Pues eso: "nova opera habemus" de la mano del inefable don Arturo Pérez-Reverte, un escritor con cuya trayectoria literaria estoy muy familiarizado (me he leído prácticamente TODO lo que de él ha salido impreso) y que me despierta un sentimiento de admiración-fascinación-hastío-aborrecimiento muy difícil de definir pero que, hablando con otros allegados míos, está lejos de ser una apreciación única.
Yo llegué a la obra revertiana desde sus artículos en XLSemanal, el suplemento dominical del Heraldo de Aragón, que al principio me parecían geniales, rompedores, llenos de energía vital, con dosis mortales de mala uva y sin sombra de pelos en la lengua y que ahora me resultan ya repetitivos, cansinos y desesperanzados hasta el punto de que apenas me dicen nada nuevo. Pero en esa primera fase de descubrimiento empecé a calzarme "Territorio Comanche", "El maestro de esgrima", "La tabla de Flandes", "El club Dumas" y "La piel del tambor", que fueron los primeros que me leí casi sin respirar. Luego pasé a las soberbias aventuras del Capitán Alatriste (que sigo devorando con absoluta fruición de una sentada) y a obritas menores como "Cachito (un asunto de honor)", "El húsar" o "La sombra del águila". Y finalmente, en una tercera etapa, me leí "La carta esférica", "La reina del sur", "Cabo Trafalgar", la infumable "El pintor de batallas" (la única que no me pude acabar porque me daba vomiteras semejante ejercicio de masturbación intelectual del Excmo. Sr. Académico de la Lengua) y "Un día de cólera", que salió arropada por los ¿fastos? del IIº Centenario del 2 de mayo y el comienzo de la Guerra de la Independencia. Currículum éste que, unido a la lectura de los cuatro volúmenes de artículos periodísticos recopilados desde 1996 hasta el año pasado y si no me he dejado algún título más en el tintero, creo que me convierte en un lector consumado y buen conocedor de la obra revertiana.
Pero eso, quería hablar hoy de "El asedio", su última novela. Fue anunciada a bombo y platillo ya en un suelto inserto entre las páginas de "Cuando éramos honrados mercenarios", la última recopilación de artículos publicada por Alfaguara en noviembre del 2009 (creo) y tenía buena pinta. Como primera impresión (acabo de terminar su lectura hace escasamente una hora) he de decir que no me ha defraudado. Escribe bien, el cabrón. MUY bien. Al margen de que algunos personajes (Rogelio Tizón y Pepe Lobo) son -como siempre- trasuntos del autor cargados de lucidez, amargura, "pofesionalidás" y nobleza dentro de sus principios personalísimos, y de que la dama protagonista es un dechado de virtudes, mujer independiente, soltera (por supuesto), hecha a sí misma, fuerte, luchadora tenaz y heroína de sus propias convicciones (como "La reina del sur", esa Teresa Mendoza a la que también hay que echar de comer aparte), lo cierto es que la ambientación histórica de la ciudad de Cádiz durante el asedio francés en 1812 (la novela es un verdadero cántico a la bellísima "Tacita de Plata" andaluza, así que muy pronto veremos a don Arturo siendo nombrado Hijo Predilecto si no ha recibido el título ya) es fabulosa, la historia narrada engancha desde la primera página (una chica joven aparece amordazada, maniatada y con la espalda desollada a latigazos en una playa gaditana) y el manejo de la Lengua Española y, especialmente, del habla marinera es verdaderamente soberbio (el escritor cartagenero navega desde que tiene uso de razón y ya lo demostró en "La carta esférica" o "Cabo Trafalgar", por ejemplo), de manera que sus 700 y pico páginas se leen sin fatiga y con un interés creciente que se resuelve verdaderamente bien, dejando al final ese poso agridulce (más bien tirando más a "agri" que a "dulce") que tienen todas sus novelas.
