miércoles, 10 de junio de 2009

FIDELIS REGI (III): Eventos... y calor

Con una esquizofrenia más que regular, pues para entonces yo ya era una mezcla entre el cronista Enrique de Çaragoça, el Ricohombre de natura Aznar Pardo y Enrique el profesor de instituto, fui integrándome, pues, en la hermandad Fidelis de una forma cada vez más seria sin dejar de mantener, por supuesto, ni el buen humor ni la camaradería que encontraba entre ellos. Y así fueron sucediéndose los eventos.

Para los que no conozcáis este mundillo, los eventos son las ferias, fiestas, mercados, etc. a los que acudimos los recreacionistas para ejercer nuestra afición. Recuerdo que el primero de ellos fuera de Zaragoza fueron las Alfonsadas de Calatayud del año 2007. Allí descubrí que uno de los elementos más insoportables del recreacionismo medieval es el calor. La mayoría de los grandes eventos recreacionistas se desarrollan durante el verano, y eso significa soportar muchos grados de temperatura con unas vestimentas que, como es lógico, no están pensadas para ello. Mi saya verde de paño fue realizada para las fiestas de Teruel, en febrero. Pero para Calatayud, en Agosto, es como ir metido en un traje de esquimal en medio del Sahara. Y no es una exageración: si a la saya le añadimos mi propia grasa natural podéis, mis amados discípulos, imaginaros el suplicio... Y si en las Alfonsadas (de triste memoria posterior), pasamos calor, en el siguiente evento del Compromiso de Caspe aún pasamos más, que yo la noche del desfile por las calles de la Villa y al día siguiente creí que me deshidrataba...







No obstante, si solo hubiese sido por el calor habría abandonado el grupo hace ya tiempo. Pero entre los Fideles encontré además calor de otro tipo muy diferente y mucho más agradable: el calor de la amistad, de la camaradería, del trabajo compartido (me llegan a decir un año atrás que iba a estar yo ayudando a montar un pabellón medieval con su mástil, su tela y sus cuerdas y me hubiera partido de risa), de los compañeros de afición. En esos eventos de la geografía española conocí a personas fabulosas como los Iparreko Iaonac (cuyo nombre parece salido de El Señor de los Anillos, pero que son los auténticos Señores del Norte, unos recreacionistas asombrosos y unos verdaderos amigos si es que no se les puede aplicar una palabra más apropiada), los Arquers de la Flor de Lys (con el entrañable Jaume Montull a la cabeza, una persona encantadora y un grupo con el que nos une también una sincera amistad), los maestros de armas de Ferruza (Rober, Ramón, la virago Verónica y sus compañeros de mil algaradas) , los arqueros de Arcomedievo (con José Luis Castillo "Azogaraz" enseñándome a tender la cuerda del arco y disparar la flecha por intuición), la hueste Leo Crucis del Conde de Morvedre (que nunca faltaron cuando se pidió su ayuda y que ahora atraviesan un nuevo nacimiento por caminos distintos pero paralelos), los bravos guerreros mercenarios de A.C.H.A. (ese ojo blanco del Orko Alvar García aún me persigue en sueños), la Milicia Concejil de Rioiia (Sancho de Haro es una de esas personas a las que tomas afecto nada más conocerlas, un gran amigo), la Mesnada Mercenaria de los Mesnaderos Menesterosos (curioso nombre para una magra pero gallarda tropa encabezada por Julio de Humanejos, cuyos abrazos te descoyuntan de puro efusivos), la Orden del Acero Negro (con un extraordinario Freyre Galcerán cuya modulada voz de tenor en el canto es pareja a su elegancia y su buen hacer recreacionista)... Y el maestro herrero Lázaro de Leyva, y el sastre don Fernando Abad, y nuestro estupendo Axil, y los Arquers del rei en Jaume (con Roger de Flor y su fiel perro Marqués) y tantos, y tantos otros... Perdonadme si nos os dedico a todos unas palabras, pero en verdad sois demasiados así que recibid desde este blog un fortísimo abrazo y un fraternal saludo.

¡Y todo eso en apenas un par de años!

En realidad formamos una especie de tribu, una extraña familia que se concentra en cuanto se convoca un evento. Si los juntásemos a todos tendríamos más de trescientos, y alguna vez ha ocurrido. Veríais entonces un enorme campamento de pabellones, toldos, armeros, mesas y bancos dispuestos para la comida, y trajes variopintos, y reflejos del sol en los yelmos y las espadas, y oiríais el sonido de los aceros al chocar entre dos contendientes que se entrenan para la batalla, y voces de saludo llamando a los amigos, y risas, y discusiones acaloradas, y aplausos y cánticos y oleríais el aroma de una sisha quemando tabaco con melaza (y algunos otros olores menos agradables, también es cierto) y degustaríais la lamparilla y el yppocrás, y los sabrosísimos guisos de los Iparreko y de nuestros Fideles Carlos y Rocío... Esa es la gran familia recreacionista en lo que a calor humano se refiere. Y se deja uno envolver por ella. Y entonces sientes la sensación de que todo está bien, que estás entre amigos y que el otro calor, el del sol, es una nadería en comparación con la experiencia que estás viviendo...


Naturalmente que también existen los canallas, los oportunistas, los marrulleros, la mala gente que emponzoña cuanto toca. Heráclito de Éfeso decía que en la vida todo fluye (panta rei) y que ese fluir se mantiene en armonía por la confrontación (polemos), de modo que para que exista el Honor, tiene que existir la Felonía que se oponga a él. Pero de la canalla no creo que merezca la pena ni hablar. ¿Quién necesita mirar la inmundicia si tiene delante las aguas de un lago en la montaña?...

2 comentarios:

  1. Lo has definido inmejorablemente, Enrique: la gran familia recreacionista. Siempre lo he dicho, lo mejor de esta afición es sin duda poder compartirla con gente como vosotros.

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  2. Naturalmente, amigo mío. Sólo así se explica que algunos de vosotros recorráis centenares de kilómetros para acudir a la llamada de las huestes doquiera que se produzca. Somos de la familia, y la familia es lo primero...

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