.

Circulan por las páginas del libro personajes como el desgraciado príncipe Enrique Hohenstaufen, hijo de Federico y Constanza, regente del Imperio a quien su propio padre mandó encarcelar por alta traición; Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Padres Predicadores y maestro de Guillermo, el hermano de Braira, que abraza la fe católica gracias al ardor y la capacidad oratoria del futuro santo; Gualtiero de Girgenti y su hijo Guillermo, ambos dos caballeros de intachable valor y rendidos amantes de su cátara esposa y madre doña Braira (que no lo debía ser tanto, pues los cátaros no reconocían el sacramento católico del Matrimonio); la reina doña Constanza de Aragón, ejemplo de princesas medievales bellas, inteligentes y astutas, pareja en virtudes a doña Leonor de Aquitania; el enigmático y arrogante Miguel Escoto, alquimista, médico y astrólogo asistente de Federico en la corte siciliana y otros muchos personajes menores que acompañan el periplo vital de doña Braira, la cual es tan virtuosa y desgraciada que da penica, la pobre, por tantas cosas que le ocurren, de modo que entre muertes y desapariciones de seres queridos (su padre, por ejemplo, en el castillo de Foix, la reina Constanza -su amiga y confidente- o sus propios esposo e hijo, a manos de los sarracenos) puede decirse que su única alegría en la vida había sido enamorarse de Gualtiero y pasar con él unas cuantas temporadas entre guerra y guerra, ya que Federico es un mujeriego empedernido y la Braira parece que está muy buena, de manera que Su Majestad Imperial manda al marido a casa Dios día sí y día también para poder tirarse a la cátara... sin conseguirlo.

Lo mejor del libro: las descripciones de la corte siciliana (con sus intrigas, intentos de asesinato incluido) y el propio Federico II, un personaje interesantísimo, para echarle de comer aparte (inteligente, impaciente, colérico, arrogante, culto, impulsivo y buen mozo) pero que refleja muy bien el carácter de un monarca medieval, enfrentado al mismo Papa y a Dios y su Santa Madre si se tercia con dos cojones bien puestos. A pesar de ser Braira el personaje que introduce los hechos, la figura de Federico y su biografía están bastante logradas y animan a emprender lecturas más profundas sobre este soberano (cosa que me parece imprescindible en una buena novela histórica). ¡Ah, y mencionar también que en el cómputo de nobles participantes en la batalla de Muret se hace referencia expresa a los "Fideles Regi" en general y a Aznar Pardo en concreto, cosa que siempre se agradece...!

Lo peor: una historia cogida en algunos puntos con alfileres y bastante mal resuelta (a mi modo de ver). Por ejemplo: el "gran secreto" de Braira, lo que oculta a todo el mundo hasta casi el final de la novela, es su condición de cátara... que no se manifiesta en absolutamente ningún momento de la novela. Ni "consolamentum", ni negación de los sacramentos católicos, ni proselitismo, ni voto de pobreza, ni nada que se le parezca, a pesar de lo cual ella sigue considerándose "hereje" en su fuero interno. En otro momento de la novela es comisionada por la reina Constanza para que se entreviste con su hermano Pedro II de Aragón... y Braira aprovecha el momento para hacer una visitilla ¡de dos años! a sus padres en Occitania, de manera que cuando se encuentra con don Pedro está en Muret y es testigo de la batalla en la que muere el monarca aragonés, de modo que se tiene que volver a Sicilia sin haber cumplido el encargo de su señora... Para ese viaje no se necesitaban alforjas, caramba... Y las descripciones de armas y pertrechos, de traca: doña Isabel no se ha documentado correctamente, pues habla de "armaduras", "broqueles" y "mandobles" en la batalla de Muret... Y algunas otras cosillas más.

En definitiva, y por resumirlo todo en una palabra: PRESCINDIBLE. De todo punto.

domingo, 26 de septiembre de 2010

El gorrino mal capao...

A veces, entre unas tontadas y otras, crees que tienes la situación bajo control, los cabos bien atados y los planes bien trazados, incluido el famoso Plan B, antes de lanzarte al abismo, pero te sale el gorrino mal capao y se te revuelve en busca de venganza... En esa guerra civil personal de tí contra tí mismo empiezas a preguntarte qué es lo que ha podido salirte mal, en qué te has equivocado para que ahora te veas arrastrando el fusil por tierra camino del exilio, con el enemigo pisándote los talones. Y empiezas a buscar culpables, a lamentarte y a despotricar, si tienes alma de fuego, o a ponerte nostálgico y llorar mirando a las estrellas si la tienes de cristal...

Debe ser una auténtica putada. Sobre todo cuando miras hacia atrás y hay tantos cadáveres en las cunetas.

Es una reflexión que me ha dado por hilvanar al leer una página en internet sobre la ruta Orwell, en la sierra de Alcubierre. Ya os contaré más en detalle...

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Experiencias docentes

Ya tenemos aquí el nuevo curso.

Estrenando libros, estrenando alumnos, estrenando vivencias y estrenando cargo con todo el orgullo: profesor en prácticas. Como suele ya ser costumbre inveterada en mi caso, me han tocado en suerte los alumnos de 1º y 2º de ESO. Me gusta trabajar con ellos. A veces me sacan de quicio, se vuelven insoportables, te obligan a pegar unos bocinazos ensordecedores, te cabrean, te enfurecen...

Pero también puedes comprobar con enorme satisfacción que todavía son capaces de asombrarse cuando descubren algo nuevo, algo que les enseña, que les enriquece, que les gusta o que les sorprende. Esas caras de incredulidad, de interés incluso (¡que ya es difícil teniendo 13 años en el 2010, con la cantidad de estímulos que les rodean en todo momento!), cuando les haces ver girar la Tierra sobre su eje iluminada por el sol, cuando les explicas que la emperatriz Teodora era una puta ambiciosa, bella e inteligente que alcanzó la cúspide de una sociedad dominada por hombres al casarse con Justiniano el Grande, o que la revuelta Niká del año 532 en las calles de Bizancio se saldó con 30.000 muertos bajo las espadas de la guardia imperial en el Hipódromo a las órdenes de los generales Belisario y Mundo son un verdadero cántico a la Enseñanza con mayúsculas, más allá de los mil sinsabores que rodean a nuestra profesión. Sí... me gusta trabajar con esos chiquillos.

Esta misma mañana he tenido una de esas experiencias maravillosas con ellos, una de las que te hacen sentirte orgulloso y te confirman que lo que haces sirve para algo:

Hoy, a quinta hora, les he explicado a mis alumnos de 1º de ESO (12-13 años) los movimientos de la Tierra, la sucesión del día y la noche y las estaciones del año con la ayuda de un pequeño globo terráqueo suspendido en un campo electromagnético y una linterna, bajando las persianas de la clase para darle más espectacularidad a la experiencia...Cuando ha sonado el timbre un alumno me ha dicho, literalmente encandilado... "Oye... ¿no nos puedes dar clase tú también la siguiente hora?".

Sí, no me cabe duda: momentos y preguntas como esas, para mí, justifican las horas al volante, la preparación de clases, el estudio de las oposiciones, la atención a los padres y los mil sinsabores de 12 años de trabajo en las aulas de ocho institutos de todo Aragón...