Es decir: que merece la pena leérsela porque se disfruta con ella. Parece que el muchacho ha vuelto a ese estilo narrativo que lo caracterizaba antes de su nombramiento como Académico de la Lengua, momento a partir del cual el sillón se le subió a las orejas y empezó a mirar el mundo desde todavía más arriba de la atalaya en que ya estaba subido casi desde el principio de su carrera literaria. Y no sé si me jode o me alegra, fíjate tú. Me alegra porque su obra, en general, me gusta mucho por lo bien que maneja las palabras, lo bien que construye sus historias y la excelente labor que ha hecho para acercar la Literatura y la Historia de España a la juventud (yo suelo recomendar la saga de Alatriste a mis alumnos siempre que tengo oportunidad). Pero me jode, por otra parte, por lo desconcertante que me resulta que un cansino endiosado como él, un amargado profesional, un "lúcido" (hay que ver lo que le gusta esa puta palabra al cartagenero) que confunde "dignidad" con "soberbia" -a capazos, oiga- y desconoce el significado de la palabra "humildad" sea capaz de llevar de nuevo el agua a su molino y arrastrarme hacia su personalísimo (y equivocadísimo, en mi opinión) punto de vista sobre la vida y el ser humano haciéndome comulgar con sus principios y obligándome a reflexionar sobre los míos.
Será por eso, a lo mejor, que me sigue gustando este cabronazo de mierda...
Yo no puedo evitarlo. Ni quiero. Me encanta cómo escribe este hombre.
ResponderEliminarTambién me la he acabado hace nada, y he disfrutado de su lectura en cada una de las tramas. Por poner un pero, me deja un poco disconforme la forma de resolver el asunto criminal. Por lo demás, me gusta la forma de cruzar las tramas, y la oportunidad a la hora de sacar a relucir la crueldad española para con los de fuera y para con los propios. Ese Cádiz asediado le ha quedado genial (a mí me daban ganas de echarme un chocolate en una de esas confiterías. Lo del café lo dejamos, que cualquiera se topa con ese comisario, macho). El personaje que más me ha gustado es el del teniente de La Culebra. A ese podía verlo cada vez que se paseaba por la cubierta en plan chulito, como si fuera inmortal.
Y también me ha gustado mucho Lolita Palma. Creo que su relación con el capitán es una metáfora de España y de los españoles. Esto es una impresión mía, claro.
He leído por ahí que a algunos les cansa ya esa visión de mala madre de España, por más que cierta, pero yo creo que Pérez-Reverte la cuadra muy bien.
Tienes toda la razón, Sebas. Como digo en mi comentario, Reverte es un excelente escritor, eso no se lo quita nadie, pero también formo parte de ese grupo de lectores que empieza a estar un poco cansado de esa visión pesimista (tu dirás mejor "realista") de España, de los españoles y del mundo entero, en realidad, que -en mi opinión- tampoco es del todo exacta.
ResponderEliminarPor tu trabajo y por tus experiencias considero que la visión revertiana coincide bastante con la que puedes tener tú de la canalla y la podredumbre que nos rodea a diario, pero la verdad es que en mi experiencia vital he conocido bastantes más buenas personas que bastardos sin escrúpulos o tontos de capirote en el día a día del trabajo, de las amistades y de la familia. Tal vez haya tenido buena suerte en mi vida y no haya sufrido reveses protagonizados por esa España-madrastra. O tal vez haya decidido -consciente o inconscientemente- olvidar a los lerdos y a los hijos de puta y quedarme sólo con la buena gente en mi memoria. Pero, en definitiva, considero que no es tan negro el panorama como don Arturo nos lo muestra. Tampoco soy un infeliz que lo ve todo de color de rosa, pero digamos que prefiero aferrame firmemente a la Esperanza de una España mejor, más culta y menos egoísta...
Dice don Arturo (lo leí en una entrevista a causa de la publicación de El Asedio) que a España lo que le faltó es un poco o un mucho de guillotina en un momento dado de nuestra Historia, y que pasado ese momento histórico sin reaccionar, quedamos marcados para los restos. El personaje del taxidermista recoge bastante de lo que piensa el autor, creo.
