viernes, 30 de abril de 2010

Justas de San Jorge. Zaragoza, 23-24-25 de abril de 2010


Pues sí, señores. Me metí a manifecero y, mal que bien, con sus fallos y sus aciertos, las Justas de San Jorge fueron un evento magnífico, aunque sospecho que más gracias a la ayuda que todo el mundo me prestó que a mis dotes como organizador. Pero de todo se aprende, y ardo en deseos de volver a repetir algo similar pero con más fortuna, más experiencia y menos meteduras de pata... Que tampoco fueron insalvables, vaya.
Dejo aquí el enlace a la crónica y a un estupendo blog de fotografía perteneciente a César Ángel. Espléndido, no os lo perdáis...

jueves, 8 de abril de 2010

Aves de rapiña



Benditos abuelos... Les dices que les van a dar un caramelo gratis y... "¡Yo por un caramelo para mi nieto, MA... TO!" Es el típico caso de las abuelas en las cabalgatas de Reyes. Todo el año entrenando para hacerse con un puñado de caramelos y hundirlo en los oscuros repliegues de sus bolsos (nada más inquietante que el bolso de una vieja) "para los nietecicos" (¡Y una leche, que por algo la mayoría de ellas llevan los dientes postizos!).



Viene esta entrada al hecho de que esta tarde he estado en la presentación de un libro... que regalaban al público asistente al acto al finalizar el mismo. Como ya imaginaba, el local estaba lleno de abueletes que, mayormente, "sufrían" la presentación a la espera impaciente del término de la misma para rapiñar el libro de marras (muy bonito y muy escoscao, por cierto). En cuanto ha acabado la charla y se han dado las gracias por asistir, el abuelerío ha formado una caótica cola para recibir "el regalo". Se oían graznidos, chirridos, afilar de garras y picos... Menos mal que he andado ojo avizor y, sin que se diesen cuenta los organizadores, he trincao el libro que estaba sobre el atril de la mesa de los ponentes y me lo he llevado por todo el morro, descubriendo al salir que -como me barruntaba- los ejemplares para regalar se habían agotado en un pispás...



Jodidos carroñeros...

lunes, 5 de abril de 2010

"El Amor y la Muerte". José Luis Corral ataca de nuevo...

Otro autor del que me precio de conocer bastante bien su obra. En este caso lo que me averronchó contra el rocaje vivo de este escritor fue el hecho de ser profesor de Historia Medieval y director del Taller de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, mi "alma mater". Gracias a esa atractiva carta de presentación -ya que mi pasión por la Edad Media es más que evidente- comencé a leerme su deliciosa novela "El Salón Dorado", que tengo en dos ediciones (una de ellas la "de luxe" ilustrada que su editorial, Edhasa, publicó con motivo del 10º aniversario) y que huelga decir que me pareció maravillosa. Luego pasó por mis anaqueles "El Cid", que me gustó un poco menos, y más tarde cayeron "El invierno de la Corona" (sobre la época del rey don Pedro IV "el Ceremonioso" de Aragón), "Numancia", "Trafalgar", "Independencia" (me falta "El rey felón" para completar la trilogía), "El número de Dios" e incluso obras no ya literarias sino ensayos históricos como "Taller de Historia (el oficio que amamos)" (un excelente conjunto de lecciones prácticas sobre el apasionante oficio de historiador), "Breve historia de la Orden del Temple", "Mitos y Leyendas de Aragón" (que me firmó él mismo en la Feria del Libro del año 2008) y "La torre y el caballero" (sobre el ocaso del feudalismo en la figura de don Pedro Ximénez de Urrea), de tal modo que, a falta de "El amuleto de bronce" (que trata de Gengis Khan y el imperio mongol, que nunca me ha interesado), "Fulcanelli, el dueño del secreto" (que ni siquiera sé exactamente de qué va), "Fátima (el enigma de las apariciones)" -demasiado esotérico para mi gusto-, "El caballero del Templo" (¡que me niego a leer porque estoy del Temple y los templarios hasta la coronilla!) y alguna cosilla más que tiene publicada por ahí, creo sinceramente que no es tampoco un "curriculum lectis" que tenga que envidiar al que he adquirido de Arturo Pérez-Reverte, como vimos en la anterior entrada, y que me convierte también en un "corralista" consumado...

