Venían esta tarde del Este nubes de tormenta nuevamente...
Algo querían anunciar, algún mal augurio presagiaban, pues desde Peracense aprendimos a mirar los cielos con respeto y temor.
Mas al fin la tormenta ha descargado con toda su fuerza sobre mi corazón, dejándolo muy mal quebrantado en mil pedazos.
Era una presencia alegre, remoloneando por entre las mesas y las sillas, acurrucándose a nuestros pies, dejándonos acariciar su generosa cabezota, mirándonos con ojos tranquilos y felices mientras jadeaba...
Era un Fidelis más, un fiel compañero, un amigo que compartía nuestras alegrías y tristezas y disfrutaba de nuestra compañía allá donde viniese.
Era bueno... A dezir de algunos, hasta un poco tonto, pues no mostraba sus defensas ni aún provocándolo. Por eso los niños lo querían tanto y él les soportaba tantas cosas...
Se ha ido. En silencio, sin buscar culpables. Era su hora. Tal vez nuestro señor don Pedro II el Católico necesitaba a su lado al más fiel de sus Fideles Regi.
Adiós, Draco, querido amigo... Hasta siempre
Hoy el dragón de Fidelis está llorando.
Y el escribano también.
¡Ooooh! Lo siento, era un bichillo encantador
ResponderEliminarSeguro que hay un cielo de animales, donde van los perritos buenos, y Draco ya está correteando por allí.
ResponderEliminarLo peor para David y Ana, pues hay tragos que amargan como la hiel y eso no se desea a ningún amigo. Un abrazo para ellos.
Draco era el Fidelis más fiel...
Grandes letras, bien hiladas, para una gran compañia cánida.
ResponderEliminarAllá dónde esté Draco, habrá saboreado esta bonita dedicatoria tuya Monfort.