ResponderEliminarSe basa Arturo en ese momento histórico que jamás llegó y que debería haber acabado con eso que se iba cociendo desde tiempos de su Alatriste, y da vueltas sobre lo mismo. Yo supongo que en todas partes cuecen habas, y que cabronazos y cabroncetes habrá aquí, en Canadá y en Japón. Hay veces que una visión más optimista o más romántica viene bien, pero creo que es propio de Europa, y concretamente de España, regodearnos un poco en nuestra mala leche histórica, y no creas que eso puede venir mal a la hora de trabajar por hacer de este un país mejor. Mira, ahí tienes a toda esa gentucilla de sarao y farlopeo, creando un mundo paralelo en el que todo es chupi-piruli y el problema más gordo por el que uno se puede romper la cabeza es el número total de polvos que una ex-amante de Jesulín echa con el primo de la abogada de un futbolista del Getafe. Amariconaos, estamos, Enrique. Te lo digo yo.
Además, no pierdas de vista la relatividad. Conocer a un buen número de hijos de puta te da una buena perspectiva para luego disfrutar de la buena gente.
Hombre, es cierto que en los tiempos que corren hace ya varias décadas -no demasiadas- que los "poderes fácticos" que nos gobiernan cambiaron la Inquisición (una forma de control brutal y directa de la sociedad desde las altas esferas del poder político aliado con el religioso, o sea, la cruz y la espada) por Gran Hermano y la Telebasura (que es otro modo de controlar al personal algo menos directo y evidente pero mucho más retorcido, canalla y embrutecedor). Y sí, concedo que es muy cierto que en los tiempos de "El asedio", o incluso mucho antes, debería haberse plantado una guillotina en cada Plaza Mayor de las grandes ciudades y pueblos españoles para llevarse al fin por delante siglos y siglos de superstición, de privilegios infundados y de injusticias sociales para echarle de una vez "el cerrojo al sepulcro del Cid" (como dijeron Joaquín Costa y los "novecentistas" ya a finales del XIX: como ves, la idea no es nueva ni mucho menos)... En ese sentido Reverte tiene más razón que un santo y lo refleja magistralmente en sus obras. Alatriste, por ejemplo, es una auténtica lección de Historia en ese sentido. Y "El asedio" redunda igualmente en esos aspectos.
ResponderEliminarSin embargo me niego (me obstino, mejor, como buen maño cabezón) a pensar que es el nuestro un país de lerdos, de inútiles, de egoístas, de vagos y de tarambanas "ninis" sin más perspectiva de futuro que saber cómo acaba la serie "Lost" o si la Esteban se casa, se divorcia o se sigue tirando simplemente al Fran ese, que no sé ni quién es. Que haya mucha, muchísima mierda, basura por toneladas por barrer aún en este país es algo que no necesita demostrarse porque se ve todos los días y en cada momento. Ya he dicho que no me considero un infelíz con gafapastas de color rosa. Pero desde mi punto de vista docente quiero pensar que aún hay esperanzas, que cuando un chaval de 14 años me dice que le ha encantado la lectura de "Cruzada en Jeans" o "Las aventuras del Capitán Alatriste" o me recomienda una página web sobre Historia (como hizo ayer mismo una chavalica de 2º B) es una pequeña batalla más ganada a la PlayStation o a la Caja Tonta...
Y en ello estamos. Un peón luchando desesperadamente en su casilla e intentando ser un "héroe solitario" más que "solidario". Lo que pasa es que somos muchos, afortunadamente...
Enrique, ya se ha convocado el II premio HdH Medieval.
ResponderEliminarSi tienes un ratillo libre y quieres darle a ese tal Pérez-Reverte su merecido dejando su prosa a la altura de la obra viva de una balandra gaditana, escríbete un relato zufariano; y así además vas practicando.
http://elcaballerodelalba.blogspot.com/2010/03/ii-premio-de-relatos-cortos-historias.html