Por eso me atrevo a decir, tras la quasi-acabada lectura de su nueva "novela" titulada "El Amor y la Muerte", que el señor Corral... no es novelista. No, no me miren así los incondicionales de este autor: José Luis Corral Lafuente es un amenísimo divulgador de la Edad Media ("El Salón Dorado", "El invierno de la Corona", "El número de Dios"...), la Edad Antigua ("Numancia") y la Edad Contemporánea ("Trafalgar", "Independencia", "El rey felón"), pero ante todo es historiador y por muchos esfuerzos que se tome no le es posible ocultarlo ni tampoco creo que lo quiera. La lectura de sus novelas es una fabulosa "plongée" en el mundo medieval, antiguo, moderno o contemporáneo que te rodea y te sumerge de lleno en la época, pero los personajes -salvo honrosas excepciones- están someramente dibujados, son simples pretextos de unas obras donde el verdadero protagonista es el entorno, la ciudad ("El número de Dios"), la corte ("El invierno de la Corona", "El rey felón"), la sociedad ("Numancia"), el mar y sus gentes ("Trafalgar") o la guerra ("Independencia"). Las historias que nos transmite importan menos que el ámbito que las acoge. Y la verdad es que tal modo de novelar me gusta, pero entiendo que no es propiamente literatura sino ensayo novelado.

Tal vez sea este "El Amor y la Muerte" el caso más evidente que ilustra esta opinión. Se nos presenta como una "novela" sobre la vida de Pedro Abelardo, "El Palatino", el más famoso de los filósofos de la Escuela de París en el siglo XII, pero no deja de ser una biografía contada por un supuesto discípulo suyo (ahí es evidente la inspiración de la soberbia "El nombre de la rosa", de Umberto Eco, que prometo que será una entrada especial de este blog porque lo merece por sí misma) en la cual sólo hay un protagonista, elevado a los altares del intelecto de tal modo que llega a producir vergüenza ajena. Abelardo sólo puede ser definido con una palabra: PERFECTO. Guapo, atractivo, bien plantado, educadísimo, fogoso, apasionado, inteligentísimo, maestro de filósofos y teólogos, lo tiene todo. Su periplo vital está tan lleno de miserias, envidias y zancadillas por parte de sus muchos y envidiosos enemigos que parece la semblanza de un mártir de las letras. Hasta su amada Eloísa -de la que en principio debería tratar también la "novela"- está tan pobremente dibujada y se limita a seguir tan ciegamente los designios y deseos de su augusto marido que... queda como una auténtica "bragazas" (que vendría a ser el trasunto femenino del "calzonazos" masculino) plegándose al amor de su señor y quedando anulado su intelecto y su capacidad de decisión hasta tal punto que da un poco de grima leer su trayectoria vital. Pobre chica, oye.


A pesar de todo, la obra del señor Corral es atractiva para quien tiene interés en la época que recrea. Estamos ante un amenísimo profesor de Historia, por lo que conviene desempolvar algunos conocimientos de Filosofía Escolástica, de Teología y de Historia medieval (¿recordáis algo de la polémica sobre los Universales y la diatriba entre Razón y Fe en la Baja Edad Media? ¡Pues corriendo a por esos manuales de filosofía de vuestros años mozos, que os van a hacer falta para entender los entresijos de la vida del señor Abelardo!) para abarcar la novela (?) en todas sus facetas, pero a mí eso es algo que me cuesta poco esfuerzo y que incluso agradezco. Por eso advierto: estad seguros, mis cachorros, de que la lectura de "El Amor y la Muerte" puede resultaros un perfecto pestiño si no estáis acostumbrados a la manera de novelar del amigo Corral. Francamente, os recomiendo comenzar con "El Salón Dorado" para disfrutar de la Edad Media contada por el profesor darocense...

Me lo agradeceréis.