viernes, 26 de marzo de 2010

"EL ASEDIO". Nuevo mamotreto revertiano...



Pues eso: "nova opera habemus" de la mano del inefable don Arturo Pérez-Reverte, un escritor con cuya trayectoria literaria estoy muy familiarizado (me he leído prácticamente TODO lo que de él ha salido impreso) y que me despierta un sentimiento de admiración-fascinación-hastío-aborrecimiento muy difícil de definir pero que, hablando con otros allegados míos, está lejos de ser una apreciación única.


Yo llegué a la obra revertiana desde sus artículos en XLSemanal, el suplemento dominical del Heraldo de Aragón, que al principio me parecían geniales, rompedores, llenos de energía vital, con dosis mortales de mala uva y sin sombra de pelos en la lengua y que ahora me resultan ya repetitivos, cansinos y desesperanzados hasta el punto de que apenas me dicen nada nuevo. Pero en esa primera fase de descubrimiento empecé a calzarme "Territorio Comanche", "El maestro de esgrima", "La tabla de Flandes", "El club Dumas" y "La piel del tambor", que fueron los primeros que me leí casi sin respirar. Luego pasé a las soberbias aventuras del Capitán Alatriste (que sigo devorando con absoluta fruición de una sentada) y a obritas menores como "Cachito (un asunto de honor)", "El húsar" o "La sombra del águila". Y finalmente, en una tercera etapa, me leí "La carta esférica", "La reina del sur", "Cabo Trafalgar", la infumable "El pintor de batallas" (la única que no me pude acabar porque me daba vomiteras semejante ejercicio de masturbación intelectual del Excmo. Sr. Académico de la Lengua) y "Un día de cólera", que salió arropada por los ¿fastos? del IIº Centenario del 2 de mayo y el comienzo de la Guerra de la Independencia. Currículum éste que, unido a la lectura de los cuatro volúmenes de artículos periodísticos recopilados desde 1996 hasta el año pasado y si no me he dejado algún título más en el tintero, creo que me convierte en un lector consumado y buen conocedor de la obra revertiana.


Pero eso, quería hablar hoy de "El asedio", su última novela. Fue anunciada a bombo y platillo ya en un suelto inserto entre las páginas de "Cuando éramos honrados mercenarios", la última recopilación de artículos publicada por Alfaguara en noviembre del 2009 (creo) y tenía buena pinta. Como primera impresión (acabo de terminar su lectura hace escasamente una hora) he de decir que no me ha defraudado. Escribe bien, el cabrón. MUY bien. Al margen de que algunos personajes (Rogelio Tizón y Pepe Lobo) son -como siempre- trasuntos del autor cargados de lucidez, amargura, "pofesionalidás" y nobleza dentro de sus principios personalísimos, y de que la dama protagonista es un dechado de virtudes, mujer independiente, soltera (por supuesto), hecha a sí misma, fuerte, luchadora tenaz y heroína de sus propias convicciones (como "La reina del sur", esa Teresa Mendoza a la que también hay que echar de comer aparte), lo cierto es que la ambientación histórica de la ciudad de Cádiz durante el asedio francés en 1812 (la novela es un verdadero cántico a la bellísima "Tacita de Plata" andaluza, así que muy pronto veremos a don Arturo siendo nombrado Hijo Predilecto si no ha recibido el título ya) es fabulosa, la historia narrada engancha desde la primera página (una chica joven aparece amordazada, maniatada y con la espalda desollada a latigazos en una playa gaditana) y el manejo de la Lengua Española y, especialmente, del habla marinera es verdaderamente soberbio (el escritor cartagenero navega desde que tiene uso de razón y ya lo demostró en "La carta esférica" o "Cabo Trafalgar", por ejemplo), de manera que sus 700 y pico páginas se leen sin fatiga y con un interés creciente que se resuelve verdaderamente bien, dejando al final ese poso agridulce (más bien tirando más a "agri" que a "dulce") que tienen todas sus novelas.


Es decir: que merece la pena leérsela porque se disfruta con ella. Parece que el muchacho ha vuelto a ese estilo narrativo que lo caracterizaba antes de su nombramiento como Académico de la Lengua, momento a partir del cual el sillón se le subió a las orejas y empezó a mirar el mundo desde todavía más arriba de la atalaya en que ya estaba subido casi desde el principio de su carrera literaria. Y no sé si me jode o me alegra, fíjate tú. Me alegra porque su obra, en general, me gusta mucho por lo bien que maneja las palabras, lo bien que construye sus historias y la excelente labor que ha hecho para acercar la Literatura y la Historia de España a la juventud (yo suelo recomendar la saga de Alatriste a mis alumnos siempre que tengo oportunidad). Pero me jode, por otra parte, por lo desconcertante que me resulta que un cansino endiosado como él, un amargado profesional, un "lúcido" (hay que ver lo que le gusta esa puta palabra al cartagenero) que confunde "dignidad" con "soberbia" -a capazos, oiga- y desconoce el significado de la palabra "humildad" sea capaz de llevar de nuevo el agua a su molino y arrastrarme hacia su personalísimo (y equivocadísimo, en mi opinión) punto de vista sobre la vida y el ser humano haciéndome comulgar con sus principios y obligándome a reflexionar sobre los míos.


