jueves, 25 de junio de 2009

Villard de Honnecourt

Dejad que os cuente una historia, mis amados discípulos...

En la Picardía francesa hay un pequeño pueblecito llamado Honnecourt-sur-Escaut. Es una aldea moderna, de la que apenas queda nada de su primitivo aspecto medieval, ya que sus casas fueron destruidas en la Primera Guerra Mundial. Pero en él, aproximadamente a finales del siglo XII, nació un niño al que llamaron Villard y que llegó a convertirse en un gran dibujante, tal vez incluso un arquitecto, aunque eso no lo podemos saber con seguridad.

En las primeras décadas del nuevo siglo, el XIII, el joven Villard, que debía tener alrededor de veinte años, salió de su Picardía natal y emprendió un viaje por todo el norte de Francia visitando ciudades, catedrales, ermitas, monasterios y, en definitiva, talleres de obras como los que posiblemente él mismo dirigiría en el futuro.

Villard recogió sus impresiones en un cuaderno que revela una maestría incomparable en el manejo de los cálamos y las tintas.

¡Y qué dibujos! Una seguridad en el trazo que envidiarían los artistas de todas las épocas. Y que existe asimismo cuando dibuja a un caballero cayendo al suelo desde su montura como cuando traza la planta de Saint-Étienne de Meaux o la de Nôtre-Dame de Cambrai. Una cuestión de oficio en el arte de trazar plantas y alzados, lo que nos habla de su posible formación como arquitecto.

Pero Villard no se limitó a este tipo de trazos. Cualquier cosa le servía para coger la pluma: su actividad se extiende a la carpintería y a los "secretos profesionales" de la escultura, recogiendo cuerpos y rostros construidos según esquemas geométricos, que admirarían a los propios cubistas y que se basan en líneas directrices que aseguran la armonía...

Todo ello queda plasmado en las páginas del Album, que han resistido el paso de los siglos hasta nuestros días, ya que el libro original, una verdadera joya del medievo, es custodiado en la Biblioteca Nacional de París, y desde luego no es para menos, ya que la importancia que habíamos visto en el Liber Sancti Iacobi para el peregrino jacobeo de los ss. XI y XII la encontramos también en el maravilloso cuaderno del artista francés para lo que corresponde a las primeras décadas del siglo XIII.

Villard de Honnecourt es un hombre curioso, un verdadero voyeur artístico que se fija en todo aquello que capta su atención y se esfuerza por plasmarlo en las páginas de su cuaderno...

Enseguida se perciben en él sus aficiones particulares, como ocurre con los paños complejos, que para él no son otra cosa que un juego de líneas, evocando la pintura de Henry Matisse, quien debió ser también un gran admirador del Cuaderno de Villard de Honnecourt...

Pero ya hemos dicho que Villard no se contentó sólo con contemplar los edificios... Personajes bíblicos, animales (sintió especial predilección por el león y el perro), luchadores, caballeros montando a caballo con todo lujo de detalles en sus vestimentas y sus ademanes, vidrieras, cabezas humanas que surgen de la hojarasca, mediciones geométricas, aparatos e ingenios de construcción, hasta laberintos y máquinas extrañas que parecen robots.

E incluso recetas. Una buena cantidad de imágenes van acompañadas de comentarios, discusiones o... cosas como ésta:

Acordáos de lo que os voy a decir. Coged hojas de col roja y alhelí, que es una hierba a la que llaman tanaisie (balsamina) y cañamón (algunos historiadores interpretan la palabra, escrita en francés antiguo, como cannabis ¿?), o sea, la semilla del cáñamo; triturad estas cuatro hierbas de modo que no haya más de una que de otra. Después tomad rubia, el doble que cualquiera de las cuatro hierbas; triturad y colocad las cinco hierbas en una marmita, añadid vino blanco del mejor que tengáis y diluid, de tal manera que el brebaje no quede demasiado concentrado, a fin de que se pueda beber. No bebáis demasiado: con una cáscara de huevo tendréis bastante, siempre que esté llena. Sea cual fuere vuestra herida, sanaréis; limpiad la herida con un poco de estopa, poned encima una hoja de col roja, y después bebed el brebaje por las mañanas y por las tardes, dos veces al día...

Pues bien: la editorial Akal tiene una preciosa edición del Cuaderno de Villard de Honnecourt que acabo de recibir y estoy disfrutando de él en este momento. Merece la pena, es una obra fabulosa, como he tratado de haceros comprender. Y si no queréis gastaros los 28 euros que cuesta en la Casa del Libro, os dejo un interesante enlace con las páginas del Cuaderno en internet:

http://commons.wikimedia.org/w/index.php?title=File%3AVillard_de_Honnecourt.djvu&page=1



Disfrutadlo también vosotros

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