Será por eso, a lo mejor, que me sigue gustando este cabronazo de mierda...

lunes, 8 de marzo de 2010

¿Cutrebodas de Isabel? Un motivo para la autocrítica


Hace unos días transmitieron por Aragón TV un reportaje sobre Las Bodas de Isabel de Segura que realmente me dejó muy mal sabor de boca.






No es que el programa sea malo, al fín y al cabo reportajes de este tipo los hay a patadas, pero lo que me rechinó fue la imagen de Teruel que se desprende de él. Llevo participando en Las Bodas ya cinco años, bien como asistente o bien como colaborador en la coordinación del campamento recreacionista como miembro de Fidelis Regi. Amo a Teruel desde que tuve el privilegio de trabajar y vivir todo un año en la ciudad, descubriéndola y apreciándola. Amo esa fiesta, que me lleva por unos días a una Edad Media que me entusiasma. He pasado momentos maravillosos en ella y he aguantado también muchas cosas, muchos nervios y sinsabores, mucho trabajo y muchas preocupaciones que me podía haber evitado y que no he hecho porque los buenos ratos han superado con creces a los malos. Por eso el reportaje de marras me ha dejado un punto amargo en el ánimo...

Como aragonés y como amante de la fiesta de las Bodas de Isabel no me ha gustado un pelo lo que he visto. Me ha llenado de vergüenza propia y ajena, por ejemplo, esa imagen de la mujer turolense tan deplorable y repetitiva (putas, putas y reputas), esas cutreces salchicheras de freyres templarios emborrachándose, comidas calentadas en hornos microondas, colgados borrachos arrastrando una valla en mitad de la noche a modo de "Harley Davidson" de todo a cien o Jack Sparrow luciendo el loro y el sable como si tuviera la Perla Negra aparcada en un remanso del Alfambra. O del Turia o del Guadalaviar (que me da lo mismo, maese Polo ;)). Es evidente que el programa "Detrás de mi cámara" ha jugado a ser "Callejeros" con una fuerte dosis de mala leche, buscando lo cutre, el gazapo, la ocasión para el cachondeo DE la fiesta (y no CON ella), la manipulación hortera. Es decir: usando la libertad de expresión de un modo torticero (injusto) mostrando una parte del todo y dando una imagen como mínimo sesgada y equivocada de Las Bodas.

Sin embargo he de decir que, aunque tontos de capirote hay en todas partes, del mismo modo que un alumno mío no entraría en mi clase de Ciencias Sociales con los libros y el cuaderno de Matemáticas porque SABE que viene a clase de Ciencias Sociales, tampoco un tontolaba debería vestirse de Jack Sparrow, de Lobo de Caperucita o de Ronald McDonald (sólo faltó ese para completar el retablo) para participar de una fiesta que DEBERÍA SABER que representa una tradición maravillosa ambientada en la Edad Media (aunque no sepa el siglo ni el año, porque nadie le obliga a conocerlo) y en la que una ciudad se muestra a España y el mundo entero vestida de gala por un motivo muy concreto: la historia, triste y bellísima, de Diego de Marcilla e Isabel de Segura. Si hubiese tomado buena cuenta de ello, el señor Santi Gorrión habría dejado fondeada la Perla Negra en el garaje de su casa...

Llegar a ese conocimiento es algo que involucra de un modo u otro a todo Teruel, a todo aquel que participa de su fiesta. Es la imagen de una ciudad, y de una ciudad tan fabulosa como TERUEL, la que se pone al alcance de las cámaras, y eso entraña unas responsabilidades que no todo el mundo asume. Y antes de que nadie despotrique, añado que TAMPOCO nosotros. Una de esas responsabilidades es tratar por todos los medios que los (cabrones) de "Detrás de mi cámara" no encuentren carnaza en la que cebarse, bien sea en forma de horno microondas, valla del ayuntamiento, Jack Sparrow o putas, putas y más putas (¡por Dios, qué obsesión! Y qué imagen más BOCHORNOSA...). Es decir: todo lo que contribuye a poner en ridículo una fiesta que YA es magnífica pero que podría ser modélica.


Y decía que nosotros, como recreacionistas, ya hemos tomado buena nota del error: la próxima vez que un capullo armado con cámara y muchas ganas de cachondeo nos pida entrar en un pabellón de intendencia lleno de bolsas de plástico, botellas de agua mineral, ropa de abrigo moderna y demás enseres logísticos se le dirá amablemente eso del Cansino Histórico: "¡Áuste a la mierda!". Y vaya usted a buscar cutreces y a cachondearse por ahí a otro sitio. Y ojalá no lo encuentre en toda la ciudad. Fiesta, desde luego. Bebida, la que quiera. Diversión, a capazos. Pero a reírse... pues de su señor padre.

Mirémonos a nosotros mismos y tomemos buena nota de nuestras carencias. Seamos conscientes de dónde estamos, de lo que hacemos y de a quién representamos. Y hagámoslo con cariño, con orgullo y con respeto hacia un patrimonio cultural que nos pertenece a todos.